Ana Linda Lozano: «Tengo una fuerte vocación de servicio»

El sentido de la justicia siempre fue importante para Ana Linda Solano desde pequeña. “En el colegio defendía a los más pequeños y débiles”, afirma. Recuerda que cuando era adolescente le encantaba Atticus Finch, padre y abogado en la película estadounidense basada en la novela de Harper Lee, Matar a un ruiseñor, a quien vio como un ejemplo de ética y de lucha contra la injusticia; sobre todo, en una época en la que su país, Colombia, vivía mucha polarización y violencia.

Ana Linda trabajó en la Fiscalía de Colombia por más de cinco años. Según cuenta, fue un lugar donde pudo crecer mucho, especialmente cuando participó de la creación de la Policía Judicial Económico Financiera (PEF), uno de los mayores retos de su carrera y un hito en la forma cómo se investiga la criminalidad económica en su país.

“Aprendí la naturaleza compleja del crimen organizado y la corrupción, y la coordinación entre instituciones nacionales e internacionales para sentar bases importantes”, añade la destacada profesional.

 

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Tras esta etapa, apostó por la consultoría internacional para la defensa de los derechos humanos, especialmente de las mujeres, y el combate a la corrupción y el crimen organizado, temas que le apasionan.

“El cambio me ha permitido combinar mis proyectos con la investigación en la Universidad del Externado de Colombia. He pasado a un escenario de mayor libertad, más humano y cercano a los sectores en situación de vulnerabilidad. Los proyectos que he decidido apoyar siempre tienen una fuerte vocación de servicio e impacto”, refiere.

Como consultora en EUROsociAL+, programa regional de cooperación de la Unión Europea con América Latina, Ana Linda Solano publicó un informe sobre las modalidades de corrupción que afecta a las mujeres latinas, las cuáles van desde la explotación sexual, chantajes y agresiones, hasta los asesinatos.

Asimismo, considera que para atacar el problema de género aún faltan datos esenciales que permitan construir políticas públicas. Además, sostiene que se necesita entender que ciertas conductas deben ser criminalizadas, incluso educar y sensibilizar a la población para vislumbrar soluciones. “Aún falta compromiso político e institucional, pero el tema se abre camino de manera importante sobre el que no hay marcha atrás”, puntualiza.