PwC: “Fletes bajarán hacia el 2023, pero no regresarán a niveles prepandemia” 

¿Cuál es la situación en el transporte marítimo mundial por el cierre de puertos en China?

El reciente confinamiento en Shanghái y la posibilidad de que ocurra lo mismo en Beijing por la política Cero Covid de China, ha amenazado al comercio internacional. La paralización del tráfico de contenedores en Shanghái, ciudad que cuenta con el puerto con mayor actividad del mundo, ha generado un impacto sin precedentes en la cadena global de suministros.

 

Los impactos son diversos. Uno de ellos es que ahora los barcos se demoren más que antes de la pandemia en llegar a su destino, y que el nivel de confiabilidad en los itinerarios de las navieras disminuya. Por ejemplo, hoy en día, la probabilidad de que un barco llegue a tiempo es de 50% en comparación con años anteriores.

 

Otro impacto que está afrontando el transporte marítimo mundial es un problema de infraestructura, que se traduce en la escasez de barcos disponibles. Se estima que actualmente hay un 11% de flota no disponible porque se encuentra esperando descargar en algún puerto del mundo. Esto implica que no puedan volver a cargar y transportar, lo cual reduce sustancialmente la oferta.

 

Al bajar la oferta, y mantenerse o subir la demanda de transporte, otro impacto determinante es que los precios de los fletes se han incrementado sustancialmente.

 

Si bien se estima que el precio de los fletes bajará gradualmente, dado que diversas compañías navieras vienen construyendo nuevos barcos y contenedores, con lo cual se espera que la capacidad de transporte mundial se incremente en un 7%, dicha rebaja recién ocurriría en el 2023 cuando se terminen de construir los barcos y contenedores. Sin embargo, también se estima que los fletes no regresarán a los precios pre pandemia.

 

¿Cuál es el impacto en el comercio internacional tanto en oriente como occidente?

El COVID‑19, la inflación y la incertidumbre respecto de las políticas de los países dominantes ha generado un aumento de la desigualdad y de los problemas de seguridad en el mundo entero, pero, principalmente, en los países en desarrollo, lo cual tiene un impacto a su vez en el comercio internacional.

 

Se considera que una de las principales causas de la inflación que estamos viviendo a nivel mundial es debido al aumento de los precios del flete.

 

Por otro lado, en relación a los conflictos políticos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha señalado que la invasión rusa a Ucrania empeorará la situación inflacionaria en Latinoamérica por los retrasos en el comercio global y el encarecimiento del precio de la energía, lo cual, lamentablemente, traerá más pobreza.

 

¿Cuánto ha caído el volumen de actividad y cuánto ha aumentado el precio de los fletes, a nivel mundial?

Se estima que los volúmenes de la actividad han disminuido levemente, aproximadamente en 3%, mientras que los precios de los fletes han aumentado exponencialmente, aunque ello depende del tramo. En el caso del transporte entre Asia y Europa norte los fletes se han incrementado en algunos casos hasta en 1000%, y entre Asia y América Latina hasta en 100%.

 

Por ejemplo, en el caso de la ruta que une a Shanghái y Rotterdam, en los Países Bajos, el costo subió 659 %, uno de los mayores aumentos respecto al costo del flete.

 

¿La situación podría mejorar o empeorar?¿ Se rebajaría las proyecciones de este año en el comercio internacional?

De acuerdo con los cálculos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el volumen del comercio de mercancías crecerá un 3% en el 2022 (frente al 4,7% que se proyectaba en el mes de octubre de 2021) y un 3,4% en el 2023, lo cual nos hace ser optimistas en que la situación debe tender a normalizarse; aunque lo que sí pareciera ser claro es que los fletes, si bien se reducirán, no lo harán a los niveles pre pandemia.

 

¿Debido a esta crisis, qué cambios se están dando o se pueden dar en la cadena de suministros mundial?

Ante esta crisis, las alternativas que se están planteando son buscar rutas más cortas a fin de que los costos logísticos disminuyan debido al aumento del precio de fletes.

 

Por otro lado, muchas empresas han optado por importar o exportar hacia países que brinden mayores facilidades al comercio internacional, es decir, que no tengan los puertos cerrados o no exista algún conflicto político que dificulte el comercio internacional.

 

Por ejemplo, ante el conflicto entre Rusia y Ucrania, diversas navieras han optado por descargar las mercancías que ya estaban en el mar en otros puertos, como Rotterdam, y en aquellos casos en que las mercancías todavía no habían sido transportadas se ha visto conveniente destinar las mismas hacia otros países más cercanos.

 

Cabe precisar que ello a su vez tendrá un impacto en la cadena de suministros puesto que tanto los proveedores como la logística para importar o exportar va a variar dependiendo del país de destino.

 

¿América Latina podría beneficiarse de la situación de crisis en Asia? ¿Qué países?

El efecto positivo para América Latina de esta crisis mundial que vive el transporte marítimo es que, si sabemos aprovechar la coyuntura, podría ser una maravillosa oportunidad para insertarnos en la economía internacional en una mejor posición.

 

Ello, por ejemplo, podría ocurrir si formáramos alianzas con países desarrollados y ofreciéramos conjuntamente paquetes de medidas que beneficien la economía mundial y, por consiguiente, la economía de América Latina.

 

Otra ventaja radicaría en el hecho de que la situación actual global podría ser una oportunidad en el futuro para América Latina, puesto que podríamos utilizar más mercados de destino. Por ejemplo, si Ucrania o Rusia no pueden exportar trigo, nosotros seamos la alternativa.

 

Obviamente tendríamos que prepararnos para ello produciendo, en el ejemplo dado, trigo; pero implica que nuestros países reconozcan e implementen políticas que incentiven las exportaciones, de todo aquello que se pueda exportar, puesto que está probado que las exportaciones traen empleo, y el empleo reduce los índices de pobreza.

 

 




¿Cómo asegurar que la transformación digital no deje atrás al cliente?

La pandemia del COVID-19 se ha prolongado durante casi un año y continúa creando desafíos importantes para una variedad de sectores. Al comienzo de la crisis, muchas tendencias de la industria se aceleraron a medida que las personas adaptaron rápidamente sus comportamientos para cumplir con los requisitos de salud y seguridad.

 

Los consumidores, muchos de los cuales ya habían adoptado el comercio electrónico, se lanzaron a internet en cantidades aún mayores, gastando más en alimentos y otros productos en línea; y seleccionando entre una variedad de opciones fuera de la tienda, como recoger el producto o pedirlo a domicilio. De hecho, un 42% de encuestados señala que una entrega rápida y confiable está en su top tres de prioridades al comprar online.

 

“Estamos observando que muchas compañías en Perú no tenían en agenda su transformación digital y han tenido que acelerarla a raíz de la crisis COVID, en otros casos las empresas no se encontraban preparadas para que sus canales digitales incrementasen su protagonismo de forma tan drástica», indicó el director de Customer de PwC, Ignacio Luque.

 

«En ambos casos, el resultado ha sido el mismo, el cliente ha visto reducida su experiencia de compra y las empresas deben recuperar a sus mejores clientes que han buscado otras alternativas para satisfacer sus necesidades y recibir la experiencia que deseaban», agregó el ejecutivo.

 

Los cambios surgidos en la pandemia dejan claras cinco tendencias para el futuro del mercado de consumo:

 

La tienda del futuro

 

La tienda del futuro será omnicanal y rica en experiencias, fusionando el mundo físico y el digital. La tecnología continuará revolucionando el comercio minorista físico y en línea, lo que obligará a cambios e innovación rápidos.

 

Los consumidores minoristas esperarán experiencias tecnológicas sin fricciones; por lo que los canales de marketing tradicionales seguirán difuminándose a medida que los minoristas y los fabricantes adopten un modelo directo al consumidor. Además, la preocupación por la seguridad y la salud seguirán siendo prioridades para el sector.

 

Relevancia de la marca

 

El consumismo con conciencia social seguirá creciendo a medida que las personas busquen marcas en las que confíen y que se alineen con sus valores. Está bien documentado que tanto los consumidores como los empleados valoran las empresas que anteponen las personas a las ganancias y demuestran que son buenos ciudadanos corporativos.

 

Una investigación de PwC US muestra que el 70% de los consumidores vieron la confianza como el factor más importante al comprar de una marca. Es decir, los consumidores siguen aumentando sus expectativas para las marcas con las que interactúan; y continuarán buscando marcas impulsadas por un propósito, que respondan a una variedad de preocupaciones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).

 

En este escenario, las marcas deberán articular propuestas de valor significativas para ganar clientes; y las redes sociales influirán cada vez más en la percepción y reputación de la marca. Según el estudio de PwC, 35% está de acuerdo y otro 20% muy de acuerdo con comprar en empresas que son conscientes y solidarias con la protección del medio ambiente; un 36% compra productos con empaques eco-amigables o con el menor empaque posible; y otro 36% elige productos de origen trazable y transparente.

 

Cadena de suministro digital

 

La cadena de suministro del futuro operará casi con autonomía, tomando decisiones «inteligentes» para autorregularse. Las expectativas y los comportamientos cambiantes de los consumidores están obligando a las cadenas de suministro a ser más receptivas y transparentes. La visibilidad de un extremo a otro será el requisito número uno para una gestión eficaz de la cadena de suministro. La habilitación digital será clave en la evolución de la cadena de suministro.

 

El futuro de los alimentos

 

La demanda de los consumidores de productos más saludables aumentará, junto con las expectativas de mayor transparencia y sostenibilidad en la cadena de valor alimentaria. Tres tendencias principales influirán en el mundo de la alimentación: lo local, lo masivo y la personalización.

 

Además, las preocupaciones sobre la salud individual, la sostenibilidad ambiental y el deseo de productos personalizados continuarán revolucionando la industria alimentaria; incluso llevando a los consumidores a pagar más por conseguir los valores que consideran relevantes.

 

Crecimiento de atributos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG)

 

La presión de los reguladores y las salas de juntas para centrarse en factores ESG seguirá intensificándose; por lo que la adopción de iniciativas de sostenibilidad será esencial para la creación de valor a largo plazo. Ante el aumento de las expectativas de la sociedad y los grupos de interés respecto a este tema, es posible que surja nueva regulación para estimular una acción más fuerte en cuestiones ESG. Las empresas deberán integrar los objetivos e ideales de ESG en la cultura corporativa y los comportamientos operativos diarios.

 

Por otro lado, seguimos en un escenario de alta incertidumbre, la crisis del COVID-19 aún no ha terminado, y mucho menos sus efectos a largo plazo. PwC recomienda algunas formas para reparar, repensar y reconfigurar su negocio mientras evoluciona este escenario y se recupera progresivamente el equilibrio y el crecimiento:

 

  • Reparar los daños: Es necesario identificar las debilidades operativas que han surgido y acelerar las actividades de fomento de la confianza con clientes que han experimentado un retroceso en su experiencia con la marca.
  • Repensar la organización: Ajuste la dirección estratégica según sea necesario. Evalúe la cartera de marcas a través de una nueva mirada. Además, se puede mejorar la experiencia de cumplimiento a través de alianzas complementarias. En cuanto a la tienda física, es aconsejable desarrollar un concepto renovado para brindar las mejores experiencias al cliente.
  • Transformar integrando: Realice las inversiones en tecnología necesarias para adaptarse a un entorno fundamentalmente digital. Mejore la flexibilidad y resiliencia de la cadena de suministro y actualice su estrategia de canal. Pero asegúrese de que dicho proceso se realiza de manera equilibrada y sistémica. No permita que la tecnología deje atrás los ámbitos que sustentan e impulsan la transformación: procesos, cultura, plataformas de venta, experiencia del cliente.