Rosa Bueno: La tormenta anunciada

Algunos nubarrones se ciernen sobre nuestra estabilidad macroeconómica. La reciente rebaja de estable a negativa en la perspectiva de la calificación soberana realizada por Fitch Ratings merece ser tomada como alerta de que una eventual tormenta se gesta en nuestro horizonte. Es cierto que la economía peruana mantiene aún la solidez de sus cuentas fiscales y externas, sin embargo, esto no ha evitado que las expectativas empresariales se mantengan en rangos negativos y no evitará una caída de la calificación crediticia, si el gobierno no toma medidas para evitarlo.

 

Que esto ocurra –o no– dependerá de si la incertidumbre política actual se extiende por más tiempo hasta afectar la performance macroeconómica del país, sea por un menor crecimiento, mayor caída de la inversión privada o afectación en los ingresos fiscales. De confirmarse esa tendencia, el efecto será un encarecimiento en el financiamiento externo, tanto para el gobierno como para el sector privado. El alza del costo del dinero tendrá el efecto de bola de nieve sobre los precios de nuestra economía.

 

Como sucede con las tormentas, la lluvia caerá de todos modos. Que la lluvia nos afecte, dependerá de si el Ministerio de Economía y Finanzas es capaz de desplegar un paraguas eficiente que nos permita capear el temporal. Para lograrlo requiere mejorar las condiciones internas, mediante el impulso de la inversión pública y privada.

 

El dinamismo de la inversión pública depende de que las nuevas administraciones regionales superen rápidamente la curva de aprendizaje y pongan manos a la obra para ejecutar los proyectos más estratégicos en sus regiones. La inversión pública en 2023 tendrá un presupuesto de 53 883 millones de soles, de los cuales 50,7 por ciento corresponden al gobierno nacional, 23,2 por ciento a gobiernos regionales y 26,1 por ciento a gobiernos locales. Estas cifras no significarán beneficio alguno para la población si la ejecución sigue siendo tan baja.

 

En el ranking de los gobiernos regionales que menos presupuesto han ejecutado, destaca el de Ancash; el nuevo gobernador deberá superar ese 28,5 por ciento de ejecución de los casi 900 millones de soles asignados.

 

Increíblemente esto sucede en una región en que la pobreza regresó a niveles no vistos los últimos once años; eso significa que más de 145 000 habitantes ancashinos pasaron a vivir nuevamente en condiciones de pobreza. Pero la baja ejecución no es un problema focalizado: está generalizado. Así, el gobierno regional de Junín figura como el más “eficiente”, con una ejecución actual de solo el 55 por ciento de su presupuesto, de poco más de 740 millones de soles.

 

El segundo caso es bastante más complejo, pues la inversión privada atraviesa un shock de desconfianza, imposible de revertir si la crisis de integridad continúa. Basta una mirada a las expectativas empresariales. El diario Gestión recordó que, aunque se recuperan en varios indicadores, todavía se mantienen en un tramo pesimista, según la encuesta realizada por el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). El medio recalcó que la perspectiva sobre el comportamiento de la economía, tanto a tres como a doce meses, se mantiene en la “zona roja” del pesimismo.

 

Incentivar que los inversionistas privados sigan apostando por el Perú es imperativo. Para ello se necesita voluntad política, por parte del Ejecutivo que deberá salir a explicar las graves denuncias de corrupción que recaen en el presidente y su entorno cercano. Asimismo, deberá mejorar la designación de funcionarios, escogiendo a los más capaces y probos. Por su parte, el Congreso de la República deberá ejercer su función de fiscalización y demostrar que al balance de poderes es la base de la democracia. En resumen, Ejecutivo y Congreso deben demostrar que estamos en un país viable.

 

Es momento de guarecernos de la tormenta que se avecina, para lograrlo necesitamos trabajar todos juntos.




Fitch Ratings rebaja perspectiva de calificación de Perú de BBB estable a negativa

La agencia de calificación de riesgo Fitch Ratings rebajó la perspectiva de calificación de Perú de BBB estable a “negativa”, aumentando el riesgo de que el país pierda su calificación “BBB”, y con ella su grado de inversión.

 

El deterioro de la estabilidad política y la efectividad del gobierno han aumentado los riesgos a la baja para la calificación, sostuvo Fitch en un comunicado.

 

Instituciones

Asimismo, sostuvo que el debilitamiento de las instituciones será difícil de revertir y que un gobierno más débil genera mayores riesgos a la baja para la inversión y el crecimiento económico.

 

“Fitch considera que el debilitamiento de las instituciones de gobierno político de Perú será difícil de revertir durante el período de pronóstico hasta fines de 2024 y que un gobierno más débil plantea mayores riesgos a la baja para la inversión y el crecimiento económico que la expectativa (que teníamos) a principios de este año”, indicó el reporte.

 

Agregó que la “alta rotación del gabinete y dos intentos fallidos de juicio político” que han generado el tumulto político que se vive actualmente. Además, consideró que las investigaciones por corrupción que involucran directamente al presidente ha impactado en la eficacia del gobierno.

 

Crecimiento

 

Cabe resaltar que la calificadora modificó a la baja su proyección de crecimiento para el Producto Bruto Interno (PBI) de Perú este año de 2,5% a 2,3%. Explicó que esta decisión se debe a la inestabilidad política y los conflictos sociales que han interrumpido la producción minera.




Luis Miguel Castilla: “La fragmentación política daña la inversión”

¿Qué significa el cambio de perspectiva de “estable” a “negativo” para Perú anunciado por Fitch Ratings?

Esto significa que Perú se junta al resto de países de la región que han visto reducir su perspectiva, incluso disminuir su calificación crediticia. En nuestro caso, según Fitch, ellos no advierten necesariamente un deterioro de la capacidad de pago y la solvencia del país, dado a que el Perú cuenta con uno de los ratios de deuda-producto más bajos para la calificación crediticia que es BBB.

 

Lo que más bien apunta a esta decisión es el hecho de que el populismo y la poca contención en la capacidad de gasto, llevadas adelante por el Congreso, y sin la capacidad de que el Ejecutivo las controle, van a hacer muy difícil que se implementen reformas que aumenten el crecimiento potencial del país.

 

La consecuencia de esto, eventualmente de darse una reducción de la calificación crediticia, tendría como resultado que se encarezca el fondeo del Gobierno cuando emita bonos soberanos y esto, a su vez, impactaría al sector privado porque el sector público es una referencia para ellos.

 

¿Afecta al desarrollo de inversiones esta calificación?

En principio no debería afectarla porque estrictamente hablando solo perjudica el costo del financiamiento del Estado y de hecho probablemente esta percepción de riesgo ya estaba interiorizada por el mercado.

 

Es más, hace un par de semanas el Gobierno pudo hacer una emisión soberana muy exitosa en el mercado internacional y esos problemas políticos ya se conocían y no se tendría por qué afectar la entrada de más inversión.

 

Lo que si daña es la incertidumbre electoral y el hecho de tener mucha polarización y fragmentación política, porque eso impide que se tomen ciertas medidas o se ponga en riesgo algunos temas como el capítulo económico de la Constitución y otros que creo que pesan más en la percepción de riesgo, que necesariamente el cambio en la calificación crediticia.

 

Si se llegara a perder el grado de inversión, ahí sí estaríamos hablando de otro tema absolutamente distinto y muy peligroso. Pero, eso no está en este momento en una previsión razonable.

 

Rol de los gremios es clave para la reactivación económica

Presidente Sagasti invoca a empresarios a apoyar reactivación económica

 

En ese sentido, ¿cómo toma las medidas anunciadas por el Gobierno para la reactivación económica?

Creo que la reactivación se está dando básicamente porque se permitió la reanudación de las actividades económicas y lo otro es el hecho de que los precios de los commodities como el cobre, oro y zinc estén altos, eso ayuda al sector minero que jala al resto de la economía.

 

Lo que sí está tratando de hacer el Gobierno es apuntar por la inversión pública, que tiene un potencial importante. Hay un Plan Nacional de Infraestructura que fue aprobado y hay proyectos que se supone debían ser destrabados, como la ampliación del Aeropuerto Jorge Chávez y la Línea 2 del Metro de Lima.

 

Además, hay facilidades dentro de Arranca Perú que mejoran los programas de subsidio de MiVivienda y Techo Propio. Eso podría movilizar el sector de la construcción y por el efecto que este tiene en la economía, ayudaría a la generación de empleo y mejoraría las condiciones de ingresos de la población.

 

El ministro de economía, Waldo Mendoza, ha dicho que la economía se está recuperando más rápido de lo esperado. ¿Está de acuerdo con ello?

Hay un efecto rebote. Por ello probablemente tengamos una de las recuperaciones más altas porque hemos tenido una de las caídas más pronunciadas en la región. Todos los estimados muestran un crecimiento alto el año entrante, pero reitero que el crecimiento de nuestro país en gran medida depende del gasto de los agentes privados, del consumo y de cómo vaya evolucionando el empleo.

 

Si bien nos vamos a recuperar, esto no significa que entremos a una fase de crecimiento sostenido. Se tendría que ver si en los siguientes dos o tres años volvemos al crecimiento que teníamos antes de la pandemia. En este momento no se ven fuentes de crecimiento que sean nuevas. Hay proyectos, pero muchos de ellos enfrentan una serie de trabas y este ambiente crispado impide la toma de decisiones.

 

¿Qué opina del anuncio del Gobierno sobre las fiestas de fin de año?

Estas restricciones probablemente no tengan mayor incidencia en lo económico yo creo que lo más complicado sería que venga una segunda ola y se vuelva a rebasar la capacidad de los hospitales públicos y de EsSalud.

 

El temor está más allá de la Fase 4 y es importante obtener una vacuna que mitigue ese riesgo que es la principal fuente de incertidumbre para la reactivación económica. Una vez que esto se logre despejar probablemente eso va reactivar más allá de temas puntuales a los que nos hemos referido.