Peter Anders: Avanzar con prudencia
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En la misma senda de recuperación de la economía mundial, el Perú ha comenzado a registrar indicadores de mejora, graduales aún, pero que representan una tendencia menos desalentadora de la que se proyectó meses atrás.
En agosto la economía peruana retrocedió 9,8%, menos que los dos dígitos de meses anteriores, y en septiembre las estimaciones de nuestro Instituto de Economía de Desarrollo Empresarial (IEDEP) proyectan una caída de 8,4%.
Pero sin caer en pesimismos, hay riesgos que evaluar en el contexto nacional y mundial que nos deben llevar a ser prudentes y tomar previsiones.
A nivel mundial, si bien las economías de los países desarrollados comenzaron a superar las drásticas caídas producto de la necesaria parálisis de sus actividades y retomaron gradualmente sus actividades, ahora ante una segunda ola de contagios se han visto obligadas a un nuevo confinamiento y cierre de ciertos sectores, cuyas repercusiones aún no se puede predecir.
El Fondo Monetario Internacional ha advertido en su último reporte de perspectivas de la economía mundial que “aunque la recuperación de China ha ocurrido con más rapidez de lo esperado, el largo camino que deberá recorrer la economía mundial para retomar los niveles de actividad previos a la pandemia sigue siendo susceptible a obstáculos”.
Eso supone entonces que cualquier mejora que esperemos en nuestra economía y en recuperar el nivel de vida de nuestros compatriotas, tomará todavía un tiempo.
A ello debemos sumar que el proceso electoral que tenemos en marcha rumbo a abril del 2021 significa un riesgo más que enfrentar. Es común que este tipo de etapas generen incertidumbre, sobre todo en la inversión privada nacional y extranjera, en la medida que se desconoce el rumbo que podría tomar el próximo gobierno.
Nuestro país ha exhibido en los últimos 30 años una estabilidad macroeconómica en torno a la cual nos convertimos en una plaza atractiva para la inversión privada extranjera, orientada sobre todo a la minería, infraestructura, energía y comercio. Ahora esta inversión ha caído en 72%, el mayor retroceso en la región.
Por si fuera poco, en las últimas semanas el Congreso ha aprobado una serie de medidas que no favorecen el crecimiento económico que ayudará a miles de peruanos a salir de la pobreza.
Con este panorama no es difícil predecir que la economía peruana va a tardar en recuperarse, con lo que ello supone para el deterioro del empleo, la recaudación fiscal y el bienestar de las familias.
En ese sentido, es imprescindible que la reactivación de las actividades económicas siga adelante, pero de manera sensata, a fin de evitar riesgos que nos hagan retroceder. Debemos velar por la vida y la salud de todos, en primer lugar, asumiendo un compromiso con las medidas de protección que nos permitan evitar la temida segunda ola de la pandemia.
Hasta el momento, nuestra economía está dinamizándose poco a poco al punto que –según el Banco Central de Reserva (BCR)– registró, en agosto último, la segunda menor caída frente a otros países de América Latina.
A ello se suma que el FMI la semana pasada elevó su pronóstico de crecimiento para la economía peruana en el 2021 de 6,5% a 7,3%.
Es hora de ver la luz al final del túnel.