Rosa Bueno: Diálogo y desarrollo
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Los peruanos somos testigos de un nuevo capítulo de la crisis social y política que cada cierto tiempo vive nuestro país. Pero, lejos de horrorizarnos, pareciera que nos fuéramos acostumbrando a la inestabilidad, el caos, la muerte, la barbarie; nos vamos acostumbrando al bloqueo de carreteras, intento de toma de aeropuertos, destrucción de activos críticos y pareciera que cada vez nos duele menos la muerte de otros peruanos.
El desborde de las protestas se convierte en la coartada perfecta para que el vandalismo florezca. Hasta el viernes pasado, trece regiones del país se encontraban sumidas en el conflicto, y juntas aportan el 34,5 por ciento del PBI nacional. El Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima ha calculado que las pérdidas diarias en ventas ascienden a 1581 millones de soles. Los sectores servicios (442 millones de soles) y comercio (366 millones de soles) son los más afectados.
Tal como hemos comentado más de una vez, el Perú necesita recuperar rápidamente la senda de crecimiento, y para lograrlo es necesario que los gobiernos regionales rápidamente comiencen a ejecutar los presupuestos asignados. Sin embargo, debido a la crisis actual, sucede todo lo contrario: las pérdidas diarias en inversión pública no realizada ascienden a 66,5 millones de soles.
La falta de diálogo solo trae más conflicto, y lamentablemente las personas con economías más precarias son las que pagarán la factura de los desmanes. Los conflictos afectan la capacidad de pago de los créditos otorgados a mypes y personas naturales: un día antes de la nueva ola de violencia, cuando la crisis estaba focalizada en 10 regiones, el monto estimado era de 18 000 millones de soles; al finalizar la semana pasada, tal estimación ascendió a 20 932 millones de soles, y un 14,9 por ciento del total de este tipo de créditos otorgados por el sistema financiero.
El impacto de esta incertidumbre se sentirá principalmente en el interior del país. Reconstruir la infraestructura no será barato ni fácil y distraerá recursos que pudieron destinarse a construir nueva infraestructura. Los negocios relacionados con el turismo, que comenzaban a recuperarse tras la pandemia, difícilmente podrán superar el año. La Organización Internacional del Trabajo considera que el sector es un importante motor de crecimiento económico, desarrollo empresarial y creación de empleo, en particular para las mujeres, los jóvenes, los trabajadores migrantes y las comunidades locales. Todo eso ahora pende de un hilo.
El daño que sufre nuestra imagen internacional es incalculable. Ya no somos vistos como una plaza de inversión y dejaremos de ser destino de inversiones, si ello ya no ha ocurrido. Hoy somos vistos como un país conflictuado, sin rumbo ni capacidad de diálogo.
El ejercicio de la protesta ciudadana no debe permitir desbordes delincuenciales que comienzan a hipotecar nuestro futuro. Y esa afectación no es teórica. Por ejemplo, el Ministerio de Educación señala que hay 8 millones de niños que no recibirán materiales. Tras una pandemia y la pérdida de clases por todos conocida, no deberíamos darnos el lujo de que ese material escolar no llegue a las manos de los alumnos, cuando es claro que las tasas de educación en el país deben mejorar.
En este contexto, el Perú necesita que sus congresistas actúen anteponiendo el interés del país a sus intereses personales y tomen las medidas necesarias para estabilizar al país hasta las nuevas elecciones. Debe recuperarse el estado de derecho y el principio de autoridad. Nadie está por encima de la ley. Por ello deben investigarse las muertes ocurridas durante las protestas y determinar si hubo exceso en el uso de la fuerza y, de ser el caso sancionar el mismo. Por otro lado, los vándalos y violentistas que se filtran en las protestas deben ser sancionados con todo el peso de la ley y asumir la responsabilidad por los daños causados, incluyendo el terrible asesinato de un policía en Juliaca.
Con ello tendríamos las condiciones mínimas para iniciar el diálogo. Necesitamos escucharnos y entendernos entre peruanos. Debemos respetarnos. Sin duda existe una agenda social postergada, que debe ser atendida por el gobierno, pero también existen miles de emprendedores que emplean cientos de miles de trabajadores “el pueblo productivo” al que representamos en la CCL. Ellos necesitan trabajar para llevar el sustento a sus familias.
No podemos seguir así. Necesitamos acciones concretas. Insistimos, necesitamos dialogar entre peruanos. Solo así, retomaremos la senda de crecimiento que generará los recursos para lograr el desarrollo de todos.