“Hay una debilidad crónica de la economía y de las instituciones en el Perú”
Para 2024, el economista Diego Macera, miembro del Directorio del BCRP y director del IPE, estima un crecimiento económico de 2,5 % y un aumento de la inversión privada de hasta 2 %. Sin embargo, advierte que el problema de fondo es que el país no estará creciendo más del 3 % en el largo plazo.
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Por Maribel Huayhuas
¿Cuál es su análisis con respecto al desempeño económico del Perú?
El país no está creciendo adecuadamente desde 2016 (4 %) y mucho tiene que ver con los problemas institucionales y políticos que estamos viviendo.
Ahora, si uno se centra solo en 2023, a la reducción de la confianza y los problemas políticos hay que agregarle dos temas más: los efectos de las protestas a inicios de año y el impacto climático (lluvias y temperaturas altas en el norte, y heladas y sequías en el sur del país), los que explican una caída fuerte en sectores como pesca y agro.
Ante ello, para el cierre de 2023 estimamos una caída del PBI de 0,3 %, resultado que está en línea con la proyección de otros especialistas y economistas.
Entonces, se espera un 2023 con un PBI ligeramente en rojo y un 2024 con un crecimiento económico de entre 2 % y 2,5 %.
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El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) había adelantado que el tercer trimestre de este año la economía cerraría a tasa negativa. ¿El cuarto trimestre se ubicaría también en rojo?
Para el último trimestre del año esperamos un resultado positivo, pero leve. Para este periodo estaríamos creciendo entre 0 % y 0,5 %, lo cual responde al resultado del cuarto trimestre del 2022, que fue bastante malo. Es un efecto estadístico pendiente. Por tanto, este último trimestre sería el primero que estaría en campo positivo, pero con un resultado magro.
Esperamos que la primera mitad de 2023 haya sido la más complicada, y contingente a lo que suceda con el fenómeno de El Niño, tengamos una economía más dinámica en la primera mitad del próximo año.
¿Cuándo podríamos salir de esta recesión económica?
Eso depende de cómo definamos la palabra “recesión”. Si tiene que ver con la caída consecutiva de la producción (por trimestres) podría ser para fines de 2024. Pero, si nos referimos a una mejoría en nuestra economía, eso va a demorar un buen tiempo. Más que hablar de la caída del PBI o de recesión, el problema central es que hay un debilitamiento crónico de la economía que va a la par con el debilitamiento progresivo de las instituciones.
Además, nuestra tasa de crecimiento base fluctúa entre 2 % y 3 % y eso es increíblemente insuficiente para el Perú. El problema de fondo es que no estaremos creciendo más del 3% a largo plazo.
¿Y cómo revertimos esta situación?
Lo más importante es que el Gobierno logre trasmitir una imagen de su trabajo con un equipo cuajado y efectivo a favor de la reactivación económica, con el gancho de impulsar la inversión privada.
Existen buenas intenciones y buenas ideas (de trabajo) en varios ministerios, pero todavía no se ha demostrado esa capacidad de ejecución e implementación real que, ojalá, pueda aparecer en la primera mitad de 2024. Más allá de lo que informa el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) sobre acciones o políticas, es vital que se sepa el trabajo que está realizando el gabinete ministerial.
Por otro lado, referente a acciones de largo plazo, se debe tener una agenda de trabajo con políticas y reformas sectoriales. Hay espacios (en sectores) muy obvios para mejorar en producción y productividad, tales como Agro, Minería y Turismo. En el caso de Minería hay proyectos que podrían salir relativamente rápidos si hay voluntad.
También debe haber una agenda transversal que apunte a una mejora en materia laboral. En este punto, Perú ha perdido muchas posiciones en este aspecto en los últimos 20 años, específicamente por temas de contratación formal, cada vez más caro, complejo y rígido; un tema donde hoy nadie quiere “poner el cascabel al gato”.
También es importante trabajar la optimización en el sistema tributario. Aquí hay dos temas. Primero, dar predictibilidad a las empresas para saber cómo se van a tratar y resolver las controversias. Lo segundo es sobre los incentivos a las empresas para que puedan seguir creciendo y no sientan que el crecimiento es una penalidad. Es un tema grueso que se debe tratar, ya que es un punto transversal.
Con respecto a la inversión privada, varios especialistas han proyectado una caída para el cierre del año, ¿cuál es la proyección del IPE y qué proyectos podrían dinamizar la inversión?
El IPE proyecta para la inversión privada una caída de 7 % para este año y para 2024 lo más probable es que tengamos un crecimiento de entre 1 % y 2 %.
En minería, hay varios proyectos. Por ejemplo, en el espacio de reposiciones tenemos Antamina, en Áncash, valorizado en US$ 2 000 millones. También hay nuevos proyectos, como San Gabriel, de la compañía Buenaventura; y Zafranal, en Arequipa, para 2025. Estos proyectos pueden mover la aguja hacia arriba.
Lo relevante de esto es que la minería pueda aportar significativamente a la inversión privada, pues es el único sector que puede atraer capitales del exterior, en un plazo relativamente corto y descentralizado.
¿El consumo privado también tendría un débil crecimiento en 2024?
El consumo privado debería registrar algo de normalidad en 2024 en la medida que la inflación baje. Por ello, esperamos que la inflación regrese al rango meta en el primer trimestre o en el segundo trimestre del próximo año, siendo un tema importante para el consumo.
Lo otro es que la confianza y las expectativas (del consumidor) puedan seguir recuperándose, lo que es un supuesto importante; y, con eso, se tenga quizá una reactivación progresiva del mercado laboral y de los ingresos. Con todo ello tendríamos un consumo privado con una tasa cercana al 3 % para 2024.
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