Peter Anders: No es cosa de risa

“Para que te digo que no, si sí”, rezaba una de las frases más recordadas que uno de los personajes más entrañables creados por el gran cómico mexicano Roberto Gómez Bolaños, decía a sus coprotagonistas, dejándolos perplejos al no saber a qué atenerse al tratar de desentrañar qué quería decir o a dónde quería llegar con esta indefinición.

 

A punto de cumplirse los primeros 100 días de gestión del presidente Pedro Castillo, esta expresión podría ser adoptada como lema de su gobierno, porque si algo lo ha caracterizado en este tiempo, son las contradicciones, falta de rumbo, incertidumbre, incoherencia e inestabilidad que tan graves consecuencias traen a nuestra economía, pero principalmente al bienestar y seguridad de millones de peruanos.

 

Si hacemos un rápido balance, no podemos encontrar una sola línea maestra que se haya trazado, ninguna medida ejecutada ni un objetivo alcanzado, salvo la devaluación no solo del sol frente al dólar, sino sobre todo de la “palabra de maestro”.

 

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Gobernar, respetuosamente, señor presidente, no es un juego de palabras ni buscar un sin sentido a las cosas, no es recorrer plazas con discursos propios de un dirigente sindical o un azuzador.

 

Gobernar es asumir la responsabilidad sobre el presente y el futuro de una nación que espera medidas efectivas para enfrentar, por ejemplo, la pandemia del coronavirus, el retorno seguro a las clases escolares o impulsar la generación de empleos dignos y formales.

 

“No somos comunistas… no hemos venido a expropiar a nadie… no hemos venido a ahuyentar las inversiones”, aseguró en setiembre el señor Castillo en Washington.

 

Pero ni bien regresó al país, su entonces presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, anunció la renegociación forzada del contrato del gas Camisea, advirtiendo que se nacionalizaría el consorcio si no cedía a sus exigencias.

 

Otra contradicción son las veces que el presidente Castillo ha asegurado “no soy comunista, chavista y menos terrorista”. ¿Pero entonces cómo explica el nombramiento como ministros y funcionarios de personajes vinculados a grupos simpatizantes de organizaciones que tantas muertes y daño causaron a nuestra sociedad?

 

Pero hay más.

 

Durante su presentación ante el Congreso de la República para pedir el voto de investidura, su nueva jefa del gabinete ministerial, Mirtha Vásquez, garantizó que no habría expropiaciones, pero casi en simultáneo, el propio Castillo pedía ante un grupo de “espontáneos”, aprobar una ley “para estatizar o nacionalizar” el proyecto Camisea.

 

Sobre la amenaza de convocar a una Asamblea Constituyente que cambie la actual Constitución Política, especialmente el capítulo económico, unas veces se dice que no es prioridad, que no está en la agenda; pero a renglón seguido otros voceros del Gobierno dicen que sí, e incluso impulsan una millonaria campaña de recolección de firmas por todo el país buscando que se convoque un referéndum con este propósito, aun sabiendo que no es posible jurídicamente.

 

La Cámara de Comercio de Lima ha hecho un firme llamado al Gobierno para que asuma una posición definitiva sobre el cambio de Constitución y del modelo económico, de modo que de una vez por todas los empresarios, los trabajadores, los inversionistas, los emprendedores y quienes a diario hacen lo imposible para ganarse el pan de cada día, sepan a qué atenerse y qué decisiones tomar.

 

Pero parece que alguien lo tomó a broma, porque cuando se está fuera del país se asegura que la inversión privada es bienvenida al Perú, más cuando se regresa no se la menciona siquiera como parte de la política general del Gobierno que se presenta ante el Parlamento.

 

Ahora el Ejecutivo pretende que se le entregue facultades legislativas para que, entre cuatro paredes, emprenda una reforma tributaria, otra del sistema financiero y, supuestamente, para reactivar la economía.

 

¿Es posible delegar tremenda responsabilidad a una administración que no genera confianza, que muestra improvisación y absoluto desconocimiento de los conceptos más básicos de economía?

 

Mientras escribo estas líneas, escucho por radio a la señora Vásquez esforzarse por intentar explicar “qué quiso decir” el presidente Castillo cuando habló de una ley “para estatizar o nacionalizar” Camisea, y no puedo dejar de recordar aquella parodia en la que uno de sus antecesores, en otro gobierno, fungía de “traductor” para justificar los exabruptos de la entonces primera dama.

 

Es algo que puede llamar al chiste o a la broma.

 

Pero la situación del Perú, con más 200.000 personas muertas por coronavirus, con millones de desempleados, con miles de empresas y emprendimientos quebrados, con millares de niños y jóvenes que han perdido sus estudios, con familias que no acceden a las más mínimas condiciones de bienestar, no son cosa de risa.

 

Ojalá lo entiendan.