Economía: Perú no está aprovechando su bono demográfico
Hay capital humano en el país para aumentar la producción y por ende impulsar la economía. No obstante, la educación y el empleo de baja calidad impiden que dicho bono sea aprovechado plenamente.
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Por Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima
Con el inicio del presente siglo, el Perú ingresó en un periodo denominado “bono demográfico”, caracterizado por tener pobladores dependientes (0 a 5 años y mayores de 65 años), que representan casi la mitad de la población joven y en edad para trabajar (15 a 65 años). Este concepto, aceptado por organismos internacionales como el Banco Mundial y las Naciones Unidas, define la proporción de dependencia como la relación entre la población dependiente y la de en edad de trabajar. Cuando esta proporción es inferior al 66,7 % (dos tercios), se considera que el país goza de un bono demográfico, lo cual tiene implicaciones significativas para su economía.
Este fenómeno ofrece la posibilidad de aumentar la producción debido al mayor porcentaje de fuerza laboral o población económicamente activa. Al reducirse la población dependiente, las necesidades financieras tanto de las familias como del Gobierno también disminuyen. Según cifras del Banco Mundial y del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Perú cuenta con bono demográfico desde el 2000 y alcanzaría su nivel óptimo en el presente año, con una proporción de dependencia del 50,9 %.
Sin embargo, se anticipa que esta tendencia se revertirá en los próximos 30 años debido a la disminución de la tasa de natalidad y al aumento de la esperanza de vida, lo que conducirá al envejecimiento de la población. La tasa de crecimiento poblacional ya ha disminuido, pasando de un promedio de 2,5 % en la década de 1970 a un 1,3 % anual en el último quinquenio.
Economía: Aprovechamiento del bono demográfico
Antes de enfrentar el envejecimiento poblacional, los países tienen una oportunidad única para crecer productivamente. Aprovechar el bono demográfico puede generar mayores ingresos para las familias, permitir el ahorro que financie una mayor inversión, y así, incrementar la productividad y el crecimiento de la economía. Estudios señalan que el “milagro económico” de Asia Oriental entre 1965 y 1990, se debe en parte a que su población en edad de trabajar era cuatro veces superior a la dependiente, lo que, junto con políticas de mejora en capital humano y reformas de liberalización, impulsó el crecimiento explosivo de sus economías.
Desafíos y oportunidades del bono bemográfico para el crecimiento económico
No obstante, no basta con tener un bono demográfico para beneficiarse de él; es crucial elevar la productividad, generar empleos de calidad y garantizar que la fuerza laboral tenga acceso a una educación de alto nivel. Por ejemplo, si se ajustara el cálculo de la tasa de dependencia para incluir a la población de 15 a 19 años como dependiente, pues a esa edad recién se está en el tránsito de la etapa del colegio a la educación superior. La tasa de dependencia de 2024 pasaría del 50,9 % al 71,3 %, lo que indicaría que Perú no contaría con el bono demográfico.
Bajo las condiciones actuales, de una educación deficiente y un mercado de trabajo con alta informalidad, estos jóvenes, que representan el 12 % de la población en edad de trabajar, no lograrán aportar significativamente a la economía. Algo similar podría ocurrir con el 11 % que se encuentra entre los 20 y 24 años.
En resumen, se estima que el 35 % la población en edad de trabajar tiene menos de 29 años y requiere una formación universitaria superior de calidad para que el país pueda beneficiarse del bono demográfico. Aunque el final de este ciclo está aún distante, cuando llegue es probable que Perú enfrente un crecimiento de la economía limitado y una población envejecida que demandará más servicios de salud y pensiones.
Resultados en la región
Los resultados obtenidos a partir de la información del Banco Mundial muestran que todos los países de la región cuentan con el bono demográfico. Argentina y Uruguay lo tienen desde los años setenta; Chile, desde los ochenta; Brasil y Colombia, desde los noventa; Perú y Venezuela, a partir del 2000; Ecuador, desde 2005; y finalmente, Bolivia y Paraguay, desde 2010. Las menores tasas de dependencia las presentan Brasil (43,3 %), Colombia (43,9 %) y Chile (46,3 %), mientras que el resto de los países se encuentran por encima del 50 %.
La crisis del COVID en 2020 afectó los potenciales beneficios del bono demográfico, incrementando la deserción escolar, reduciendo las oportunidades laborales para los jóvenes y aumentando la población de Ninis (jóvenes que no estudian ni trabajan). Según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la pandemia provocó en la región un aumento del 17 % en la exclusión educativa y una pérdida de más de la mitad de los avances logrados en la última década. Además, elevó en más de 2 700 000 el número de jóvenes entre 18 y 23 años que se sumaron a los casi 12 900 000 que ya antes de la pandemia ni estudiaban ni trabajaban de forma remunerada.
Finalmente, un análisis del bono demográfico entre los países miembros del G7 (Canadá, Francia, Italia, Japón, EE.UU., Reino Unido y Alemania) revela que solo Japón agotó su bono demográfico, a partir del 2015; y que Francia lo hará en los próximos años. El resto de los países aún disfruta de este dividendo.
Conclusión:
En conclusión, el bono demográfico representa una ventana de oportunidad para el Perú y otros países de la región, pero aprovecharlo plenamente requiere una planificación estratégica que incluya mejoras en educación, generación de empleo de calidad y fortalecimiento del capital humano. Sin estas acciones, el país corre el riesgo de no maximizar los beneficios de esta ventaja temporal y enfrentar, en cambio, un futuro con un crecimiento de la economía limitado y desafíos significativos asociados al envejecimiento poblacional. Ahora es el momento de invertir en el futuro y asegurar que el bono demográfico sea un catalizador de desarrollo sostenible y equitativo para las próximas generaciones.
Hay capital humano en el país para aumentar la producción y por ende impulsar la economía. No obstante, la educación y el empleo de baja calidad impiden que dicho bono sea aprovechado plenamente.