Bienes duraderos en el hogar reflejan desigualdad material en el Perú
La tenencia de electrodomésticos muestra brechas socioeconómicas persistentes entre zonas urbanas y rurales. Acceder a una refrigeradora o computadora aún es un lujo en millones de hogares rurales del país.
Reproducir:
Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima
En el Perú, los bienes duraderos del hogar, como: cocinas, refrigeradoras, lavadoras y equipos informáticos, funcionan como un termómetro del bienestar económico y social. Su presencia, o ausencia, refleja no solo el nivel de ingresos, sino también el acceso a servicios básicos, infraestructura y tecnología. Así lo evidencia el análisis realizado por el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), a partir de los datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) entre 2015 y 2024.
El estudio clasifica los artefactos en tres grandes grupos: línea blanca (electrodomésticos esenciales como refrigeradoras, cocinas, lavadoras y microondas, que cumplen funciones básicas de alimentación, higiene y conservación); línea marrón (aparatos de entretenimiento y comunicación, como televisores, radios y computadoras, asociados al acceso a información, educación y ocio); y pequeños electrodomésticos (licuadoras, planchas, hervidores, entre otros, reflejan el grado de modernización en las tareas domésticas y el confort cotidiano). Esta segmentación permite observar con mayor precisión las condiciones materiales de los hogares y las brechas persistentes entre sectores.
Tenencia de bienes duraderos en el 2024
La distribución de artefactos en los hogares peruanos responde directamente a las necesidades que cada uno de ellos satisface. En el 2024, la cocina a gas está presente en el 90,8 % de los hogares, seguida de la refrigeradora (56,3 %) y la lavadora (30,3 %). En cuanto a la línea marrón, el televisor a color registra una alta tenencia (79,8 %), mientras que las computadoras o laptops alcanzan el 34,1 %. Entre los pequeños electrodomésticos, la licuadora es la más común (66,7 %), pero los dispositivos tecnológicos como la tablet apenas llegan al 2,8 % de presencia.
Este patrón revela que, aunque hay un avance sostenido en el equipamiento básico, las tecnologías informáticas y digitales siguen siendo inaccesibles para amplios sectores de la población, especialmente en zonas rurales.
Brechas urbanas-rurales y socioeconómicas
Las diferencias entre las zonas urbanas y rurales son contundentes y estructurales. En línea blanca, la refrigeradora está presente en el 93,1 % de los hogares urbanos, pero solo en el 6,9 % de los rurales. La lavadora alcanza el 97,4 % en áreas urbanas y apenas el 2,6 % en rurales; mientras que el microondas está en el 98,3 de hogares urbanos, frente al 1,7 % de rurales.
En línea marrón, el acceso a las computadoras refleja una brecha crítica: 93,9 % en zonas urbanas frente al 6,1 % en las rurales. El televisor a color está en el 87,2 % de hogares urbanos, pero solo en el 12,8 % de los rurales. Situaciones similares se registran con los equipos de sonido (92,6 % vs. 7,4 %).
Entre los pequeños aparatos eléctricos, la desigualdad también es evidente: la licuadora está presente en el 88,7 % de los hogares urbanos, pero solo en el 11,3 % de los rurales. La plancha eléctrica (94,3 % vs. 5,7 %), y las tablets (96,3 % vs. 3,7 %) siguen la misma tendencia.
Estos datos reflejan que la desigualdad en el acceso a tecnologías básicas y bienes de consumo duradero se traduce directamente en disparidades en calidad de vida, desarrollo educativo, acceso a la información y confort doméstico.
Evolución 2015–2024: avances y estancamientos
Durante el período 2015-2024, se registraron mejoras significativas en el acceso a bienes de línea blanca, como cocinas a gas y refrigeradoras, especialmente en regiones de la costa como Tumbes, Piura y La Libertad. No obstante, el progreso fue más limitado en la línea marrón y en pequeños electrodomésticos en regiones como Cusco, Cajamarca o Puno, donde el acceso a las computadoras, microondas o lavadoras mostró escasa variación. Esto demuestra que el avance del bienestar material sigue estando condicionado por factores como la geografía, los ingresos, y la disponibilidad de servicios públicos.
Obsolescencia y riesgo doméstico
Otro desafío clave es la antigüedad de los artefactos. En el 2024, más de 3 millones de hogares utilizan cocinas con más de 10 años de uso; unos 2,3 millones tienen refrigeradoras antiguas, y 1.5 millones poseen televisores igualmente obsoletos. Esta situación implica no solo rezagos tecnológicos, sino también riesgos asociados a fallas técnicas, ineficiencia energética (estos equipos elevan el consumo eléctrico del hogar) y accidentes domésticos.
La falta de renovación tecnológica está relacionada con un bajo acceso al financiamiento, escasa cultura de reposición y limitada disponibilidad de servicios de mantenimiento o reciclaje. Esta realidad exige políticas públicas orientadas a facilitar el recambio de equipos en beneficios de la seguridad, eficiencia energética y sostenibilidad ambiental.
En conclusión, el acceso a bienes duraderos en el hogar es más que una cuestión de consumo: es un reflejo tangible de la desigualdad estructural en el Perú. Si bien se han logrado ciertos avances, las profundas brechas entre zonas urbanas y rurales siguen restringiendo oportunidades. Promover el acceso equitativo a equipamiento básico y tecnológico resulta esencial para cerrar la brecha social y garantizar un desarrollo más inclusivo.
La tenencia de electrodomésticos muestra brechas socioeconómicas persistentes entre zonas urbanas y rurales. Acceder a una refrigeradora o computadora aún es un lujo en millones de hogares rurales del país.