• Educación superior en el Perú: impacto en la formalidad y tipos de empleo

    Invertir en enseñanza superior mejora la calidad de vida y fomenta la productividad, la innovación y la equidad social en el país. No obstante, aún existen grandes desafíos por delante.

    15 de julio del 2024
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    Por Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL)

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    El acceso a la educación superior es un factor determinante para mejorar la calidad de vida de las personas. Diversos estudios, como los del Banco Mundial y la Unesco, han demostrado que las personas con mayor nivel educativo tienen mejores oportunidades laborales, más salud y bienestar, mayores ingresos, participación ciudadana y un menor riesgo de caer en la pobreza. 

    Invertir en educación superior no solo produce beneficios individuales, sino también sociales. Una población con mayor nivel educativo es más productiva, innovadora y adaptable al cambio. Esto conduce a un mayor capital humano, crecimiento económico y a una sociedad más justa. Sin embargo, en el Perú, el sistema educativo enfrenta varios desafíos, y la educación superior no es la excepción. 

    Contexto educativo nacional

    En el Perú, la educación superior incluye la formación universitaria y no universitaria (técnica), así como estudios de posgrado, maestría y doctorado. A estas categorías se agrega la condición de que se posean estudios culminados o inconclusos. Es así que, para efectos del presente análisis, realizado por el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), consideraremos que una persona accedió a la educación superior en los casos en los que ya la culminó, la cursa actualmente o quedo incompleta. 

    Según la Encuesta Nacional de Hogares 2023, el 23,3 % de la población peruana ha alcanzado educación superior en algún momento de su vida, llegando a 7 600 000 de personas. De este total, 4 600 000 (60,7 %) completaron sus estudios, 1 200 000 (16,8 %) los están cursando y 1 700 000 (22,5 %) los dejó hace más de un año. Estas dos últimas categorías las unificaremos como educación superior incompleta.   

    Empleabilidad y salarios

    De las 7 600 000 personas con educación superior, 5 400 000 (71,8 %) tienen un empleo, mientras que 420 000 (5,5 %) están desempleadas. Además, 1 700 000 (22,3%) no forman parte de la PEA (Población Económicamente Activa).  

    La empleabilidad varía si los estudios superiores fueron completados o no; con una tasa de empleabilidad del 78, 5 % para quienes finalizaron los respectivos estudios y del 61,6 % para quienes no los concluyeron. Una explicación de este resultado se da porque la población más joven se dedica solo a estudiar. Así, cuando se hizo el análisis por grupos etarios, se observó que, en las personas mayores de 30 años, la tasa de empleabilidad es bastante cercana entre aquellos con estudios superiores completos (80 %) e incompletos (75 %). 

    Si bien la población con educación superior tiene una tasa de empleabilidad parecida sin importar el haber concluido o no sus estudios, sí hay una diferencia notoria en el ingreso laboral percibido. El ingreso promedio mensual de los trabajadores con educación superior completa es de S/ 2 528, un 80,7 % superior al de aquellos con estudios inconclusos (S/1 399). Esta brecha salarial es más notoria por género: los hombres con estudios concluidos perciben S/ 2 850 como promedio mensual, mientras que las mujeres en la misma condición ganan S/ 2 192 mensuales, una diferencia del 30 %. 

    Informalidad laboral

    La informalidad laboral afecta a diversas capas de la sociedad, incluida la población con educación superior. Sin embargo, la incidencia de la informalidad para 2023 muestra que existe una clara diferencia entre aquellos con educación superior completa (38,4 %) y aquellos con educación superior incompleta (69,6 %).   

    De igual forma, se aprecia una mayor incidencia de informalidad en la PEA ocupada con educación superior incompleta en todos los sectores económicos sin excepción, como es Agricultura (86,9 %), Comercio (71,1 %), Construcción (75,8 %) y con la tasa más baja en Minería (31 %). En el caso de la PEA ocupada con educación superior completa se observa un patrón similar. 

    Tipos de empleo

    El 66,5 % de la PEA ocupada con educación superior son empleados dependientes, es decir, más de 3 600 000 millones de personas, de las cuales 2 500 000 tienen educación superior completa. Los independientes y patronos representan el 28,4 %, sumando 1 500 000, mientras que el 5 % restante se desempeña como trabajador familiar no remunerado u otros. 

    Ranking de universidades peruanas

    Los rankings mundiales son una referencia para evaluar la educación superior de un país. Sin embargo, hay que tener presente que estos utilizan distintas metodologías enfocándose por ejemplo en la investigación académica, publicaciones, empleabilidad, reputación o infraestructura.   

    En junio, se publicó el QS World University Rankings 2025, elaborado por Quacquarelli Symonds, que utiliza métricas como reputación académica y, del empleador; relación facultad-estudiante, proporción de estudiantes y profesores internacionales. Los resultados publicados muestran que las universidades peruanas no se encuentran bien posicionadas. De un total de 1500 universidades evaluadas, la mejor a nivel de Sudamérica se ubica en el puesto 71, mientras que la mejor peruana está en el puesto 359. Y, si nos ubicamos solo en América del Sur, aparecen solo dos universidades peruanas entre las 50 primeras. Los países que logran ubicar un mayor número de casas de estudio en este bloque son Argentina (11), Brasil (11), Colombia (9), Chile (8), Uruguay (4) y Ecuador (3). 

    Garantizar una educación superior de calidad tiene un impacto significativo en la economía, ya que permite tener una fuerza laboral más productiva, impulsa el crecimiento económico sostenido, fomenta la investigación y el desarrollo, y asegura una fuerza laboral capacitada para adaptar, implementar y gestionar nuevas tecnologías. Además, la colaboración entre universidades y empresas mejora las habilidades y la empleabilidad de los graduados, facilita la innovación en productos y procesos, y fomenta la creación de startups, mejorando la competitividad del país. 

     

     

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