• Peter Anders: «Estamos listos para enfrentar a quien amenace el desarrollo de nuestro país»

    El representante del mayor gremio empresarial del Perú, Peter Anders, fija la posición de la CCL e invoca a los peruanos a votar evaluando propuestas y equipos de gobierno.

    31 de mayo del 2021
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    Carmen Anaya

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    La segunda vuelta electoral de este domingo enfrenta dos candidaturas que proponen al Perú modelos políticos, económicos y de desarrollo, radicalmente antagónicos. ¿Cómo llegamos a esta situación?

    Nuestro país enfrenta un clima de discordia y enfrentamientos desde hace varios años. Hay sectores que consideramos que, con fallos y errores, vale la pena defender nuestro sistema democrático, lo que supone respetar la división de poderes y a instituciones que son básicas para toda democracia, como el Congreso de la República y el Tribunal Constitucional, además de las libertades de hacer empresa y de trabajar, y la libertad de expresión y hasta de poder elegir el tipo de educación que queremos para nuestros hijos, entre otras.

     

    Existe otro sector que considera válido imponer una visión política y económica estatista y controlista, de pensamiento único, donde está vedado disentir y donde todos los sectores deben hacer eco a todo lo que se dicte desde el poder.

     

    Quienes defienden estas ideas creen tener el derecho de decidir por todos los demás, pues se auto consideran la “reserva moral” del país y excluyen a quienes no se alinean con lo que ellos consideran políticamente correcto.

     

    Si hemos llegado a esta situación es porque existe un descontento que no podemos negar. Hay miles de peruanos que no perciben en su vida diaria los beneficios del crecimiento económico del país, tal como ha quedado evidenciado a causa de la pandemia del coronavirus en servicios como la salud y la educación, a los que no han tenido acceso.

     

    Esto explica su frustración y su decisión de optar por una candidatura que les ofrece reivindicarlos, demoliendo todo lo construido durante tantos años de esfuerzo y sacrificio, arrastrando con ello no solo lo malo, sino también todo lo bueno.

     

    Precisamente, el modelo económico es el principal blanco de las críticas. ¿Es el modelo el que falló o son quienes lo aplicaron?

    Permítame un ejemplo muy simple. Si tengo un vehículo de alta gama que registra multas e infracciones de tránsito por cuestiones básicas como estacionar en zonas prohibidas o no respetar las luces del semáforo, ¿de quién es la culpa? ¿Del vehículo o de quien lo conduce?

     

    Entonces, el problema no es del modelo que es muy bueno, tanto que nos ha permitido reducir significativamente la pobreza, aumentar nuestra clase media y registrar un crecimiento económico sostenido durante varios años.

     

    Los problemas no son del sistema, sino de quiénes lo han “manejado” mal y han cometido infracciones graves, como permitir que en su nombre se cometan abusos laborales, se evadan impuestos y no se cumpla la ley.

     

    Las jóvenes generaciones quizás no lo saben y algunos mayores tal vez no recuerdan que el Producto Bruto Interno de nuestro país cayó 1% cada año entre 1981 y 1990. Recién a partir de 1991 se pudo revertir esta situación, y solo entre el 2001 y 2010 el PBI del Perú creció anualmente 5,6% para luego retroceder a un crecimiento de 4% por año.

     

    Aun así, entre los años 2001 y 2019, el PBI peruano creció 145,8%, mientras la pobreza monetaria extrema pasó de 10,9 a 5,1 % entre los años 2008 y 2020.

     

    Es más, según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre el 2010 y 2019, el país de la región con mayor avance fue el Perú, logrando pasar del puesto 92 al puesto 79.

     

    Esto nos ha permitido ser considerados como el país con mayor Desarrollo Económico Alto en la región, superando a Colombia (83), Brasil (84), Ecuador (86), Paraguay (103), Bolivia (107) y Venezuela (113).

     

    Entonces, no falló el modelo, fallaron las personas, las autoridades que tuvieron el poder en sus manos. Hubo gobiernos donde la pobreza se redujo drásticamente, hubo gobiernos donde el crecimiento económico fue espectacular.

     

    No obstante, hubo un denominador común entre aquellos que tuvieron éxito en determinados campos y aquellos otros que no consiguieron nada: no se preocuparon porque los beneficios del crecimiento llegaran a todos los peruanos; no hubo un compromiso serio de ofrecer a todos nuestros compatriotas servicios tan básicos como la salud, la vivienda y la educación.

     

    No hubo una visión de país que buscara el desarrollo de toda la nación. Más se concentraron en determinados sectores y en impulsar programas de ayuda social que, si bien resuelven problemas de forma coyuntural, no resuelven la raíz de toda la desigualdad que es estructural.

     

    ¿Esto supone, entonces, que necesitamos elegir mejor a nuestras autoridades?

    Por supuesto. Y exigirles que rindan cuentas. Debemos evaluar a conciencia qué país queremos tener y dejar a nuestros hijos y a nuestros nietos. Debemos ser conscientes de que una nación no la construyen los otros; la hacemos todos desde nuestra posición. Hemos llegado al bicentenario de nuestra independencia como país divididos, enfrentados y hablando de lucha de clases.

     

    No se trata de pobres contra ricos, de empresarios frente a trabajadores. Se trata de construir un país entre todos, pues todos somos necesarios. Nadie sobra. Pero es urgente también una reforma del Estado, un tema pendiente durante décadas.

     

    Eso supone no solo respetar la meritocracia y profesionalizar a nuestros funcionarios públicos, sino también optimizar la gestión haciendo uso de las herramientas que la tecnología ofrece hoy en día. Es imprescindible una reforma del Estado que brinde eficiencia y calidad en la atención al ciudadano.

     

    ¿Por qué el Perú debe mantener un modelo de libre mercado?

    Según el Banco Mundial (2013), el crecimiento económico en los países de América Latina y el Caribe explicó el 66% de la reducción de la pobreza y el 74% de la expansión de la clase media en la década del 2000. Solo en el caso de nuestro país, la pobreza pasó de representar el 42,5% de la población en 2008 al 20,2% en 2019, es decir, más de 5,4 millones de peruanos dejaron de ser pobres.

     

    Hoy tenemos, de nuevo, que poner en marcha medidas que nos permitan reducir la pobreza, porque la crisis sanitaria actual la elevó hasta el 30,2% durante el 2020.

     

    En materia de empleo, este modelo le ha permitido al Perú, durante el periodo 2005-2019, sumar cada año alrededor de 269.000 personas a la Población Económicamente Activa (PEA), a la vez que la población ocupada creció en 272.000 personas. De esta forma se redujo la tasa de desempleo de 5,4% en 2005 al 3,9% en 2019. No obstante, en 2020, como consecuencia de la crisis de la COVID-19, la tasa de desempleo se ha elevado hasta 7,4%.

     

    Desde la CCL, consideramos que, para entrar de nuevo en esta dinámica positiva de crecimiento económico, reducción de la pobreza y generación de empleo, se requiere de un programa económico para el 2021-2026 que otorgue prioridad a cinco temas centrales: estabilidad macroeconómica, institucionalidad, inversión, productividad y exportaciones.

     

    Los dos primeros son considerados los cimientos del crecimiento y los tres restantes son los motores del crecimiento sobre los cuales se puede aspirar a alcanzar tasas altas de manera sostenida.

     

    ¿Considera que la polarización que vive nuestro país persistirá luego del domingo 6 de junio?

    Dependerá de nosotros. Si realmente somos conscientes de que luego de estas elecciones tan duras y tan polarizadas, necesitamos tener una visión común, no deberíamos seguir divididos. De lo contrario, seguiremos enfrentando el riesgo de perder todo lo que hemos avanzado.

     

    Hay mucha crítica al modelo, pero pocos reconocen el esfuerzo que hemos hecho millones de peruanos durante 30 años para hacer que el país crezca. Los resultados positivos hay que defenderlos.

     

    Una forma de defenderlos es siendo responsables y evaluar a conciencia a quién le entregamos nuestro voto. No podemos votar con rabia, cólera, revanchismo o antipatía; debemos evaluar quién ofrece planes y equipos serios de gobierno.

     

    Sin embargo, se crítica mucho el rol pasivo que muchas veces asume el empresariado, cuando haría falta que se pronuncie rotundamente en defensa del sistema democrático, el modelo económico y en contra de candidaturas vinculadas a sectores extremistas y violentistas.

     

    Los empresarios defendemos todo lo bueno que se ha conseguido en el país y criticamos y condenamos todo lo malo. Y por supuesto que defendemos la democracia. ¿Pero salir a los medios a hacerlo no hubiera dado lugar a que se nos hostilice y atribuya aportes a una determinada campaña? ¿No es eso lo que ocurrió con los carteles luminosos de un empresario que, haciendo uso de su libre expresión, dejó en claro que su opción no era una propuesta antidemocrática?

     

    A los empresarios se nos acusa siempre de defender intereses propios, sin considerar que gremios como la CCL, con 133 años de vida institucional, no protegen a determinadas empresas, sino que preservan principios. De otro modo, la CCL no seguiría activa, no seguiría apoyando el desarrollo del país.

     

    Nuestros principios son la defensa de la libertad, de la libre empresa, de la iniciativa privada, sea grande, mediana, pequeña o microempresa, sin distinción. Los empresarios nos la jugamos a diario por nuestro país, pagamos los impuestos con los que se financian las obras que benefician a la población, damos trabajo y bienestar a nuestros trabajadores y sus familias y realizamos, la mayor parte de las veces en silencio, campañas de ayuda social.

     

    Lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo, aún en las circunstancias más adversas. Aquí nos quedamos cuando el Perú enfrentó guerras externas, cuando fuimos víctimas de los arteros ataques del terrorismo, cuando la naturaleza nos castigó con toda su furia y ahora en medio de una pandemia global.

     

    Estamos comprometidos con el presente y con el futuro de nuestro país, así como con nuestras tradiciones y nuestros antepasados. Y estamos como siempre listos para enfrentar a quien amenace el bienestar, el crecimiento y el desarrollo del Perú y de los peruanos. Siempre de pie.

     

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