El vaso medio lleno o medio vacío
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La economía de nuestro país cayó 30,2% en el segundo trimestre de este año, y sucedió lo que todo temíamos: el Perú entró en recesión, es decir, que registra una disminución o pérdida generalizada de la actividad económica, lo que conlleva al deterioro del empleo, los salarios y beneficios a la población.
Frente a este panorama tenemos dos caminos. O vemos el vaso medio vacío o podemos verlo medio lleno.
Desde la perspectiva que tengamos frente a esta crisis –derivada de la emergencia sanitaria mundial por la pandemia del coronavirus y también de los errores internos cometidos para hacerle frente- dependerá nuestra respuesta.
La caída de 30,2% del Producto Bruto Interno (PBI) se explica por la cuarentena extremadamente estricta y paralización de prácticamente toda actividad económica en nuestro país. Esta paralización provocó el quiebre de miles de empresas con la consiguiente pérdida de millones de puestos de trabajo.
De acuerdo con cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), solo en el segundo trimestre de este año fueron 6 millones 720 mil personas las que se quedaron sin trabajo y hubo un retroceso de la inversión total (pública y privada) de 57%. Únicamente en el caso de la inversión privada esta se contrajo 53,2%.
Esta es la situación en este momento. ¿Pero qué debemos hacer?
Podemos comenzar a repartir culpas, eludir responsabilidades, enfrascarnos en acusaciones recíprocas y desviar la atención con cortinas de humo; o de lo contrario, podemos postergar estos asuntos y comenzar a trabajar juntos cuanto antes en el rescate de nuestra economía y de los puestos de trabajo perdidos para que, a su vez, se impulse la demanda interna y las familias recobren su bienestar.
Para ello resulta fundamental promover y garantizar la inversión privada, dando transparencia y predictibilidad en las reglas que se adopten, a fin de que retome su dinamismo y genere empleo formal.
Pese a las circunstancias adversas, el sector privado ha seguido luchando para revertir la caída de la economía peruana, la cual, después de caer en abril 40,49%, ha retrocedido 32,75% en mayo y en junio 18,06%.
Esta tendencia muestra que la caída aminora paulatinamente. ¿Por qué? Porque el sector empresarial, pese a los obstáculos, sigue trabajando incansablemente.
El Poder Ejecutivo ha anunciado que próximamente se podría entrar a la Fase 4 de la reactivación de actividades económicas.
Esperemos que esta vez, dicha nueva etapa cuente con reglas facilitadoras y coherentes, con protocolos adecuados a la realidad nacional y que no signifiquen barreras burocráticas y mayores costos que afecten la verdadera reactivación económica.
Pero sobre todo esperamos que se corrijan los yerros cometidos en las anteriores fases y se tenga un rumbo, una meta concreta que conseguir. En suma, lo que se necesita es mejorar el clima para la inversión privada.
Se aseguró que en agosto la economía peruana estaría operando al 90%, pero la realidad muestra que apenas lo hace al 65% porque, precisamente, la falta de coherencia en las primeras normas que autorizaron el reinicio de las actividades económicas no consideraron cosas tan básicas como la cadena de proveedores y distribución.
Estas situaciones de ninguna manera deben volver a repetirse.
Ahora se suma la decisión de retomar la inmovilización social los domingos, con lo que se terminó por afectar más a aquellos sectores que al registrar ese día mayor movimiento, habían realizado inversiones y contratado personal para adecuarse a las normas que ahora, de pronto, ya no valen.
En su momento señalé que no podía haber Fase 2 y 3 sin terminar la Fase 1. Hoy debo agregar que no habrá Fase 4 sin corregir errores y sin convocar al sector privado a fin de trabajar en conjunto la recuperación económica del Perú.
No caigamos en el error de pretender que solo la inversión pública dinamice nuestra economía. Es la inversión privada la que impulsa al país, la que genera empleo y con ello impulsa el consumo privado.
Es la inversión privada la que arriesga, la que no solo obtiene utilidades, sino que además provee de recursos al Estado, a través de sus impuestos, para que este brinde servicios básicos a la población.
El 80% de la inversión total del país es privada; es algo que no debemos olvidar si deseamos que nuestro país supere la recesión y volvamos a ser un país que genere bienestar y prosperidad. Para ello todos debemos ver el vaso medio lleno, pero tomar la decisión de hacer las cosas bien.
Mientras tanto, usted y yo debemos seguir trabajando y cuidando de nosotros, de nuestras familias, de nuestras empresas y de nuestros trabajadores para evitar el colapso.