Rosa Bueno de Lercari: Poder femenino
A lo largo de las últimas décadas, hemos sido testigos del esfuerzo conjunto, tanto de iniciativas públicas como privadas, por reducir las brechas de género en diversos escenarios profesionales. El mundo está empezando a experimentar una transformación en términos de equidad de género. Y, a medida que las barreras se rompen y las oportunidades se expanden, las mujeres están demostrando su capacidad para liderar, innovar y marcar la diferencia en diversos campos. El poder femenino en el Perú es más que un concepto; es una realidad en constante evolución.
Es fundamental el esfuerzo de diversas organizaciones del país, públicas y privadas, de incluir en sus agendas temas como equidad, diversidad y reducción de brechas de género. Visibilizar el liderazgo femenino es destacable, y esto es precisamente lo que ha hecho Forbes con la publicación de la lista de “50 mujeres más poderosas en el Perú”. Uno de los aspectos más notorios de esta lista es que se toma en cuenta cómo las candidatas inspiran e influyen en el cierre de brechas de género y en eliminar los estereotipos en el país. La inclusión de este criterio nos demuestra que, con su trabajo diario y silencioso, numerosas mujeres están contribuyendo en este afán, incluso más allá de las destacadas por Forbes.
Es alentador ver que a la fecha necesitamos cada vez menos disimular nuestra condición de mujer para alcanzar el éxito. Podemos ir maquilladas o con la cara lavada, calzadas en stilettos o zapatillas, y debemos recibir el mismo tratamiento de nuestros colegas hombres. Nosotras valemos por lo que somos, por lo que aportamos, por lo que logramos.
Hoy se valora en el liderazgo femenino, entre otros aspectos, la mayor rentabilidad en la gestión, la comunicación eficiente, la capacidad de romper paradigmas y la mayor retención de talento. Las empresas lideradas por mujeres tienden a llegar a nuevos públicos, lo que aumenta la influencia de la organización. El ingreso de mujeres al mundo empresarial ha permitido una evolución positiva de las marcas, que ahora aspiran a ser cercanas, amigables y responsables con su entorno. Asimismo, el aumento de diversidad de género en posiciones de liderazgo tiene un correlato con la menor rotación de personal, lo que genera importantes ahorros en la gestión de la empresa.
Estos cambios han resultado en un incremento notable del poder femenino, que se mide, tal como hace Forbes, no solo en términos de recursos administrados, como ingresos y patrimonio neto, sino también en términos de impacto en la población influida, la capacidad de llegar a nuevas audiencias, trabajar con creatividad y, por supuesto, con lograr —y superar— los resultados trazados.
En el Perú las niñas hoy pueden atreverse a soñar con la Presidencia de la República, la Fiscalía de la Nación, el Tribunal Constitucional, conducir en un rally o liderar misiones en la NASA, porque ven la presencia de las mujeres que abren las puertas en estos campos.
No obstante, la realidad de nuestro país es que una mujer muere cada dos días, el 25 % ha sido hostigada sexualmente en su trabajo y aún existe una brecha salarial importante en diversos sectores. Si bien es innegable el avance en términos de equidad, aún queda un camino importante por recorrer. Recae sobre nosotros —en especial en quienes tenemos el privilegio de ocupar posiciones de poder— la responsabilidad de continuar abriendo puertas y visibilizando nuestro trabajo para que la equidad sea una realidad para todas las mujeres del país.