Perú ocupa el séptimo lugar en las Américas en libertad económica

Perú ocupa el puesto 50 entre las economías más libres del mundo en el Índice 2021 de la Heritage Foundation, con un puntaje de 67,7.

 

Su puntaje general ha caído 0.2 puntos, principalmente debido a una disminución en la efectividad judicial.

 

Perú ocupa el séptimo lugar entre 32 países de la región de las Américas, y su puntaje general está por encima de los promedios regionales y mundiales.

 

La economía peruana permanece nuevamente en los tramos superiores de la categoría moderadamente libre este año a pesar de la agitación política en curso, indicó Heritage Foundation.

 

«Dos debilidades identificadas por el Índice que continúan limitando la libertad económica incluyen un estado de derecho relativamente débil, que se refleja en los puntajes del Índice de derechos de propiedad, efectividad judicial e integridad gubernamental, y la necesidad de realizar más reformas en el código laboral», remarcó.

 

IMPACTO DEL COVID-19:

 

Al 1 de diciembre de 2020, se habían atribuido 35,966 muertes a la pandemia en Perú, y se pronosticaba que la economía se contraería un 13,9 por ciento para el año.

 

Corrupción

El informe señala que la corrupción es amplia y afecta a toda la sociedad en todos los niveles del Gobierno, especialmente en la contratación pública.

 

El Índice de libertad económica es una serie de doce indicadores creados por The Wall Street Journal y la Fundación Heritage.

 

Su objetivo es medir el grado de libertad económica en cada país del mundo, es decir, el nivel de economía de mercado que un país admite.




Peter Anders: Seámoslo siempre

A punto de celebrar 200 años de la declaración de nuestra independencia, el concepto de libertad se encuentra muy presente en nuestras vidas, sobre todo en vísperas de un proceso electoral en el que decidiremos quién gobernará el Perú en los próximos cinco años.

 

La libertad es un concepto muy amplio, pero a la vez restrictivo, pues no todos podemos ejercerla de manera equitativa.

 

Si bien existen, entre otras, la libertad de estudiar, de trabajar, de acceder a la salud o a la justicia, no todos tenemos las mismas posibilidades de elegir dónde y bajo qué condiciones hacerlo, pues subsisten profundos abismos de desigualdad que no han podido ser superados en este bicentenario, en la medida que no hemos sido capaces de construir un Estado eficiente que trabaje para cimentar una sociedad con igualdad de oportunidades para todos.

 

No obstante, dentro de la poca o mucha con la que contemos, los peruanos hemos ido consolidando con mucho esfuerzo importantes espacios de libertad.

 

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Enfocándonos en materia económica, en los últimos 30 años el Perú ha aplicado un modelo donde prima la libertad, la cual ha permitido no solo un crecimiento importante de la inversión privada nacional y extranjera –al punto que hoy representa más del 80% de la inversión total del país-, sino sobre todo el surgimiento de millones de emprendimientos -grandes, medianos o pequeños-, de millones de peruanos que decidieron jugársela en su país.

 

De esta manera se mejoró la calidad de vida de nuestras familias y, a la vez, se generó importantes fuentes de trabajo directo e indirecto para nuestros compatriotas.

 

Esta libertad económica conlleva derechos de propiedad, libre comercio, libertad monetaria y un Estado de Derecho garantizado por la Constitución.

 

Así, tenemos la libertad para invertir, para decidir dónde colocar el capital que tenemos, dónde comenzar nuestro propio negocio y hasta dónde y cuándo comprar acciones de bolsa o cómo ahorrar para nuestra jubilación.

 

Es obvio que esta libertad debe ir de la mano con un Estado que la promueva, que fiscalice que en nombre de ella no se comentan excesos ni abusos, que genere un clima de convivencia donde primen la libre competencia y el bien común. Un Estado que sea capaz de administrar de forma eficiente los recursos generados precisamente por un modelo económico donde la inversión privada paga impuestos, que luego deben servir para financiar servicios básicos de calidad para quien los necesite.

 

No se puede dejar de mencionar que, gracias a este esfuerzo, tenemos también la libertad de suplir lo que no nos da este Estado ineficiente y muchas veces indolente, en materia de calidad educativa, salubridad, vivienda, infraestructura o telecomunicaciones.

 

Dramáticamente, la pandemia del coronavirus nos ha hecho perder mucho a todos: un familiar cercano, un ser querido, amigos, compañeros, vecinos o colegas. También hemos perdido puestos de trabajo y los sueños que pusimos en empresas hoy quebradas, así como el bienestar propio y familiar.

 

Como si fuera poco, esta enfermedad también ha revelado actitudes ruines y canallas de quienes no dudaron en aprovecharse de un cargo público, una situación de privilegio o posición de dominio para beneficiarse y enriquecerse a costa del dolor ajeno.

 

Sin embargo, esto no debe llevarnos de ninguna manera a culpar al sistema o al modelo para pretender implantar un Estado controlista, absoluto, que se sienta capaz de decidir en cada espacio de nuestras vidas.

 

“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, dice un viejo refrán que hemos escuchado desde niños.

 

Tal vez, por lo cotidiana, no seamos plenamente conscientes de la libertad de la que hoy en día gozamos. Por eso debemos analizar muy bien a quiénes confiaremos nuestro futuro este domingo 11 de abril.

 

No vayamos a perder, también, nuestra libertad.

 




Gabriel Tudela y su defensa de la libertad económica

Gabriel Tudela Garland condujo la Cámara de Comercio de Lima (CCL) entre 1970 y 1972, años difíciles por el militarismo que gobernaba al Perú. Por ello, su desempeño se desarrolló en los frentes político e institucional.

 

En lo político, tras la reforma agraria decretada en 1969 por el gobierno de Juan Velasco Alvarado, pues en 1970 se intensificó la intervención del Estado en la vida económica del Perú, mediante el establecimiento de un rígido control de cambios y de la repatriación de capitales.

 

La CCL, presidida por Tudela Garland, salió al frente señalando que dicha medida respondía a una filosofía económica caracterizada por la intervención directa del Estado en las actividades y resortes económicos básicos del país. Puntualizó que, si la transacción de la moneda extranjera no es acompañada de una política fiscal monetaria y crediticia adecuada que asegure la estabilidad monetaria y fiscal, provocaría (como ocurrió luego) la fuga de capitales dejando al país con escasas inversiones.

 

En 1971 el gobierno militar presentó su Primer Plan Quinquenal para el periodo 1971-1975. Luego de un exhaustivo análisis, la CCL formuló serias observaciones, señalando que se pretendía sustentar el desarrollo del país, sobre la base del rol protagónico del Estado, sobrevalorando la capacidad de inversión de las empresas públicas, en desmedro de la iniciativa privada.

 

Eduardo Iriarte Jiménez

 

Fedecam

 

Con el propósito de fortalecer la unidad de las cámaras de comercio del país frente a las medidas estatistas dictadas por el gobierno militar, en 1970 la CCL impulsó, con base en las cuatro federaciones regionales, la organización de la Federación Nacional de las Cámaras de Comercio del Perú (Fedecam).

 

Uno de los acuerdos de Fedecam fue establecer un diálogo directo con el Gobierno, tanto para señalar sus objeciones sobre las medidas que recortaban la libertad económica, como para plantear alternativas destinadas al fomento de las inversiones y del libre comercio.

 

Fedecam se convirtió así en la interlocutora de las cámaras de comercio del país, pronunciándose frecuentemente contra las medidas de control económico del Gobierno. De igual modo, en 1970, la CCL promovió la Primera Convención de Cámaras de Comercio del Grupo Andino, que fijó su sede en Lima.

 

Reorganización

 

Todo estas acciones, generaron la incomodidad del gobierno militar, que en más de una ocasión amenazó la libertad individual de Tudela Garland, así como el funcionamiento de la CCL. En 1971, el entonces presidente del gremio impulsó la reorganización administrativa de la CCL creándose la Gerencia de Administración y de Servicios, así como las gerencias de Promoción Empresarial y de Relaciones Públicas.

 

Se estableció también, por primera vez en la CCL, un servicio de Télex para uso exclusivo de sus asociados, a través de un acuerdo con All América Cables & Radio Inc. y con la West Coast o América Telegraph Co. Ltd. Finalmente, en 1972 Tudela Garland inició las tratativas para la adquisición del local que actualmente ocupa la CCL en Jesús María. Durante su gestión entre 1970 y 1972, el local de La Cámara se encontraba en la cuadra 3 de la Av. Abancay.