Perú entre los países con alto riesgo de estrés hídrico
La crisis hídrica se ha convertido en una de las amenazas más urgentes y complejas que enfrenta el mundo. Esta situación no es ajena al Perú, pues a pesar de ser uno de los países con mayor disponibilidad de agua dulce a nivel global, se ubica en un alto riesgo de estrés hídrico.
Así lo manifestó, la exministra de Vivienda, Construcción y Saneamiento, Hania Pérez de Cuéllar, durante su participación en el II Foro Internacional de Sostenibilidad organizado por la Cámara de Comercio de Lima (CCL), quien señaló que esta situación es una paradoja, pues sostuvo que “Perú es un país con mucha agua, pero con sed”.
Durante su ponencia “Economía Circular: clave para la Seguridad Hídrica y la Resiliencia del Futuro”, precisó que, por primera vez en la historia, se observa un desequilibrio global del ciclo hidrológico, lo que pone en peligro “un futuro equitativo y sostenible para la humanidad”.
En ese contexto, destacó la necesidad urgente de valorar el ciclo del agua como un bien común global y la necesidad urgente del país de adoptar un enfoque circular que garantice su uso eficiente, reciclaje y regeneración del agua.
“Hoy la economía circular del agua no representa una visión futurista, sino es la única estrategia fundamental para nuestra sobrevivencia”, enfatizó.
¿Por qué se da esta preocupación? Según un estudio de PDC Consultores, sus consecuencias afectan no solo la disponibilidad del agua, sino también la seguridad alimentaria, la economía global, la estabilidad ecológica y la salud pública.
Uno de los datos más alarmantes es que casi el 50 % de la población mundial ya sufre algún grado de escasez de agua, y se estima que para el año 2050 alrededor de 5 000 millones de personas podrían estar en riesgo por falta de este recurso. A ello se suma que la demanda de agua superará en un 40 % los recursos disponibles para el año 2030, lo que agravará el problema a nivel global.
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Impactos interconectados
La escasez de agua también compromete directamente la producción de alimentos. En su exposición Hania Pérez de Cuéllar indicó que se estima que más del 50 % de la producción mundial podría verse afectada para el año 2050, lo que incrementaría los niveles de inseguridad alimentaria y hambre en el mundo.
En el ámbito económico, las proyecciones señalan un impacto severo de hasta 8 puntos porcentuales menos del PBI mundial, debido a la menor productividad, el aumento de costos y la disrupción de actividades clave como la agricultura, la industria y el comercio.
El informe también alerta sobre el grave costo humanitario, pues cada día, más de 1 000 millones de niños mueren por falta de acceso a agua segura. Además, mujeres y niñas dedican más de 200 millones de horas diarias a cargar agua, (especialmente en África y Asia) lo que limita su acceso a educación, salud y desarrollo personal, situación que también se da en nuestro país.
En el Perú
Respecto a nuestro país, el estudio de PDC Consultores señala que, a nivel mundial, Perú ocupa el puesto 8 en disponibilidad de agua dulce per cápita, gracias a la cuenca del Amazonas. Así también, alberga el 71 % de los glaciares tropicales del planeta, está entre los 20 países más megadiversos y posee el 70% de la biodiversidad biológica global.
Sin embargo, pese a estos factores positivos, existe un contraste con la realidad territorial, económica y climática que padece el país.
“Entre los factores negativos que tiene nuestro país, es que el 70% de la población y el 80% de la actividad económica se concentran en la costa desértica, pero esta zona solo tiene disponible el 2% del agua a nivel nacional”, mencionó Hania Pérez de Cuéllar.
Durante su ponencia, identificó que Tacna, Moquegua, Arequipa, Lambayeque, Piura, La Libertad y Ayacucho son los departamentos con los más alto niveles de estrés hídrico en el país.
A ello se suma que el 67% de los desastres naturales están vinculados al cambio climático, siendo el Fenómeno de El Niño una muestra del desequilibrio hidrológico.
Sobre ello, aseguró que el cambio climático ha generado un retroceso acelerado de los glaciares, agravando la escasez de agua en regiones andinas y costeras, y que si no se toman las medidas correctivas la situación podría agravarse.
Otra preocupación que menciona es que el 85 % del agua extraída es utilizada para fines agrícolas, un valor alto frente a las persistentes deficiencias en el abastecimiento para uso humano e industrial.
Frente a este contexto, la exministra sostuvo que se requiere con urgencia una planificación hídrica integral, una infraestructura moderna y una gobernanza más eficaz para revertir esta situación y garantizar agua segura para toda la población.
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