Peter Anders: Punto final

La situación de anarquía, incertidumbre, descontrol, inseguridad, desinstitucionalización, resquebrajamiento democrático y corrupción campeante a la que ha sido llevado el país durante estos primeros meses de gobierno del señor Pedro Castillo como presidente de la República, es inaceptable, imperdonable, improrrogable.

 

No es posible soportar más que el Perú siga siendo manejado como la presa capturada por quienes pretenden hacer del pillaje y la incompetencia una forma de gobernar.

 

La designación por parte del señor Castillo de un nuevo gabinete ministerial integrado por personajes de dudosa integridad moral e intelectual, evidencian el poco respeto que se tiene por el destino del Perú y de los peruanos.

 

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Pero lo que es peor, agudiza la crisis en que está sumido el país desde el pasado 28 de julio.

 

Pero ya no solo por las terribles secuelas de la pandemia del coronavirus en la vida y bienestar de millones de personas; por la crisis económica y la subsecuente falta de empleo, quiebra de empresas y desconfianza de los inversionistas, sino también porque hemos sido dejados a merced de la delincuencia que a toda hora atenta contra nuestra vida y nuestras propiedades.

 

Ahora, como quien da un manotazo de ahogado, se pretende con una declaratoria de estado de emergencia, solo en Lima y Callao (como si el resto del país no fuera territorio capturado por el hampa), trasladar esta responsabilidad a las Fuerzas Armadas, sin un plan que determine cómo y dónde apoyarán a la Policía Nacional y a sabiendas que estas tareas no son parte de sus funciones y que, a la primera falta, su personal y oficiales serán acusados y perseguidos por quienes todos conocemos.

 

Cualquiera que a lo largo de su vida haya tenido que contratar un trabajador, lo mínimo que le solicita es un currículum vitae documentado, en el que es indispensable presentar certificados de antecedentes penales, policiales y judiciales, además de acreditar que se cuenta con un mínimo de preparación académica y experiencia para el puesto, sea desde el más humilde hasta el de mayor responsabilidad.

 

¿Es posible creer que ninguno de los asesores del señor Castillo -o él mismo- se tomó la molestia de revisar estos requisitos antes de ofrecer el cargo de ministro de Estado a los integrantes de este gabinete, comenzando por quien lo preside?

 

Mientras esto ocurre, nuestra economía ya no languidece, sino que está en caída libre, como lo demuestra el hecho que el Fondo Monetario Internacional haya rebajado su proyección de crecimiento para el Perú de 4,6% a 2,8% este año, lo cual se traducirá en más desempleo y más pobreza.

 

No olvidemos que las proyecciones de crecimiento de la inversión privada –la que vía impuestos genera recursos al fisco y crea empleo formal- para este año se ubican en 0%.

 

El Perú y los millones de peruanos que nos esforzamos cada día, que trabajamos con sacrificio y optimismo por el bienestar y desarrollo de nuestras familias, no merecemos este destino.

 

Estas cifras son elocuente evidencia del desgobierno, de este caos y hazmerreir internacional al que ha sido llevado el Perú por quienes creen que la existencia de tantas personas vale tan poco que pueden darse el lujo de aprender a gobernar a su costa o de robarles lo que con tanto esfuerzo han conseguido.

 

Por ello debemos asegurarnos, con todas las armas que nos garantiza la democracia y el estado de derecho, que los responsables de llevarnos a esta situación no queden impunes.

 

Pero, además, quienes apoyaron y se sumaron entusiastas a apoyar esta aventura a cambio de granjerías propias, así como de contratos, consultorías y puestos de trabajo para sus familias, amigos o camaradas del partido político, tendrán también que asumir su responsabilidad, en principio, ante la sociedad y luego ante la ley.

 

Señor Castillo, en nombre del pueblo al que tanto gusta nombrar y emplear para justificar tantas trapacerías, desde la Cámara de Comercio de Lima le hacemos un llamado para que reflexione y no siga jugando con el presente y el futuro de nuestra patria.

 

Tome de una vez por todas una decisión reflexiva, valiente, firme, patriótica… decente. Esto no puede seguir así. Hay que ponerle punto final.