Construyendo un futuro compartido
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Ante la creciente desconfianza y polarización que existen en el Perú y en el mundo, es necesario fortalecer y profundizar aspectos fundamentales que ayuden al país a construir un futuro compartido, como es escuchar, articular, conectar y consensuar. Evitar hacerlo no es opción.
La Cámara de Comercio de Lima, con 136 años de vida institucional, se encuentra llamada a identificar una agenda mínima de consenso, promoviendo el reencuentro y el diálogo que nos conduzcan hacia el desarrollo económico. Ello implica que trabajaremos estrechamente con los asociados, los 16 gremios de la CCL, que son el alma de la institución.
Para lograrlo, es importante que el nuevo rol del empresario implique ser un partícipe activo de la toma de decisiones que trasciendan al ámbito de sus actividades, así como proponer soluciones que permitan al país crecer, fortalecerse y ser competitivo, ofreciendo oportunidades y una mejor calidad de vida a su población, y defendiendo el libre mercado.
Conocedores del poder de las ideas como factor decisivo en la evolución política, económica y social, y de su potencial para cambiar el rumbo de nuestro futuro, consideramos importante enrumbar nuestra labor hacia el debate, participando activamente en la construcción de una cultura democrática.
En dicho camino ya nos encontramos. En los últimos años, hemos aportado al debate nacional propuestas de políticas públicas orientadas al fortalecimiento de la democracia, del libre mercado, del acceso a la formalidad y la seguridad ciudadana. Durante los próximos dos años, las seguiremos profundizando y además sumaremos propuestas para mejorar la calidad de los servicios de salud, educación y justicia.
Los empresarios somos parte activa de la sociedad, y por ello nos preocupan seriamente los temas señalados que afectan la calidad de vida de todos. Nosotros trabajamos y nos comprometemos con el Perú, poniendo en juego nuestra creatividad e innovación, arriesgando nuestro capital y enfrentando todo tipo de adversidades, desde una burocracia que pone trabas y alienta la corrupción, hasta amenazas que ponen en riesgo nuestra seguridad y el bienestar de nuestras familias y trabajadores.
Todos aquellos que seguimos apostando por el Perú haciendo empresa no somos esa imagen distorsionada con la que inútilmente pretenden descalificarnos quienes no saben lo que es sacrificar horas de esfuerzo, muchas veces lejos de la familia, ni tienen idea de lo que es pagar una planilla. A nosotros nos duele lo que sucede en el Perú.
Quienes hacemos empresa no buscamos favores ni prebendas. Lo único a lo que aspiramos es a tener reglas claras, estabilidad política y económica, predictibilidad jurídica y estabilidad social. Repito. Estabilidad y no el insano equilibrio al que estamos tristemente acostumbrados, en el cual cualquier viento en contra nos puede derrumbar.
Por eso, instamos al diálogo constructivo, que respete y valore las discrepancias, pues de no lograrlo no podremos avanzar; al contrario, corremos el riesgo de retroceder y perder lo logrado. En enero y febrero de este año nuestra economía mostró signos de recuperación, por lo que debemos esforzarnos por mantener esa tendencia. Es necesario y urgente destrabar proyectos de gran envergadura, sobre todo en infraestructura, de modo que podamos configurar una conectividad que posibilite a los peruanos de los lugares más recónditos acceder al desarrollo y el bienestar.
Somos un país donde es posible invertir y crecer. Tenemos las condiciones y las oportunidades. Solo debemos atrevernos a conectar y hacer posible un futuro compartido.
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