• Yolanda Torriani: “La inversión privada juega un rol decisivo en la recuperación económica”

    La presidenta de la CCL, Yolanda Torriani, afirma que el éxito del trabajo conjunto entre el sector privado y el gobierno depende de una relación de confianza.

    7 de septiembre del 2020
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    Por Carmen Anaya

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    Frente a la emergencia sanitaria y paralización de todas las actividades económicas a nivel nacional dispuesta el 16 de marzo. ¿Cómo reaccionó la CCL? ¿Qué hizo ante una situación tan grave como inédita?

    Fue una sorpresa para todos, algo que nunca imaginamos. Pero superado el desconcierto inicial, de inmediato, el mismo 16 de marzo, la Cámara de Comercio de Lima (CCL) remitió una comunicación al entonces presidente del Consejo de Ministros, Vicente Zeballos, advirtiendo que, si bien era urgente tomar medidas sanitarias para enfrentar la pandemia, también era imprescindible poner en marcha mecanismos paralelos para proteger la economía y, sobre todo, el empleo de millones de peruanos.

     

    Propusimos la creación de una comisión de reactivación económica y del empleo, formada por las principales autoridades del Poder Ejecutivo y representantes del sector privado. Era obvio que, al problema de salud y las carencias de nuestro sistema hospitalario, sobrevendrían dificultades económicas, fiscales y en la conservación de los puestos de trabajo. Lo que vino luego es historia conocida.

     

    En cuanto al funcionamiento de nuestra institución, se dispuso proteger a nuestros empleados, proveedores, ejecutivos y asociados, implementando el trabajo remoto para seguir brindando algunos servicios esenciales.

     

    Se establecieron equipos de trabajo de emergencia, de modo que no paramos ni un minuto en aquello que podría ofrecerse remotamente.

     

    Hubo que reinventar muchos procesos, tal como han hecho diferentes instituciones. ¿Cuánto costó adecuarse a esta nueva realidad?

    Por supuesto que nos reinventamos, pero tuvimos algo a nuestro favor; la Cámara es una institución en permanente proceso de innovación y veníamos implementando cambios tecnológicos que ante la cuarentena los adelantamos.

     

    Así, hoy contamos con una plataforma virtual de negocios que permite brindar a nuestros asociados de forma remota servicios como CCL Negocios, que ofrece oportunidades empresariales; CCL Consultorio Empresarial vía Zoom, por medio del cual ofrecemos los servicios de consultorio legal, consultorio de comercio exterior y orientación en temas como la presentación de protocolos y los trámites para reiniciar actividades en cada una de las fases dispuestas por el gobierno, entre otros.

     

    También tenemos el campus virtual de nuestro centro de capacitación, un campus virtual de ferias, mesas de asesoría virtual y la vitrina virtual de los socios, a través de la cual se pueden dar a conocer los productos y servicios de nuestros asociados.

     

    Igualmente contamos con nuestro Centro de Convenciones Virtual que permite realizar evento en vivo que son compartidos en tiempo real a través de diferentes redes.

     

    A ello se suman nuestros eventos realizados con la Universidad ESAN, las guías virtuales de salud, de delivery y el Camtrade Plus que permite generar negocios con el exterior. Igualmente otorgamos certificados de origen digitales y seguimos con nuestros CyberDays y Plazaclick para quienes opten por el e-Commerce.

     

    Se ha hablado mucho sobre la participación del sector privado en la lucha contra la pandemia de la COVID-19. ¿Por qué no se pudo materializar esta participación en nuestro país como se hizo en Ecuador?

    La intención, el compromiso y acciones concretas hubo y hay de parte del sector privado desde el primer día. Pero el éxito del trabajo conjunto entre el sector privado, empresarial y el gobierno depende de una relación de confianza, de una acción coordinada, como hubo en Ecuador, donde se aceptó la presencia del sector privado en la lucha contra la pandemia.

     

    En nuestro país hace falta la confianza de un sector del gobierno hacia los empresarios. Hace falta que se entienda que somos peruanos comprometidos desde siempre con el desarrollo del país.

     

    Existe un sesgo ideologizado sobre el papel del empresariado. Se percibe no solo desconfianza, sino también desconocimiento de lo que hacemos. Frente a esta situación, es preciso el trabajo conjunto para tener un resultado exitoso.

     

    Se logró formar una comisión multisectorial en la que en representación del sector privado participa Miguel Vega Alvear, pero él mismo ha señalado que es muy difícil trabajar de la mano del gobierno. Por eso, ahora el sector privado trabaja en su mayor parte por cuenta propia tratando de contribuir con el país.

     

    Como se temía, además de las personas fallecidas y los enfermos, otra de las secuelas de esta crisis es que por lo menos 6’700.000 personas se encuentran desempleadas ¿Cómo enfrentar este grave problema?

    Un aspecto fundamental es detener los contagios para que así la reanudación de actividades y, luego la reactivación económica, sea un proceso sostenido.

     

    A la par, se debe hacer un gran esfuerzo para evitar que las empresas sigan cerrando o quebrando, pues sino el desempleo continuará creciendo.

     

    Sin una estructura empresarial blindada por el Estado para hacer frente a la crisis, es poco probable que el nivel de despidos pierda fuerza.

     

    Ha quedado demostrado que programas como Reactiva Perú y FAE-MYPE son necesarios pero insuficientes para llegar al universo de micro y pequeñas empresas. Reactiva Perú en su primera etapa logró dar financiamiento garantizado por el gobierno a empresas que dan empleo al 49,5% del total de trabajadores formales del país.

     

    Se puede plantear una tercera etapa de Reactiva Perú o transferir mayores recursos a FAE-MYPE para que el financiamiento vaya dirigido a las pequeñas y microempresas.

     

    En la misma dirección es necesario implementar nuevamente la subvención de planillas de las mypes del 35% para ingresos menores a S/ 1.500, al menos por dos meses, pues la medida anterior se aplicó por un solo mes.

     

    En un blog del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se menciona que ninguna empresa que fuese viable y solvente antes de la crisis sanitaria debería desaparecer, pues si ello ocurre sería un error de política.

     

    ¿Cuáles considera que son las medidas más urgentes para reactivar la economía y, sobre todo, la inversión privada en el Perú?

    La inversión privada y su impacto, tanto en el gasto agregado como en el producto potencial, juega un rol decisivo en la recuperación económica.

     

    Se necesita un impulso externo que mueva la inversión, en tanto en la actual coyuntura las empresas se encuentran tratando de mantenerse a flote con un exceso de capacidad ociosa y con una demanda deprimida.

     

    Bajo estas condiciones, un shock de inversión pública por parte del gobierno y de ProInversión, que cuenta con 23 proyectos que integran la cartera de proyectos en Asociaciones Público Privadas (APP) con una inversión total de US$ 5.516 millones, deben ser los que empujen dicho impulso.

     

    En el caso de ProInversión, trece proyectos ya han sido adjudicados por un monto de US$ 2.409 millones; por lo tanto, es necesaria su pronta ejecución. Además, se tienen diez proyectos por US$ 3.106 millones en etapa de declaratoria de interés. Se deberá esperar alrededor de seis meses para recibir las propuestas y poder así ser adjudicados.

     

    El Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la CCL ha identificado 419 megaproyectos con una inversión conjunta de US$ 121.748 millones en sectores como minería, hidrocarburos y transporte bajo distintas modalidades, es decir, inversión privada, pública y APPs para realizarse entre el 2020 y 2025.

     

    Es primordial un Estado que garantice la estabilidad macroeconómica y un entorno de confianza para que todos estos proyectos se hagan realidad y contribuyan a una más rápida recuperación de la economía peruana.

     

    ¿Cómo evalúa la gestión del gobierno?

    No dudo que hubo buenas intenciones, pero se pudieron hacer muchas cosas de mejor manera. Faltó mayor conocimiento de cómo funciona, no solo la economía de nuestro país, sino también la realidad nacional, de la idiosincrasia de nuestra población.

     

    El Perú es uno solo, pero cada región tiene sus propias particularidades. Faltó un equipo consolidado capaz de conseguir objetivos básicos, pero también escuchar otras opiniones y propuestas.

     

    El Perú requiere el trabajo conjunto de todos; no se puede creer que hay “buenos” y “malos”. La desconfianza, el divisionismo y los prejuicios no son buenos consejeros.

     

    Se critica mucho al actual Congreso, de la misma forma que se ha hecho con todos los anteriores. ¿Cuál es la responsabilidad que nos compete como electores?

    Nos hemos malacostumbrado a decidir nuestro voto camino a nuestro local de votación o en la cola mientras esperamos nuestro turno. Eso no es serio. Debemos aprender a actuar con responsabilidad ante la democracia de la que gozamos.

     

    Debemos conocer más a los candidatos, escuchar muy bien y evaluar sus promesas, analizar si conocen los temas que son decisivos para la marcha del país. En suma, no debemos elegir con ligereza porque luego las consecuencias las pagamos todos.

     

    Usted debía culminar su mandato en abril, pero la pandemia la llevó a continuar al frente de la institución en estos momentos tan críticos. ¿Qué lecciones le deja este periodo?

    Ante lo imprevisible que puede ser la vida, solo queda afrontarla y luchar con esfuerzo y optimismo. Esta etapa también me permitió conocer aún más las fortalezas y el compromiso del equipo que me acompaña, del cual siempre estaré agradecida y orgullosa.

     

    Entre las lecciones aprendidas me queda saber que nuestra querida Cámara de Comercio de Lima es capaz de resistir, enfrentar y superar cada obstáculo que se presente.

     

    A lo largo de su historia, que está íntimamente ligada a la historia del Perú, no es la primera vez que lo hace y seguramente no será la última, pues 132 años de vida institucional no son en vano. Son lecciones de vida ante los retos enormes que nos impuso esta pandemia.

     

    Estos meses me han permitido contribuir a resolver muchos de los problemas de nuestros asociados, quizá no todos, pero en ningún momento dudamos en brindarles todo nuestro apoyo para impedir que se diluyan los esfuerzos de toda su vida.

     

    Ver que no se rinden, que siguen luchando por sus empresas y trabajadores para volver a la senda del crecimiento es, en medio de todo, una satisfacción.

     

    ¿En qué se basa ese optimismo?

    En lo que somos los peruanos. En nuestra capacidad de resiliencia, porque somos capaces de enfrentar una y otra vez distintas crisis y salir airosos con el tiempo de ellas.

     

    No soy partidaria de mirar el pasado, salvo para aprender lecciones. No me gusta quedarme en la crítica, prefiero ver el horizonte y cómo salir de un momento difícil.

     

    Los peruanos hemos logrado en 30 años alcanzar el bienestar, hemos conseguido construir un país con oportunidades. No fueron perfectos todos estos años.

     

    Nos faltó que el crecimiento económico llegara a todos los sectores de la población, nos faltó realmente convertir ese crecimiento en desarrollo sostenible y nos faltó construir las bases de un servicio educativo sólido que nos permita crecer como ciudadanos.

     

    Por tanto, tenemos una tarea enorme que hacer de aquí en adelante; recuperarnos, volver a la senda del crecimiento económico, pero con lecciones aprendidas.

     

    Crecer más allá de una modernidad, crecer y sentar las bases que nuestros hijos requieren para tener finalmente un país desarrollado, con servicios básicos de educación y salud para todos y con oportunidades para todos. Fácil no será, pero imposible tampoco.

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