Daniel Lu: Reestructuración financiera en tiempos de crisis

Los negocios son inciertos por naturaleza. En coyunturas positivas, cuando las ventas parecen elevarse vertiginosamente, es común observar a diferentes empresas tomar deuda para no perder clientes y asumir nuevas inversiones. Tales rachas suelen producir un optimismo desenfrenado hasta que una crisis toca la puerta.

 

Generalmente, la pérdida de un cliente importante, cambios en la economía, en la industria o incluso cambios de mando interno estancan o atacan directamente los ingresos dejando en evidencia la fragilidad financiera de las empresas.

 

¿Qué sucedió?

 

El optimismo de la expansión y la facilidad para obtener crédito en los buenos tiempos usualmente llevan a los decisores a:

 

1. Descuidar los márgenes: Es común que durante los buenos tiempos se genere más gasto sin cuidar las utilidades o crear un colchón adecuado para los periodos de “vacas flacas”.

 

2. No medir adecuadamente el riesgo: Si se ha estado creciendo 40% todos los años, ¿qué tan real es que sigamos a ese ritmo? Tasas de crecimiento altas indican un alto potencial de rentabilidad, pero solo a un riesgo elevado.

 

3. Aceptar cualquier tipo de financiamiento: Mientras el crédito abunda, condiciones como tasa, plazo u otros pierden relevancia. No importan las letras pequeñas, lo que importa es conseguir el dinero cuanto antes. Esto puede llevar a financiar proyectos de inversión importante con líneas de corto plazo, por ejemplo.

 

4. No invertir en un control y planeamiento financiero adecuado: En los tiempos del boom, el dinero suele cuidarse solo. Las ventas suben, el negocio va bien y no existen razones para empezar a examinar detalladamente las partidas de gasto, las contrataciones y la viabilidad financiera de proyectos importantes. La planificación entra en segundo lugar con tal de ganar mercado y crecimiento.

 

Una o varias de estas condiciones conjugan, en momentos de crisis, un escenario muy complejo para la empresa: Hay mucha deuda, ingresos recortados, gastos inflados y poco efectivo a la mano. En algunos casos, la falta de efectivo a la mano también significará la pérdida de cuentas o clientes importantes por no poder atender las órdenes. En otros casos, habrá que iniciar un proceso de reducción de gastos que incluye desligar personal. Separar lo urgente de lo prioritario se convierte en una lucha diaria.

 

Diagnóstico financiero

 

Para poder tener claridad en una coyuntura como esta, se debe realizar un diagnóstico financiero exhaustivo de la compañía y su entorno. Esto implica la revisión de los Estados Financieros, el entorno competitivo de la empresa, sus líneas de negocio y estructura de gastos, así como planes a corto, mediano y largo plazo y todos los acuerdos de préstamos vigentes.

 

Parte de este diagnóstico incluirá identificar, de mano con gerencia, otras iniciativas que podrían generar valor. Por ejemplo, identificar las partidas del gasto que se podrían ahorrar, iniciativas para mejorar el ciclo de efectivo, activos o divisiones enteras que podrían venderse para obtener liquidez. Todo esto sin mermar la capacidad de la compañía de seguir generando valor a sus clientes.

 

Con este diagnóstico, se deben proyectar los Estados Financieros con las obligaciones vigentes para para poder calcular el déficit o desfase existente en la compañía a través de un modelo financiero. Esto nos dará un número inicial que se necesitaría cubrir con el financiamiento.

 

Las proyecciones también nos ayudarán a pronosticar en qué tiempo la empresa podría levantarse nuevamente y pagar las obligaciones. Es decir, nos daría una idea de cuánto financiar y cuáles serían las condiciones óptimas para hacerlo.

 

En esta etapa, es crítico pensar en escenarios que no vayan de acuerdo a lo planeado por gerencia para mantener un margen de maniobra.

 

En este sentido, al hacer las proyecciones, debemos asegurarnos de que la caja de la empresa alcanzará para pagar las obligaciones, incluso si las condiciones cambian adversamente para la empresa. Por ejemplo, un escenario típico podría ser asumir que las ventas estén al 80% de lo proyectado, de tal manera que nosotros sepamos cuál sería la necesidad en ese escenario más pesimista.

 

Restructuración

 

Una vez determinados los montos que se requieren y su forma ideal, podemos empezar a pensar en la estrategia que nos podría llevar a mejorar nuestra estructura de capital. A este proceso se le llama reestructuración y puede incluir cualquiera de los siguientes elementos:

 

• Consolidar: Juntar deudas de varios acreedores en una sola deuda grande.

• Pasar de corto a largo plazo: Convertir una deuda de corto plazo en una deuda de largo plazo, ampliando el plazo de pago para minimizar el impacto de la caja.

• Refinanciar: Endeudarse para pagar las deudas antiguas.

• Negociar covenants: Flexibilizar condiciones y negociar términos.

• Canje de deuda por acciones: Cambiar la deuda por acciones en la empresa.

• Capitalización: Emitir nuevas acciones o recibir un inversionista nuevo para fortalecer la compañía.

 

Como habrán notado, el proceso de reestructuración necesitará la participación de los accionistas de la empresa. Minimizar la posibilidad de la quiebra dependerá, en algunas ocasiones, de la capacidad de los accionistas de inyectar capital fresco y paciente a la compañía para evitar mayores contingencias.

 

Para realizar una propuesta de reestructuración sólida es necesario alinear a toda la empresa en torno a los objetivos financieros, pues estos son el resultado de las decisiones de negocio. Las mismas estrategias que nos llevaron hasta aquí no nos ayudarán a salir.

 

Si las condiciones de mercado o sector han variado, es imprescindible contar con una estrategia integral (no sólo financiera) que permita a la empresa llegar a sus objetivos. Trabajar con marketing, comercial, operaciones, logística y proyectos es importante para detectar nuevas necesidades en los clientes y reposicionar la empresa.

 

Negociación y evaluación

 

Una vez elegida la estrategia, se comienza la comunicación y negociación con los acreedores. Mantener una presentación corporativa con los escenarios, cálculos, planes y propuestas de mejora para la empresa, y armar un expediente con información básica acelerará la evaluación de las propuestas de parte de los acreedores.

 

La comunicación abierta y franca es clave para llegar a un acuerdo: el empresario necesita el dinero y el prestamista desea que le paguen según lo acordado. Asimismo, los créditos no deben evaluarse solamente en función de la tasa de interés, si no que debe tomar en cuenta el plazo, periodo de gracia, garantías, covenants y experiencia del financista en el rubro.

 

Cierre y conclusiones

 

Una reestructuración puede ser compleja y dolorosa, pero en el largo plazo puede asegurar la continuidad de la empresa y conservar empleo, bienes, marca y productos que tienen valor para los clientes y la economía. Los gerentes están bajo inmensa presión para reestructurar y también mantener las operaciones del día a día andando.

 

En este sentido, una asesoría financiera de una persona con experiencia o un consultor puede agregar valor al proceso al ahorrar tiempo, estrés y dinero.

 

Por otro lado, el mejor remedio siempre es la prevención. Siempre es mejor invertir temprano en lograr que la empresa mida sus riesgos y pueda tener una adecuada gestión financiera para evitar descalces financieros.

 

Aquellos empresarios que apuesten por mejorar la gestión financiera de su compañía no evitarán las crisis o las pandemias, pero podrán afrontar los tiempos difíciles con mayor claridad.




Daniel Lu: ¿Cómo atraer inversionistas a mi compañía?

Este año, muchas empresas pasarán por un proceso de reinvención y buscarán recapitalizarse a través de inversionistas. Idealmente, estos nuevos accionistas no solo aportarán capital, sino nuevas ideas, contactos y mercados previamente inaccesibles.

 

Lamentablemente, la mayoría de empresas se encuentra en desventaja a la hora de negociar porque no están preparadas para recibir inversores. Si desea fortalecer su propuesta de valor a sus potenciales inversores, le recomiendo trabajar en lo siguiente:

 

1. Información financiera oportuna, transparente y al día

Un inversor empezará conociendo más a fondo su empresa al solicitar estados financieros e informes de gestión. Contar con reportes mensuales, KPI, flujos de caja, presupuestos y contabilidad al día que midan el desempeño de la compañía aporta para que un inversionista vea el tipo de gestión que lleva y que comprende el lado financiero del negocio.

 

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2. Resultados de negocio sólidos

Si bien el 2020 no ha sido próspero para la mayoría, debe poder mostrar el impacto que ha tenido su gestión en la compañía a través de las medidas tomadas en pandemia. Mostrar un historial, en años pasados, de inversiones adecuadas, iniciativas exitosas y foco estratégico logrará generar confianza.

 

3. Integridad, transparencia y comunicación

No siempre las decisiones son las acertadas y hay empresas ajustadas por malas decisiones. El gerente general, deberá asumir responsabilidades y comunicar el aprendizaje, aún de decisiones erradas. Una persona honesta y transparente genera la confianza que se necesita para asegurar una correcta gestión del capital para los accionistas y velar adecuadamente por los stakeholders.

 

4. Capacidad de planificación y análisis

La elaboración de planes y estrategias es crucial para la gestión. De hecho, parte de una propuesta consiste en explicar al inversor el uso de los fondos de la inversión. Se debe identificar cuál es la oportunidad, definir el plan para hacerla realidad y los beneficios que recibirá el accionista de participar.

 

5. Equipo competente de soporte

Una de las preocupaciones de un inversionista es la dependencia excesiva que pueda tener la compañía con su dueño o fundadores. Por ello, el desarrollo de liderazgo y talento dentro de la empresa es una buena señal de que se está creando sostenibilidad dentro de la compañía. Rodearse de profesionales o asesores en diferentes campos es vital para lograr el desarrollo de la compañía.

 

¿Cómo ser una empresa invertible?

 

La confianza es más escasa que el capital. Existen oportunidades de mercado esperando ser tomadas, pero que no se pueden conquistar sin el capital necesario, y ese capital no es accesible porque no existen personas y empresas de confianza que las lleven a cabo. Comunicar esta confianza es el objetivo de estos 5 pilares. Convertirse en una empresa invertible es el ADN de una empresa que aspira a competir a nivel global.




Daniel Lu: ¿Cómo vender mi empresa?

Las empresas están replanteando el modelo de negocio tradicional a raíz de la crisis económica y sanitaria que vive el país. Mientras el consumidor se va adecuando a la nueva normalidad, las empresas están buscando eficiencias en costos, pero también sondeando nuevas oportunidades de negocio.

 

Para un segmento de empresas, la estrategia se traducirá en la venta parcial o total de sus operaciones a inversores.

 

¿Qué se debe tomar en cuenta?

 

La mayoría de los empresarios no suele pensar en la venta de sus acciones. Cuando una empresa está demostrando un potencial de crecimiento alto y goza de una buena publicidad, suele recibir ofertas de parte de inversores o personas relacionadas para unirse a la empresa.

 

En estos casos, ingresan nuevos socios para aprovechar oportunidades de crecimiento. Un buen socio no solo capitalizaría la empresa, sino que podría darle acceso a nuevos mercados, conocimiento y experiencia.

 

Para asegurar el éxito, los accionistas actuales deberán tomar en cuenta cómo funcionará la nueva sociedad a nivel de control y toma de decisiones, así como los acuerdos sobre las ganancias, reparto de utilidades y retornos esperados por cada parte.

 

En otras ocasiones, la venta de la empresa puede darse por las limitantes inherentes a la organización. La organización puede estar posicionada en un mercado maduro o en contracción, enfrentando problemas financieros, o puede encontrarse con una falta de sucesión ante el retiro de los fundadores.

 

En este caso, los accionistas deberán considerar si es que la venta está en el mejor interés para el futuro de la compañía.

 

¿Y cuánto vale mi empresa (o mi participación)?

 

El valor de la empresa estará derivado de tres variables: valor financiero, valor de inversión y condiciones de venta.

 

Todas las empresas tienen valor como activo financiero. Es decir, el comprador esperará tener un retorno financiero sobre su inversión. En este sentido, parte del valor de la empresa se deriva de la expectativa de futuras ganancias que generará la empresa.

 

Esta proyección se calcula en base al mercado en que se desarrolle la compañía y su historial de rendimiento financiero.

 

En segundo lugar está el valor de inversión. La misma compañía puede valer diferente para una empresa competidora, un fondo de inversión o un inversionista particular.

 

Es posible que un comprador esté más interesado en los terrenos o activos que tengas en la empresa, más que en tu marca o en tu futuro crecimiento (o viceversa).

 

Finalmente, el precio de la compañía estará supeditado a las condiciones de la economía en ese momento y también dependerá de las condiciones contractuales negociadas.

 

Una economía fuerte puede significar compradores con efectivo a la mano, pero también precios más altos. En una economía en contracción, los precios pueden ser más bajos, pero el efectivo más escaso.

 

Es importante notar que el valor de la venta no es el único factor a considerar en el contrato de compraventa. Por ejemplo, es muy diferente si se pagará el valor de la compañía en un pago único o si se hará en tres años con un cronograma de pagos.

 

Del mismo modo, se puede negociar que el actual gerente se quede un año más en el puesto para asegurar una transición.

 

¿Qué puede perjudicarme?

 

El problema número uno de las empresas es que no suelen estar preparadas para ser presentadas a inversores externos.

 

Contabilidades desfasadas, problemas tributarios, contratos laborales sin cerrar o falta de evidencia de que existe un gestión apropiada y formal de la empresa deprimirán el precio final de la venta o, peor aún, pondrán en peligro la viabilidad de la venta.

 

Contar con un equipo de gestión profesional que no dependa de los fundadores, información financiera oportuna, minutas, contratos y otra materia legal saneada junto con una hoja de ruta clara hacia el futuro son la clave para maximizar el valor de la venta.

 

En otras palabras, tu compañía debe poder ser auditable, porque un comprador o inversor querrá revisar debajo de tus números y tu negocio (un proceso conocido como due diligence o debida diligencia).

 

¿Puedo hacerlo solo?

 

En teoría sí, pero recuerda que una venta es un proceso intensivo que puede perjudicarte en dos sentidos: 1) distraer energías de mantener el negocio a flote y trabajando mientras se esté en conversaciones de una venta, 2) mantenerte emocionalmente arraigado a la empresa y correr el riesgo de no negociar de manera objetiva o desanimarte en el camino.

 

Un buen asesor financiero te puede ayudar en el proceso de análisis financiero, valuación preliminar, debida diligencia y buscar la asesoría legal especializada.

 

¿Qué hacer hoy?

 

Si has pensado que una venta está en el horizonte de un año o un año y medio, puedes tomar algunos pasos positivos el día hoy hacia esa meta.

 

Primero, diferencia tu empresa e implementa información financiera y contable de calidad. Si ni siquiera tú puedes diferenciar gastos familiares de los de la empresa,

 

¿Cómo lo hará un externo?

 

En segundo lugar, mantén tus tributos, rating crediticio y aspectos laborales y legales de la empresa en regla. Contrata a un asesor especializado en auditar y mantener las cosas en orden, incluyendo minutas, actas y demás documentos relacionados al gobierno de la organización.

 

Finalmente, ten una hoja de ruta clara de la empresa y de su futuro que no dependa de ti. En el momento que termines de firmar los papeles, puedes estar seguro de que has hecho lo correcto para ti y tu organización.