Peter Anders: Palos de ciego (a)
Reproducir:
La ministra de Trabajo y Promoción del Empleo, Betssy Chávez, aseguró el último jueves que el empleo en el Perú creció 16,9% entre julio, agosto y setiembre del 2021 y que el desempleo cayó 5,3% en el mismo periodo.
Lo hizo basándose en el informe técnico “Perú: comportamiento de los indicadores de mercado laboral a nivel nacional” emitido por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), tomando en cuenta los resultados de la Encuesta Nacional de Hogares que realiza a lo largo y ancho del país.
Tras estas afirmaciones solo queda pensar que la ministra Chávez tiene un optimismo desbordante, porque una lectura integral de los resultados emitidos por el INEI evidencia que se requiere de una mirada crítica y, sobre todo, con conocimiento de cómo funciona no solo el sector laboral, sino también la economía nacional.
► Peter Anders: Tiza y desafíos
► Peter Anders: Optimismo vs realidad
La ministra debería entender que las cifras oficiales incluyen al empleo formal y al informal. Recordemos que, de cada 10 trabajadores, 7 trabajan en la informalidad, es decir, que se encuentran en total desamparo, al no contar con ningún derecho ni beneficio.
Igualmente, debería considerar que el empleo formal en el área urbana aún no recupera sus niveles prepandemia (-20,8%) y ni siquiera los del 2020 (-5,2%), mientras el empleo informal superó el año pasado sus niveles prepandemia (+7,8%) y largamente los niveles del 2020 (+22,9%).
Tampoco –siempre de acuerdo al INEI– el empleo adecuado ha superado sus niveles prepandemia (-14,6%), a diferencia del subempleo que siguió creciendo respecto a 2019 (+17,7%) y 2020 (+11,5%), mientras que la tasa de desempleo sigue por encima de los niveles prepandemia (+1,8 %).
En una crisis económica tan grave como la generada por el coronavirus, resultaba obvio que una de las primeras consecuencias sería el incremento del desempleo porque, ante la paralización total de actividades, la falta de recursos y la imposibilidad de seguir manteniendo puestos de trabajo, resultaba más factible despedir a un trabajador informal, al que no se le tiene que pagar ni siquiera una indemnización, pues no tiene a quién ni dónde reclamar.
De la misma forma, cuando la economía busca reactivarse, lo más fácil es generar puestos de trabajo informales porque contratar a trabajadores sin las exigencias que la legislación peruana impone, resulta mucho más rápido y menos costoso.
Otra es la historia de generar un empleo formal y de calidad. Hay muchos requisitos que el empleador debe cumplir, lo que supone tiempo y costos que asumir, además de la capacitación del propio trabajador.
No olvidemos que hay sectores de la economía donde es importante la productividad en los empleos, la cual no es precisamente una característica de los empleos informales que forman parte de esos “empleos recuperados” de los que se enorgullece la ministra Chávez.
La productividad laboral, es decir, la producción promedio de un trabajador en un periodo de tiempo, debería cubrir lo que suponen los costos salariales, una situación que no se da en el país.
Es cierto que si hay una recuperación en el sector agropecuario, pero este es el de menor productividad. Además, lo más probable es que muchos trabajadores de los sectores manufacturero o minero que perdieron sus empleos, hayan optado por ir a trabajar al campo.
Esta situación evidencia la necesidad de una reforma laboral que de paso a un régimen que flexibilice y promueva la contratación de trabajadores formales por parte de las empresas, lo que no sucede con las actuales condiciones. Recordemos que el Perú se encuentra entre los países con la legislación laboral más rígida y costosa de la región, tanto en contratación como en desvinculación.
Estas reflexiones corroboran que cuando uno analiza un informe técnico, debe considerar todas las variables para hacer un diagnóstico equilibrado y realista.
De nada vale leer solo la parte que “nos conviene”, maquillar cifras o presentar como un gran logro algo que no lo es, porque uno de los más graves problemas que sufre el país hoy en día, en este momento, es la falta de trabajo y oportunidades. Sería necio no aceptarlo.
No hay peor ciego (o ciega) que el/la que no quiere ver.