Rosa Bueno: El pueblo productivo
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Las micro y pequeñas empresas (Mypes) están reclamando al gobierno estabilidad política, social y económica para poder seguir trabajando y jugándosela por el Perú.
Incluso, han recordado al gobierno que la inversión privada –de la que tanto denostan los voceros del mismo- es también la de ellos; aquella que miles de emprendedores destinan para crear y desarrollar una empresa a través de la cual generan miles de puestos de trabajo directos e indirectos, e impulsan el consumo con el que se echa a andar el motor de la economía y se promueve el bienestar de las personas.
De esta manera, se busca hacer entender al profesor Castillo, sus ministros, congresistas, miembros de su partido y a sus socios políticos, que cuando se ataca a la inversión privada, se le hostiliza y cambia repentinamente las reglas de juego, no solo se amenaza a las gigantes corporaciones multinacionales o las grandes o medianas empresas, sino también a todo el tejido de micro y pequeños empresarios que, desde los orígenes mismos de nuestra república y a lo largo de generaciones, no hace sino trabajar con esfuerzo y dedicación.
¿Acaso no saben que fue en una bodega de barrio donde se inició la que sería años tarde la más importante cadena de supermercados en el Perú? ¿No fue la iniciativa de una familia provinciana la que comenzó la historia de una embotelladora peruana de refrescos que hoy en día cuenta con plantas en los cinco continentes donde compite con las más grandes marcas de gaseosas? ¿Ignora que un humilde migrante fue quien fundó en un pueblo de los andes un pequeño bazar que gracias a su coraje se convertiría en la más importante importadora y comercializadora de artefactos electrodomésticos?
Fueron esos pequeños empresarios y sus descendientes que, manteniendo viva la llama del emprendimiento, hicieron posible sus sueños -a pesar de las crisis económicas, a pesar del terrorismo, a pesar de miles de obstáculos que superaron-, porque confiaban en el país.
Hoy esa confianza se está convirtiendo en un espejismo para los miles de emprendedores que aspiran a seguir este camino de superación, debido a la incertidumbre, desconfianza, desconcierto e inestabilidad que premeditadamente provoca día a día este gobierno.
Una prueba de ello es ese afán sospechosamente pertinaz de seguir impulsando la convocatoria a una Asamblea Constituyente, con una composición más que cuestionable al pretenderse que su totalidad no sea producto del voto libre, universal y secreto. Y es que cuando se creía que este era un capítulo superado al haber sido archivado por el Poder Legislativo, ahora volvemos a escuchar al Poder Ejecutivo señalar que es momento de debatir la posibilidad de que se lleve a cabo un “momento constituyente”.
¿A qué viene nuevamente este afán por seguir generando inestabilidad? ¿Qué es lo que se busca? ¿No será precisamente aquello, es decir, seguir atizando un clima de crispación y enfrentamiento, de agudización de la crisis económica, de desempleo, hambre, insalubridad y descontento generalizado para provocar un caos al que se denomine “momento constituyente”?
Toda la ciudadanía, o “el pueblo” como le gusta decir al profesor Castillo, debemos estar alerta para no caer en este tipo de maniobras. Lo que necesita nuestro país son condiciones claras que permitan a los hombres y mujeres emprendedores, hacer por el Perú lo que él debería estar haciendo: dar trabajo, confianza, seguridad, estabilidad y garantías mínimas de respeto a la Constitución por la que juró, así como por ley y la institucionalidad.
Los empresarios de todos los tamaños somos el pueblo productivo que crea más de 3 millones 688 mil puestos de trabajo formales y el que proporciona el mayor aporte al Estado a través de sus impuestos, para que con ellos se ofrezca servicios básicos eficientes en educación, salud y seguridad, entre otros, a los sectores más vulnerables.
Nuestro país necesita hoy más que nunca de esta fuerza empresarial, pues se trata de ciudadanos comprometidos con el Perú, de gente honesta y trabajadora que sigue creyendo firmemente en el presente y futuro de esta tierra.
Las micro y pequeñas empresas son las semillas de donde crecen los árboles de los cuales luego se cosecharán los frutos de un destino mejor para todos. Esas MYPES que celebraron su día el 15 de mayo, son también parte del pueblo y son las que hoy en día debemos cuidar más que nunca. A ellas, mi permanente reconocimiento por hacer cada día más grande al Perú.