Peter Anders: Medidas urgentes para problemas urgentes
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El anunciado fin de la cuarentena representa para muchas empresas y familias un primer paso en el durísimo camino que nos espera para comenzar a recuperar los ingresos y millones de puestos de trabajo perdidos tras casi un año de paralización a consecuencia de la pandemia del coronavirus.
Desde el sector privado nuestro compromiso es trabajar con tesón, responsabilidad y con la firme decisión de reactivar nuestra economía, salvaguardando siempre la salud de nuestros trabajadores, clientes, proveedores y nuestra comunidad en general. Pero debemos hacerlo manteniendo y reforzando todos los protocolos de bioseguridad y cumpliendo estrictamente con los aforos establecidos.
Solo así podremos evitar una nueva ola de contagios, ir venciendo a la enfermedad y reanudar la senda de crecimiento y desarrollo a la que todos aspiramos.
Pero ningún esfuerzo será suficiente si del lado de las autoridades gubernamentales no existe una idea clara de lo que necesita el país para salir de la crisis en que la sumió la enfermedad, pero también la negligencia, desidia, ambición, egoísmo y cálculos políticos electorales que lamentablemente se antepusieron al bienestar de los demás.
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Si hay algo que caracteriza a los peruanos es su capacidad de trabajo. Lo hemos hecho siempre, en las condiciones más adversas, enfrentando la furia de la naturaleza, en tiempos de hiperinflación y aún ante los más feroces ataques de enemigos externos e internos.
Por ello no consideramos conveniente ni necesario que una vez más se plantee como “gran solución” el reparto de bonos o el otorgamiento de nuevos créditos que, si bien fueron necesarios en una etapa inicial, hoy a nada bueno conducirán si es que no se toman acciones concretas que echen a andar el motor de la economía del país.
“El mejor programa social es un empleo”, afirmó en su tiempo el ex presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan. Esta frase sintetiza que no hay mejor manera de ayudar a una persona, a una familia o a una empresa, que dándole la oportunidad de generar su propio sustento.
En nuestro caso podríamos afirmar que ya no queremos más regalos, pues a lo que aspiramos es a que nos dejen trabajar. Cumpliendo protocolos, siendo fiscalizados, pero que ¡por favor! nos dejen trabajar.
¿De qué sirve darle un nuevo “Reactiva” a una empresa si con las puertas cerradas no podrá pagar ni el anterior ni este nuevo crédito? ¿De qué sirve reprogramar el pago de hipotecas o tarjetas de crédito sin un puesto de trabajo?
Es el momento de pensar en un programa concreto de reactivación económica por sectores, de modo que, además de dinamizar las actividades productivas permita generar empleo rápidamente. Tengamos presente que con la emergencia sanitaria se rompió la cadena de producción, distribución y consumo.
Pero para conseguir ese objetivo necesitamos autoridades eficientes, con capacidad de gestión y decisión para resolver problemas, con un compromiso real de sacar a los millones de peruanos de la situación difícil en que nos encontramos.
Necesitamos un Poder Ejecutivo que haga honor a su nombre y ejecute medidas urgentes para resolver problemas urgentes, a los que debe enfocarse sin distraerse en agendas particulares o de grupo.
No es posible, por ejemplo, que en una situación extrema como la que vivimos, un sector del gobierno esté más interesado en la “modernización y fortalecimiento” de la Policía Nacional, cuando estas son tareas que corresponderá acometer el próximo gobierno, no a este que es de transición. Si algo quieren hacer, que se preocupen más por reforzar la seguridad ciudadana.
Tal vez sea momento que –al cumplir 100 días de gestión-, el presidente Francisco Sagasti evalúe la necesidad de hacer algunos reajustes en su equipo, para que en el corto período de tiempo que le queda de aquí hasta el 28 de julio, se sumen profesionales con capacidad gerencial y administrativa, pero sobre todo con una idea clara de lo que se necesita aquí y ahora, es decir, enfrentar la pandemia, reactivar la economía y garantizar unas elecciones generales sin atisbo de duda.