Peter Anders: La banda y el sombrero

El presidente Pedro Castillo inició su mensaje a la Nación –a través del cual anunció que el señor Guido Bellido dejaba de ser jefe del gabinete ministerial–, ratificando “el compromiso del Perú con la inversión privada, remarcando la necesidad de que esta opere sin corrupción y con responsabilidad social, priorizando la diversificación productiva nacional”.

 

En la Cámara de Comercio de Lima no podemos sino destacar esta afirmación, pues como hemos sostenido reiteradamente, es la inversión privada la que ha permitido a nuestro país registrar un crecimiento sostenido de su economía, impulsando la creatividad de miles de emprendedores, así como generar los puestos de trabajo con los que millones de familias han salido de la pobreza y alcanzado el bienestar.

 

Es cierto que ha habido errores y, en algunos casos, excesos y abusos que no se pueden negar; pero toda rectificación debe hacerse respetando los cauces democráticos, garantizando el estado de derecho, además de la estabilidad y predictibilidad jurídicas, y no como fruto de imposiciones ni mucho menos respondiendo a intereses ideológicos o geopolíticos.

 

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Cómo no podemos estar de acuerdo también con la necesidad de que la inversión privada opere ajena a todo acto de corrupción, aunque muchas veces esta sea alentada desde un Estado burocrático, con funcionarios que no reúnen los más mínimos requisitos de idoneidad moral ni profesional.

 

La CCL está comprometida en desterrar cualquier manejo turbio que contamine la libre y leal competencia con la que los empresarios privados debemos trabajar, para lo cual –a través de su Comisión de Integridad y Lucha contra la Corrupción–, analiza y propone políticas públicas en esta materia.

 

También suscribimos la importancia de priorizar la diversificación productiva, para lo cual el Estado debe brindar las garantías necesarias, de modo que más peruanos o extranjeros apuesten por el país, invirtiendo su mucho o poco capital en emprendimientos que, fruto de su iniciativa, coraje y talento, impulsen la generación de riqueza, promuevan el consumo y la consiguiente contratación de más trabajadores.

 

Anteriormente hemos citado a un expresidente estadounidense, quien acertadamente afirmó que “el mejor programa social es un empleo”.

 

Dicho esto, corresponde ahora urgir al presidente Castillo y a su nueva presidenta del Consejo de Ministros, la señora Mirtha Vásquez, a recuperar el tiempo perdido, pues han sido más de dos meses en que el Perú ha estado paralizado por las actitudes del señor Bellido y su jefe y propietario del partido Perú Libre, el señor Vladimir Cerrón, quienes han pretendido imponer un libreto desfasado que solo ha provocado enfrentamientos, hambre, miseria y ruptura de la democracia allí donde ha sido aplicado.

 

El primer paso debería ser descartar la convocatoria a una Asamblea Constituyente, porque su solo enunciado agudiza la incertidumbre e inestabilidad política, jurídica y económica, que ahuyentan las inversiones y la confianza en el país.

 

Este debería ser uno de los ejes centrales de la presentación que la señora Vásquez deberá hacer ante el Congreso de la República para solicitar el voto de investidura. Y si bien de acuerdo al mandato constitucional tiene 30 días para hacerlo, esperemos que lo haga a la brevedad, pues ante la grave crisis que sufrimos no hay un minuto más que perder.

 

Otra decisión impostergable es corregir el nombramiento de personajes seriamente cuestionados en cargos públicos para los que no están calificados. Nos referimos, entre otros, a los casos de EsSalud e Indecopi.

 

En su mensaje, el presidente Castillo subrayó que es necesario abordar prioritariamente grandes problemas como la salud, el hambre y la pobreza en favor de la gobernabilidad. También invocó “a los sectores políticos, económicos y sociales… a la más amplia unidad para lograr juntos los objetivos comunes que tenemos…”.

 

Confiemos en que esos objetivos sean en realidad comunes para todos, pues el jefe del Estado debe entender que la gran mayoría de peruanos busca siempre lo mejor para el país, razón por la que no debe ver a quienes piensan distinto como enemigos a los cuales enfrentar y someter.

 

Si de enemigos se trata, ya debe haberse dado cuenta que en realidad son quienes hace poco estaban a su lado, minimizando su investidura, boicoteándolo, imponiéndole agendas, idearios o personas y que hoy no solamente le exigen cuotas de poder, sino que hasta lo amenazan y acusan de traición.

 

Es ahora –frente a ellos– cuando el profesor Castillo debe demostrar que tiene la capacidad de enmendar errores, que no está para pagar favores y que tiene las condiciones de estadista que el país le reclama.

 

El Perú necesita que –de una vez por todas– se quite el sombrero de la campaña electoral y se coloque con responsabilidad, firmeza y entereza la banda presidencial que la ciudadanía le confió.