Peter Anders: ¿Palabra de maestro?

El Gobierno prevé destinar S/ 35.700 millones al sector educación durante el 2022, lo que representa el 18,2% del Presupuesto General de la República del próximo año y un incremento de S/ 2.600 millones con relación al presupuesto del 2021.

 

Podría considerarse este aumento como una buena noticia y un avance muy importante en un país donde la educación ha sido literalmente una de las últimas ruedas del coche que todos empujamos en busca del desarrollo y crecimiento de nuestra sociedad.

 

No obstante, los hechos demuestran que la educación ha sido una vez más postergada, si es que no abandonada a su suerte, precisamente por un gobierno que hizo de la frase “palabra de maestro” su lema de campaña y, lo que es peor, bajo la administración de quien dice haber sido un dedicado maestro de escuela rural.

 

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No maestro; no hay aumento de presupuesto ni mayores recursos que puedan resolver el grave problema de la educación si ello no va acompañado de la firme decisión de garantizar un servicio educativo de calidad, eficiente y a cargo de los mejores profesionales para los millones de niños y jóvenes que esperan educarse, desarrollarse y alcanzar el bienestar para ellos y sus familias en nuestro país.

 

Asegurar un óptimo servicio educativo conlleva evaluar a los maestros con el mismo rigor que se exige a los estudiantes para sus exámenes; por tener una currícula libre de cargas ideológicas y sí llena de conocimientos y de capacidad para generar análisis; y por contar con maestros comprometidos con su quehacer antes que con un sindicalismo interesado en obtener prebendas del Estado.

 

Implica también respetar los importantes avances alcanzados en el licenciamiento de las universidades para evitar que muchas de ellas sigan estafando a las familias con la entrega de títulos a nombre de la Nación, a quien solo cumpla el requisito de pagar la pensión con la que se enriquecen sus inescrupulosos propietarios.

 

Una educación de calidad no pasa por pactar oscuros acuerdos y respaldos con aquellos grupos político económicos que han hecho de la educación una mercancía que venden al mejor postor.

 

Darle prioridad a la educación no se condice con dedicar los mayores esfuerzos del Gobierno en fortalecer el sindicato magisterial que auspicia al presidente de la República, a algunos de sus ministros, congresistas y funcionarios, con el objetivo de convertirlo en un partido político.

 

Buscar mejorar la educación en el Perú exige resolver cuanto antes la enorme brecha en infraestructura que asciende a S/ 98.000 millones, la cual se estima que recién podría cerrarse en 32 años.

 

¿Con este panorama podemos hablar de mejoras en la educación cuando nuestros estudiantes quizás retornen el próximo año a aulas derruidas, sin carpetas y escuelas donde no hay siquiera agua potable o servicios higiénicos? ¿El Estado y más el actual Gobierno han hecho algo en los últimos meses para preparar el retorno a las clases presenciales?

 

No hay palabra de maestro que valga en la situación actual. No hay palabra de maestro cuando lo que importa es el arreglo bajo la mesa antes que el compromiso con los estudiantes; y no hay palabra de maestro cuando se quiere destruir lo poco conseguido en materia educativa porque un pliego sindical así lo determina.

 

Y mucho menos existe la palabra de maestro cuando se juega con un doble discurso interesado más en narcisistas intereses personales, políticos e ideológicos, que en el bienestar de los alumnos.