Querido Niño Jesús
A pocos días del 25 de diciembre, con fe y optimismo, casi de niños, desde la CCL queremos expresarte nuestros deseos y peticiones para el Perú en esta Navidad.
Como bien sabes, nuestro país atraviesa una profunda crisis, tanto política como económica. Aunque siempre nos alientas a confiar, hay momentos en los que hacerlo resulta sumamente complicado. En especial, cuando el deterioro institucional es tan evidente y las autoridades están inmersas en conflictos subalternos, donde lo que brilla por su ausencia es el interés nacional.
En estos momentos necesitamos, sobre todo, esperanza. Que esta nos ayude a recuperar la confianza y la fe en que es posible salir de esta situación. Para ello, ciudadanos y autoridades debemos trabajar en sintonía, dejando de lado reproches y polarizaciones. Es un considerable desafío, pero, para ti, no existen imposibles.
Para avanzar como sociedad, necesitamos una dosis extra de respeto, tolerancia y empatía. Concédenos la capacidad de escuchar y respetar las opiniones diferentes, así como de exigir respeto por aquellos que no tienen voz. Únicamente mediante el mutuo respeto, la tolerancia activa y la capacidad de comprender el sufrimiento ajeno, lograremos un país más justo y equitativo.
Sin duda, también requerimos una mayor dosis de solidaridad. Cada peruano debe abandonar la perspectiva centrada exclusivamente en sus intereses individuales y tender la mano al prójimo. La solidaridad es justa y necesaria, más aún ahora que el índice de hambre es el más alto en 10 años y hay un retroceso en el empleo formal. Los peruanos somos resilientes, pero, a veces, estas pruebas parecen exceder nuestra capacidad de sobreponernos, aunque con tu ayuda siempre lo hacemos.
Pedir integridad para nuestras autoridades, empresarios y ciudadanos, en general, esperamos no sea un ruego en demasía. Los peruanos necesitamos recuperar la honestidad y la ética. Ser coherentes entre lo que predicamos y hacemos, desterrar la corrupción de nuestras vidas. Todas las encuestas señalan que la falta de seguridad y la corrupción son los mayores problemas que afrontamos. No en vano van de la mano.
Qué difícil querer usar en esta carta un tono más cercano a los villancicos de estas fiestas ante tantos asuntos apremiantes. Los problemas económicos son acuciantes. Necesitamos hacer frente a la crisis económica que nos aqueja, atrayendo inversiones que nos permitan recuperar trabajos formales y de calidad para nuestros ciudadanos. Para ello, necesitamos señales claras de nuestros gobernantes. Ellos, qué duda cabe, necesitan dosis extraordinarias de sabiduría, decisión y, sobre todo, capacidad de ejecución.
Cuando el Ejecutivo logre destrabar dos o tres grandes proyectos de inversión durante el primer trimestre de 2024, inicie y ponga en marcha un auténtico plan de combate contra la delincuencia, fortalezca las capacidades de los funcionarios públicos, desmantele la tediosa tramitología existente y nos libre de leer titulares cotidianos en la prensa sobre corrupción, entenderemos que nuestras súplicas han sido atendidas.
Por otro lado, necesitamos tu ayuda para que en el Congreso ‘Los Niños’ no hagan de las suyas, que todos muestren su mayoría de edad y que empiecen a trabajar por el país. Necesitamos que los congresistas concentren sus esfuerzos en proyectos de ley orientados a fomentar la inversión, formalizar la economía y, especialmente, liderar una reforma que restaure la confianza en la política, para que podamos elegir entre menos y mejores opciones que nos permitan votar por ciudadanos idóneos e íntegros.
Niño Jesús, ya un poco avergonzados, debemos pedirte que hagas entrar en razón a las instituciones que garantizan el Estado de derecho en el país, que se dediquen a ello y dejen sus actitudes recientes, las que vienen politizando la justicia y judicializando la política, según se mire. Estas rencillas nos están hundiendo en una profunda crisis institucional que no nos ayuda en la reactivación del país, tan necesaria para hacer retroceder a la pobreza que nos amenaza con truncar un futuro para nuestra infancia.
Terminando esta larga lista de deseos, te pedimos que el fenómeno de El Niño, que honra tu nombre, sea leve y que las placas tectónicas se calmen, pues, como ves, la Magdalena no está para tafetanes.
Amén.
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