Minería no alcanzará niveles prepandemia al cierre de 2022

Al terminar el 2022, minería e hidrocarburos sería el único sector que no lograría recuperarse de la contracción económica de 2020 generada por la crisis sanitaria mundial, año en el que el PBI del sector registró una caída de 13,5%.

 

La reactivación de minería e hidrocarburos en 2021 fue de apenas 7,5%, lo que lo llevó a ser el tercer sector con menor crecimiento, superado solo por pesca (2,9%) y agropecuario (4,2%).

 

A comienzos de 2022, el IEDEP proyectó un crecimiento del sector de 6,1% tomando en cuenta el precio elevado del cobre, ubicado por encima de los US$ 400 por libra desde marzo de 2021, así como por el fuerte crecimiento proyectado para China de 5,6% por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

 

No obstante, las nuevas condiciones, tanto internas como externas, han reajustado la tasa de crecimiento del sector a la baja, a 3,9%, cifra que es insuficiente para hacernos retornar a los niveles prepandemia e, incluso, se prevé una caída de 2,3% para el segundo trimestre del año. Esto, como consecuencia de los conflictos sociales medioambientales que involucran a 18 regiones y que ponen en riesgo cerca del 90% del PBI sectorial.

 

Conflictos en minería

 

Según la Defensoría del Pueblo, a junio pasado se registraron 131 conflictos activos, concentrándose 88 en minería y 25 en hidrocarburos, es decir, el 86,3% del total.

 

Por otra parte, el FMI redujo la tasa de crecimiento de China para 2022 de 5,6% a 3,3%, y a 4,6% para 2023, debido a las políticas de Cero Covid que afectan a grandes ciudades de ese país.

 

Es más, durante el primer semestre, China registró una tasa de crecimiento de solo 2,5% y el gobierno anunció el objetivo de estabilizar los precios y el empleo, es decir, que no se obligará a impulsar la actividad económica. A ello, hay que sumar la crisis inmobiliaria que vive el país desde la caída de Evergrande, en setiembre del año pasado.

 

¿Cómo afecta la situación de China al Perú? El enfriamiento de la economía china viene afectando el precio del cobre, que, luego de alcanzar un pico en marzo (US$ 464 por libra) ha mostrado una tendencia a la baja, llegando a US$ 411 en junio y cerrando julio en US$ 354. Sin duda, esto afecta el valor de las exportaciones mineras que, entre enero y mayo, alcanzaron los US$ 16.020 millones, equivalentes al 79,3% de las exportaciones tradicionales y el 58,5% de las exportaciones totales.

 

Recaudación tributaria

La actividad minera es intensiva en capital y los mayores beneficios provienen de las exportaciones, de las divisas que ingresan al país y de la recaudación de impuestos que genera. Estos recursos sirven para financiar el presupuesto de gobiernos regionales y locales.

 

En 2021, la recaudación por renta de tercera categoría del sector minería e hidrocarburos creció en 200%, la tasa más alta alcanzada desde el año 2006 (200,2%). En el caso puntual del sector minero, la expansión fue de 232% y 68% en 2021 y el primer semestre del 2022, respectivamente.

 

Ergo, el sector minería e hidrocarburos ha generado importantes ingresos fiscales para financiar programas sociales o inversión pública. No obstante, estos pudieron ser mayores tomando en cuenta que el PBI minero cayó en 3,6% entre enero y mayo del presente año, afectados por la paralización de Las Bambas; la menor producción de las operaciones de Southern, Hochschild y Poderosa; y el bloqueo del corredor minero del sur. Entre noviembre 2021 y mayo 2022 solo se registró una tasa positiva de crecimiento en enero (3,4%), mientras que, en el resto de meses, las tasas fueron negativas.

 

Hay que recordar que el precio del cobre estuvo por encima de los US$ 300 por libra entre el 2006 y 2008 (menor a los US$ 400 actuales) hasta antes que estalló la crisis hipotecaria de Estados Unidos y, en ese periodo, también el PBI minero creció en promedio a 4% anual.

 

Según cifras de Sunat, la recaudación por Impuesto a la Renta de tercera categoría se incrementó en 236% y 48% en 2006 y 2007, respectivamente, no solo por precios altos del cobre, sino también porque fue acompañado por un mayor volumen exportado.

 

 

Perspectivas del sector minero

El inicio de operaciones de Quellaveco incrementará la producción de cobre entre 120.000 y 160.000 toneladas al año, un equivalente al 10% del total producido. Con ello, se consolidan las perspectivas de mejora en la performance del sector minero para el 2023, asumiendo que se superarán gran parte de los conflictos sociales, con lo cual el crecimiento proyectado para el sector minería e hidrocarburos sería de 6,1% versus un crecimiento del PBI global de apenas 2,4%.

 

Sin embargo, la cotización alta del cobre fue una oportunidad desaprovechada, dado que las proyecciones de su precio, tomando en cuenta la desaceleración china, podrían ubicar al metal rojo por debajo de los US$ 300 por libra.

 

Cabe señalar que, en el Perú, se han identificado 39 nuevos proyectos de construcción de minas por un monto de US$ 49.252 millones para la explotación de cobre, oro, zinc y hierro, inversiones que se pueden ejecutar en los próximos años.

 

Como es sabido, los proyectos programados para el presente año no se realizarán fundamentalmente por los conflictos sociales activos. Ante esta situación, es necesario recuperar la confianza empresarial para que parte de esa inversión se realice, basta recordar que el índice de confianza empresarial respecto a las perspectivas de la economía a 3 meses se encuentra en el tramo pesimista desde hace 15 meses.

 




Luis Miguel Castilla: “El 2023 habrá un estancamiento aún mayor”

¿Cuánto estima que crecerá la economía peruana este año y qué factores influirán?

El crecimiento de la economía peruana estará entre 2,5% y 2,8% este año lo que dependerá de dos factores: el desempeño de la inversión en el último trayecto del año y el plano externo.

 

La inversión ha tenido un desempeño desfavorable en el 2022 y en la segunda mitad del año se prevé un resultado negativo. Los proyectos mineros se contraerán con la finalización de la construcción de Quellaveco y el deficiente manejo de los conflictos sociales.

 

La inversión privada no minera se ha ido postergando ante la incertidumbre y problemas de gestión pública. Los costos se han encarecido afectando la inversión privada. Asimismo, se avizora un menor impulso de la inversión pública. Usualmente el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) impulsa la inversión, pero este año ha tenido serios problemas de ejecución por corrupción y rotación de autoridades. Probablemente, el cierre de gestión de los gobiernos regionales y locales impulsará la inversión. Sin embargo, la inversión en general no va a contribuir al crecimiento, sino más bien será un lastre y no va a empujar al resto de la economía.

 

El segundo factor es que la economía mundial se está deteriorando a un ritmo mayor al anticipado y existe un creciente riesgo de mayor desaceleración. Algunos especulan que podríamos entrar a una recesión ante el incremento de la inflación a nivel internacional que ha presionado al aumento de tasas de interés, la disminución del precio del cobre, la apreciación del dólar y la salida de capitales. Es probable que haya un menor crecimiento de la demanda externa, restándole ímpetu al sector externo que ha sostenido el crecimiento este año.

 

Por ambos factores, un menor aporte de la inversión y un menor ímpetu del comercio exterior, estimo que vamos a crecer menos de lo esperado en el 2022, siendo el consumo lo que estaría soportando el avance.

 

¿Este aumento del consumo es sostenible? ¿Cuál es su proyección de crecimiento el 2023?

Pese a la erosión de la capacidad adquisitiva por el aumento de la inflación, el consumo ha crecido porque hemos tenido un impulso que ha sido el aumento de la liquidez por la mayor disponibilidad de recursos del ahorro privado con la liberación de la Compensación por Tiempo de Servicios (CTS) y del ahorro previsional (AFP); y por las transferencias del gobierno, que inyectó recursos de manera indiscriminada. Pero esto es finito y no va a perdurar.

 

Además, el crecimiento del crédito se va a ralentizar ante el aumento de las tasas de interés y la morosidad. Ambos factores harán que el consumo tenga un menor ritmo de expansión, a lo que se suma que los ingresos laborales tampoco han crecido de manera significativa. Entonces, para el 2023 se prevé un menor aporte del consumo, no hay un motor aparente de crecimiento y habrá un estancamiento aún mayor.

 

En el mejor de los casos y si no hay una crisis externa mayor, con un escenario de desaceleración y no recesión a nivel mundial, el crecimiento de la economía peruana será a lo mucho de 2%.

 

Pero si la situación externa se agudiza puede ser menor al 2%, que es un crecimiento, en términos per cápita, nulo o negativo e insuficiente para absorber la mano de obra que entrará al mercado. Así, la pobreza, en lugar de reducirse, aumentará y se seguirá precarizando el mercado laboral.

 

¿Cuánto están afectando al empleo las recientes regulaciones laborales?

Tras la pandemia, tenemos un mercado laboral mucho más precario. El subempleo y el empleo inadecuado se han incrementado y el gobierno, en lugar de crear condiciones para fomentar el trabajo formal, ha construido su caballito de batalla con regulaciones laborales dirigidas a segmentos muy pequeños de la población, privilegiando a sindicatos y alentando normas nocivas para la economía y la creación de empleo formal; que van desde el aumento del salario mínimo hasta restricciones a la tercerización, y el derecho a sindicalización y huelga. Tal como se plantean, se antepone el derecho a la sindicalización y a la huelga por encima del derecho al trabajo.

 

El Perú tiene la regulación laboral más rígida de la región y le añaden estos elementos que no se condicen con lo que ocurre en el mundo, donde se adopta una regulación más flexible, que respete los derechos de los trabajadores pero que fomente el empleo para todos y no solo para un segmento muy reducido.

 

¿Cuánto cerrará la inflación este año y cuánto ha afectado la capacidad de compra de los peruanos?

La fuente de la inflación ha sido externa, principalmente, y ha afectado los bolsillos de los segmentos más pobres, ya que muchos bienes de la canasta básica son importados (alimentos y combustibles). La ayuda del gobierno ha llegado tardíamente y los alivios tributarios han sido inefectivos, lo cual ha afectado de manera desproporcionada a estos segmentos.

 

Felizmente, parece que esto está llegando a su punto de inflexión, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Lo cierto es que la inflación, hoy en día, está tres veces por encima del rango meta del Banco Central de Reserva (BCR). Probablemente, volvamos al rango meta a fines del 2023 o inicios del 2024.

 

Pero más allá del impacto en el mercado de materias primas, se ha interrumpido de manera muy severa el suministro de las cadenas globales de producción y esto por la afectación de centros comerciales internacionales como China, que han tenido retrasos de 18 a 24 meses en el suministro de partes y en la cadena logística, provocando retrasos a nivel global y el incremento significativo de fletes y costos logísticos.

 

Este proceso comenzó cuando se reanudó la actividad económica tras la pandemia, se agravó con el alza de los combustibles por el conflicto de Ucrania y se exacerbó con los confinamientos en China. Ha sido como la tormenta perfecta y tomará tiempo resolverse. Estados Unidos, para luchar contra su inflación, tiene que ocasionar una recesión severa, no una desaceleración, lo cual es complicado teniendo próximas sus elecciones de mitad de periodo.

 

No será fácil salir de este proceso inflacionario de manera rápida. Probablemente, recién salgamos de este proceso en los próximos 18 meses. Para fines del 2022 estaremos en una inflación cercana al 6% o 7% y el próximo año estaremos acercándonos al rango meta del BCR, y convergiendo al 3% a inicios del 2024.

 

Ante esta difícil situación, ¿qué deberían hacer el Ejecutivo y el Congreso?

Las autoridades deben desprenderse de sus propios intereses y anteponer el bienestar del país, dejar que la Fiscalía actúe y ser más consecuentes. El Perú no puede seguir viviendo con este nivel de zozobra e inestabilidad porque ya está pasando una factura muy alta a la imagen del país y a la economía. Necesitamos liderazgos, tanto a nivel político como privado, y más sentido de urgencia para acelerar los cambios que requiere el país.

 




Natalia Mercado: Reactivación del sector textil y confecciones

Tras la pandemia y los estragos de los conflictos internacionales, uno de los sectores más afectados fue y sigue siendo el textil y confecciones, con graves consecuencias como el encarecimiento de materias primas, elevados costos logísticos de comercio internacional, pérdida de empleo, entre otros. Cabe recalcar que este sector de la industria nacional está conformado, en su mayoría, por micro y pequeñas empresas (mypes).

 

Debido a la difícil situación, el Ministerio de la Producción –el pasado 19 de mayo del 2022–  declaró en emergencia el sector textil por un periodo de 60 días calendario. Con el objetivo de lograr una correcta reactivación económica del sector, se ha propuesto un plan de emergencia luego de la publicación del D.S. N°004-2022-PRODUCE, el cual comprende las siguientes acciones: acceso a financiamiento, fortalecimiento de capacidades, competitividad y productividad y, por último, facilitar el acceso a las micro y pequeñas empresas a las compras públicas.

 

Asimismo, mediante el D.U. N° 012-2022 se creó el Fondo de Apoyo Empresarial para el sector textil y confecciones, el cual tiene como objetivo poner a disposición los créditos para capital de trabajo; adquisición de activos fijos; y, finalmente, consolidación financiera y compra de deuda, siendo destinados a las mypes.

 

Por otro lado, las mypes exigen al gobierno la activación de una mesa nacional e involucrar a los gobiernos regionales y autoridades como la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales (ANGR) y la Asociación de Municipalidades del Perú (AMPE), de manera que se logre una correcta reactivación nacional. También se solicitó al gobierno la reactivación del sector de manufactura, el cual comprende los rubros de textiles, calzado, maderables y metal mecánica.

 

Finalmente, es importante llevar a cabo un consenso entre las mypes del sector textil y confecciones y el gobierno para poder realizar una correcta reactivación económica del sector, generando de esa manera nuevos puestos de trabajo, oportunidades de comercio nacional e internacional y un constante crecimiento de las micro y pequeñas empresas.