Jorge Guillén: Presiones inflacionarias permanentes

Tenemos una inflación anualizada de 8,09%, pero si consideramos la inflación libre de alimentos y energía, la cifra se reduce a 4,26%. Es decir, la actual elevada inflación, ubicada por encima de la meta explícita del Banco Central de Reserva (BCR), estaría siendo explicada por un incremento de precios internacionales de combustible y alimentos.

 

El incremento de los precios internacionales de granos y cereales obedece a un incremento de la demanda junto a una contracción de la oferta. La actual mayor demanda por biocombustibles estaría generando una presión al alza en el precio de los insumos como maíz y aceites.

 

La contracción de la oferta se debería a factores climáticos y la menor producción en un área mundial de cosecha de granos como es la zona de Rusia y Ucrania. En el caso del combustible, el problema es la contracción de la oferta mundial que encarece el precio en el marco de la guerra Ruso-Ucraniana.

 

Lamentablemente, la crisis de coyuntura internacional de la guerra del hemisferio norte junto a factores climáticos en Argentina (el granero de Sudamérica) han ayudado a los resultados negativos descritos en el párrafo anterior. La situación climática se complica hacia fines de año ya que ahora la producción estacional en EEUU y Canadá no mantiene tampoco buenas perspectivas climáticas.

 

Adicionalmente, el incremento en el precio de fertilizantes coadyuva a agravar la situación descrita en el sector agrícola. Es decir, tendremos inflación por un buen tiempo y no necesariamente, como indica el gobierno y la banca de inversión, las presiones inflacionarias se revertirán hacia el 2023.

 

Asimismo, algunos países como Indonesia e India, para protegerse de la crisis mundial de alimentos, han implementado restricciones a las exportaciones de aceite de palma y trigo. Estas decisiones políticas y proteccionistas incrementan la incertidumbre en los precios internacionales de los alimentos. Hay que señalar que países juegan un rol importante en el abastecimiento mundial de algunos productos alimenticios.

 

El combustible es insumo de una serie de productos, ya que permite el transporte de mercaderías. Es un producto inelástico, al igual que los alimentos, y que no tiene sustitutos cercanos. Es por ello que el incremento de precios de alimentos y combustibles afecta el bienestar social, en especial el de los hogares más vulnerables.

 

Las medidas del gobierno para paliar el efecto nocivo inflacionario han sido inocuas. El BCR ha reducido la liquidez para bajar los precios. Sin embargo, esta medida no puede aplicarse permanente y drásticamente ya que puede generar recesión.

 

Por el lado fiscal, la reducción del Impuesto General a las Ventas (IGV) y del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) no han permitido la reducción de precios en detrimento del sacrificio por ingresos fiscales. Las estructuras oligopólicas junto a la significativa informalidad de la economía han bloqueado el éxito de las medidas tributarias planteadas por el gobierno.

 

La inflación actual es un fenómeno permanente; retiros de AFP, CTS o subsidios continuos pueden provocar consecuencias negativas en diferentes aspectos de la economía. Se necesita transparentar la información disponible a través del ejecutivo para evitar incrementar más la incertidumbre.