Yolanda Torriani: La “nueva convivencia”
A partir de hoy muchas actividades económicas comenzarán nuevamente a trabajar, al amparo del nuevo decreto supremo que amplía la cuarentena y el estado de emergencia sanitaria hasta el 30 de junio próximo.
Este nuevo panorama implica un reto enorme para todos. Los profesionales y trabajadores que ahora pueden brindar servicios a domicilio, en sus consultorios u oficinas, las empresas que dentro de la Fase 1 ya cuentan con las autorizaciones respectivas, el transporte público, los ciudadanos en general que pueden utilizar sus vehículos particulares pero solo en los distritos donde residen, entre otros, deben comenzar a recuperar paulatinamente esta “nueva convivencia” -como la denominó el gobierno-, cumpliendo estrictamente las normas de distanciamiento social y todas aquellas que impidan una mayor propagación del coronavirus.
Precisamente, del lado del Gobierno es hora de entender que un 28% de la economía peruana esta en manos de empresas formales, las cuales han sido responsables en gran medida del crecimiento económico de las últimas décadas. Es este crecimiento el que ha permitido la reducción drástica de la pobreza extrema y el que ha dado lugar a que nuestro país pase a tener una economía en desarrollo.
Todo este gran avance hoy se perdió de pronto; la luz que alguna vez brilló en nuestra economía y guiaba el camino de una nueva clase media emergente de pronto se apagó y hoy estamos en un franco proceso de recesión que ya muchos consideran muy grave.
Frente a ello es la empresa privada formal, aquella que genera empleo, que paga impuestos para que el Estado cuente con los recursos que necesita para brindar servicios básicos de calidad a la población; aquella empresa dispuesta a acatar una durísima cuarentena con tal de proteger la salud de sus trabajadores y del país en general, es la llamada a impulsar nuevamente nuestra economía.
Es necesario que las máximas autoridades del Poder Ejecutivo comprendan que la actividad económica y productiva no se divide en compartimentos aislados uno del otro, como si fueran islas, sino que necesita funcionar como si fueran los engranajes de un reloj.
Muchas empresas que hoy están autorizadas a operar no pueden hacerlo porque las cadenas productivas que posibilitan sus operaciones están impedidas de reanudar sus operaciones. Tampoco cuentan con servicios o materias primas porque a sus proveedores no se les permite trabajar.
Aparentemente no se tiene conciencia que la gran empresa articula con la micro, pequeña y mediana empresa, así como con miles de emprendedores. Todos en su conjunto impulsan la economía peruana desde hace 30 años.
Es urgente, además, garantizar un acceso igualitario a los recursos otorgados por el Estado a través de programas como Reactiva Perú.
Más un millón 200 mil peruanos han perdido sus puestos de trabajo; la propia ministra de Economía y Finanzas, María Antonieta Alva, ya advirtió que el Producto Bruto Interno (PBI) de nuestro país caerá en dos dígitos en abril y mayo.
Frente a ello lo único que queda es trabajar ya; algo que los empresarios formales e incluso los informales están dispuestos a hacer desde el primer día de la cuarentena.
Trabajemos para recuperar nuestra economía, nuestra capacidad de generar empleo y con ello ayudar a millones de peruanos a recuperar su bienestar y esperanza en el futuro.
Trabajemos también para que lo que se consiga de hoy en adelante realmente sirva para desarrollar el país, para tener servicios de salud, educación e infraestructura que beneficien a todos los ciudadanos; para que la corrupción -que vergonzosamente se mantiene latente en esta pandemia- no vuelva a ser cosa de todos los días.
El Gobierno ha tenido buenas intenciones, pero también ha cometido errores. Es el momento de enmendar rumbos y buscar consensos, dejando de lado posiciones e intereses político-ideológicos.
Por ejemplo, no es posible que las iglesias y las Fuerzas Armadas no hayan tenido un mayor protagonismo, sobre todo considerando la amplia experiencia y logística con que cuentan para llegar a los más recónditos lugares del país, especialmente allí donde están los más pobres. No podemos permitir que una visión política determinada impida contar con el valioso apoyo de los militares y las organizaciones religiosas.
Los empresarios estamos listos para echar a andar la economía, no solo para dar donaciones; estamos para trabajar con el Estado en favor de nuestros compatriotas porque sabemos construir desarrollo, crear riqueza, generar empleo e invertir en el Perú.
Esta misma solidaridad la esperamos de quienes nos gobiernan, porque ser solidario es pensar cabalmente en los intereses del país, sin cálculo político alguno ni interés personal. #TodosporelPerú