Luis Antonio Aspíllaga: “El sector textil y confecciones requiere de una zona franca en Lima”

¿Cómo evalúa al sector indumentaria nacional antes y durante esta pandemia?

Antes de la pandemia el sector ya venía golpeado con la competencia de la importación (desde Asia) subvaluada y desleal.

 

Asimismo, el Perú ha sido cada vez menos competitivo por trabas burocráticas, sobrecostos no operativos, portuarios y aduaneros. A todo esto se suma la pandemia.

 

Luego, Gamarra, el principal proveedor de prendas de vestir, y las tiendas por departamento ha cerrado. Incluso, los que abastecían al mercado local perdieron las compras de los grandes almacenes.

 

Recién entre agosto y septiembre podríamos ver un leve repunte. Sin embargo, estimo que el sector exportación debe acabar entre 30% y 40% menos que el año pasado, o por lo menos 30% y 40% menos que la proyección que se tenía para este 2020.

 

¿Esa variación cuánto representaría en ingresos y en empleos?

El Perú exportó el año pasado alrededor de US$ 1.000 millones de confecciones; podemos estar perdiendo un poco más de US$ 300 millones de ventas. En el caso de empleos, serían de 30.000 a 50.000 puestos perdidos.

 

¿Qué ha propuesto el Gremio de Indumentaria de la CCL y el sector para ser competitivos?

Primero, se han planteado varias propuestas para eliminar los sobrecostos no operativos. Por ejemplo, el área administrativa-contable se ha duplicado en los últimos 15 años por la cantidad de requerimientos, documentación e información que se deben proveer a las diferentes entidades públicas.

 

En otros países, las áreas administrativas son más pequeñas, de cuatro a cinco personas. Aquí una fábrica equivalente puede tener 20 a 25 personas en contabilidad y finanzas para hacer tramitología.

 

Por otro lado, nos gustaría poder tener –y lo hemos planteado varias veces– las mismas condiciones del sector agrario, lo que ha hecho que despegue el sector.

 

El sector textil y confecciones es una extensión del campo, porque al final usamos algodones y fibras peruanas y las convertimos en prendas de vestir. Esa es otra iniciativa que hemos pedido.

 

También se ha solicitado que por el efecto de la COVID-19 y por los próximos 12 meses hasta que la industria se estabilice, incrementar el drawback de 3% a 8%.

 

De igual manera, hemos solicitado que se reanude el proyecto de tener una zona franca en Lima como sí existe en Honduras, Guatemala o San Salvador, que ahora son nuestros principales competidores, y donde se instalan las fábricas de confecciones y reciben una serie de beneficios tributarios.

 

El objetivo es generar puestos de trabajo para hacer frente a la crisis por la COVID-19. Cabe precisar que después de la agricultura, la industria textil y confecciones es la que mayor cantidad de puestos de trabajo genera.

 

Asimismo, el 60% de nuestro personal es femenino, con ello damos trabajo a muchas madres de familias.

 

¿El gremio está elaborando otras iniciativas?

Un tema importante es el clúster de moda sostenible, el cual ha nacido de la CCL y es un medio para conectar a todos los actores: la gran empresa, los exportadores, mercado local, marcas, diseñadores, bloggers.

 

Entonces, hoy en día lo que queremos es reunir al diseñador local con el exportador para lograr una colección adecuada que se pueda presentar a los clientes; poder usar las telas de saldos con etiquetas de diseñadores locales, idea que puede convertirse en un negocio muy interesante.

 

También queremos fomentar la campaña “Peruano compra a Peruanos”, porque las telas peruanas se caracterizan por ser abrigadoras, tienen buena caída y son perfectas para el trabajo en casa o en el trabajo en oficina que es más casual y porque hay una nueva moda de no usar saco y corbata.

 

Entonces, hay una serie de tendencias e ideas que se pueden hacer para poder abastecer al mercado local.

 

¿Cuál ha sido la respuesta del Gobierno a estas propuestas?

Creo que el Gobierno está entrampado entre un Congreso –fugaz porque tiene un año– y las crisis de salud y de economía. Por ello, le falta manos.

 

Ya nos hemos reunido y estamos haciendo unos acercamientos con el Gobierno; pero la idea es sentar las bases para cuando ingrese el próximo Gobierno y las propuestas se apliquen.

 

Por el lado de los empresarios, sí estamos dando la tranquilidad, la confianza, la seguridad de que estamos listos y no que nos regalen sino a demostrar que, si tenemos las condiciones adecuadas, podemos generar puestos de trabajo.

 

¿Se estima un aumento del precio de prendas en el 2021?

Lo veo muy difícil porque en este mercado prima la oferta y la demanda. Considero que el público está dispuesto a pagar un poco más por un producto de calidad; y la gente se ha dado cuenta que el fast fashion es una mala inversión; porque compran prendas que luego de dos o tres lavadas, termina encogiéndose o se llena de pelusas.

 

Entonces, se prefiere pagar un poco más por prendas que nos duren varios años.