Peter Anders: La fe es lo último que se pierde
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Como si no bastaran las crisis sanitaria y económica provocadas por la pandemia del coronavirus, agudizadas aún más en nuestro país a causa de la inestabilidad e incertidumbre política y social, una nueva amenaza se cierne sobre el mundo: la escasez de alimentos, energía, insumos y equipos destinados a la producción.
Las presiones alcistas sobre el tipo de cambio y los problemas de abastecimiento y en la cadena de suministros han generado un alza global en los precios de productos básicos como el trigo, el aceite y los combustibles, entre otros.
En el caso concreto del Perú, se suman a esta oscura perspectiva los desaciertos, inseguridades y desconfianzas provocadas desde los primeros días de su gestión por el Gobierno del presidente Pedro Castillo.
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Volviendo a la situación global, todas las economías están siendo afectadas debido principalmente a que las grandes cadenas de suministros –básicamente transporte marítimo y terrestre– enfrentan enormes y graves dificultades para funcionar de manera normal, al punto de romperse la fluidez que existió antes de la pandemia.
Hoy en día existe una gran escasez de contenedores, los fletes se han elevado exponencialmente –llegando a pasar, en algunos casos, de US$ 2.000 por contenedor a más de US$ 20.000– y los principales puertos han colapsado por la masiva afluencia de barcos en espera de que su carga sea procesada. A esto se suma una nueva racionalización de la energía eléctrica en las zonas de producción de China.
¿Los resultados de tremendo panorama? La demanda está superando la oferta no solo porque la producción en distintas partes del mundo ha sido afectada ante la obligada paralización de actividades por la COVID-19, sino también porque ante las dificultades de la cadena de suministro, no hay capacidad de respuesta rápida, lo que está afectando no solo el rubro de los productos básicos, sino que se viene extendiendo a diversos sectores productivos, lo que altera el normal desenvolvimiento económico en los países.
Como se mencionó líneas arriba, no había que tener una bola de cristal para predecir que esto se traduciría en una escasez de alimentos, insumos y equipos para la producción mundial, lo cual a su vez acarrea un incremento de precios que deberán ser trasladados a los consumidores o ser asumidos por las ya golpeadas empresas, con el consiguiente recorte de su margen de utilidad que trae como resultado menos inversiones, afectación de puestos de trabajo y menor capacidad adquisitiva de la población.
Este entorno adverso encuentra lamentablemente al Perú en un momento de debilidad y escepticismo sobre su porvenir, porque el Gobierno no termina de entender la dinámica de la economía; pues en lugar de fortalecerla promoviendo las inversiones, la creación de nuevos empleos, la generación de riqueza o la promoción de la demanda que son sus principales motores, se empeña en seguir creando un clima de confrontación, intervención innecesaria del Estado y formulando propuestas políticas sin sustento que a nada bueno conducen.
Frente a la crisis mundial, el Perú no puede darse el lujo de profundizar su crisis interna, por lo que es imperativo que el Gobierno corrija el rumbo y adopte medidas concretas para reducir el impacto que tendrá este componente internacional, principalmente en nuestra población más vulnerable.
Ello pasa por impulsar la recuperación, creando un clima de confianza para la inversión privada, además de garantizar la predictibilidad jurídica y estabilidad política.
También es necesario no bajar la guardia ante la amenaza de la pandemia –que no se ha ido– pero a la vez seguir ampliando –cumpliendo todas las medidas de bioseguridad– los aforos de los locales comerciales, de modo que las empresas y emprendimientos puedan seguir operando.
Es importante, igualmente, destrabar y desburocratizar muchos de los trámites que se deben hacer en el Estado. Luego de casi dos años de emergencia sanitaria, hay normas que ajustar o inclusive eliminar, porque hoy representan un serio obstáculo para el desarrollo del país.
Corresponde al presidente Pedro Castillo definir un rumbo que nos lleve a recuperar el crecimiento económico para volver a reducir la pobreza y llevar el bienestar a más peruanos.
La presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, presentará y debatirá este lunes la política general del Gobierno para los próximos meses, tras lo cual solicitará el voto de investidura al Congreso de la República.
Confiemos que en su exposición anuncie medidas que permitan recuperar el tiempo perdido y enfrentar con buen pie lo que viene, porque sin ser alarmistas, no será nada fácil. Medidas que permitan retomar el crecimiento del cual nos hemos sentido orgullosos en las últimas décadas. Nunca olvidemos que el Perú ha sido –en el pasado– el líder en crecimiento regional.
Confiemos, entonces, porque la fe no solo es lo más lindo de la vida, sino porque también la fe es lo último que se pierde.