Generar empleo formal
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Si bien el mayor impacto de la pandemia mundial del coronavirus es la irreparable pérdida de vidas, que en el caso de nuestro país supera –según cifras oficiales –los 30,000 muertos, igualmente grave y dramática es la pérdida de puestos de trabajo, que impide a millones de familias acceder al bienestar que con tanto esfuerzo habían construido, incluyendo servicios básicos como la salud y la educación.
Se estima que 6 millones 700 mil trabajadores a nivel nacional han perdido sus empleos en los últimos meses. Es una cifra que, al igual que las de los fallecidos, resulta escalofriante. Revertir esta situación es responsabilidad de nuestras autoridades y de nosotros, los empresarios.
Para iniciar el camino de la recuperación –que parece darse con una menor caída del empleo en el trimestre junio, julio y agosto- es necesario en primer lugar hacer un diagnóstico del punto de partida.
La crisis económica que devino en una crisis del empleo, ha impactado principalmente en quienes tienen únicamente educación primaria y secundaria, es decir, con menor capacitación y que, por lo general, forman parte de los millones de trabajadores informales de nuestro país.
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en el trimestre móvil junio, julio, agosto 2020, la Población Económicamente Activa (PEA) disminuyó en 45% -respecto a similar periodo del 2019- entre quienes tienen educación primaria o menor nivel educativo.
Asimismo, el otro grupo más afectado fue el de los jóvenes, pues el empleo juvenil, que corresponde a la población ocupada de 14 a 24 años de edad, cayó 43,7% en los periodos comparados.
Si bien por su propia naturaleza no es posible medirlo con certeza, muchos economistas estiman que estos porcentajes remiten a la pérdida del empleo informal, aquel que no le otorga al trabajador ningún beneficio social ni muchos genera un respaldo para situaciones como la que afrontamos.
En esa medida, cualquier planteamiento de reactivación con miras a recuperar el empleo debería considerar cómo incorporar, bajo un nuevo esquema, a los trabajadores menos capacitados y a los jóvenes.
Ello debería pasar por un programa de reentrenamiento de las personas e identificar sus opciones de reinserción laboral.
Recordemos que el mundo post pandemia exigirá nuevas destrezas, vinculadas con la digitalización de muchos bienes y servicios que antes se brindaban de manera distinta.
Además, con ello podríamos comenzar a formalizar mucho más el empleo, pues el hecho de tener que abrir cuentas bancarias para acceder a la ayuda social del Estado es un primer paso en esa formalización de quienes hasta antes de la Covid-19 laboraban de manera informal.
De igual manera, debemos plantearnos programas especiales para los jóvenes. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más de la cuarta parte de los jóvenes que forman parte de la fuerza laboral de América Latina estaría buscando activamente un empleo, pero no lo podrán conseguir en una coyuntura como la actual. Es más, una buena parte de ellos venía desempeñándose también en el sector informal.
Se requiere entonces de programas específicos para jóvenes, quienes además podrían retornar a sus estudios, pues son miles los que tuvieron que dejarlos por la falta de ingresos.
La tarea es ardua y cuesta arriba pero también representa una oportunidad para cambiar las estrategias que tenía nuestro país para incorporar más trabajadores al sector formal y para promover el empleo entre los jóvenes.
No se trata solo de resolver el problema actual del desempleo, sino de mirar el futuro para generar empleo formal de manera sostenible.
De este modo, retomar el crecimiento económico tendrá un verdadero sentido.