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Jorge Chávez: “El acceso al crédito debería concentrarse en la mipymes”

Jorge Chávez, economista y CEO de Maximixe, considera que la garantía de Reactiva Perú al no ser al 100% generará un proceso pesado de evaluaciones y no cumpliría su finalidad, la de salvar a las empresas.

 

¿Cuál es su diagnóstico sobre las medidas económicas puestas en marcha por el Ejecutivo frente al estado de emergencia por el COVID-19?

El Gobierno tiene buenas intenciones y ello se refleja en un paquete que ha sido reconocido como uno de los más robustos del mundo, al menos cuantitativamente. Tiene un componente de S/ 60.000 millones (8% del PBI) para responder a la emergencia sanitaria y darle a la población más vulnerable un colchón para poder subsistir durante el confinamiento; y otro componente de S/ 30.000 millones (4% del PBI) en garantías al financiamiento de la reposición de los fondos de capital de trabajo de las empresas, a través del rograma Reactiva Perú, que busca evitar que se rompa la cadena de pagos y las empresas quiebren o despidan trabajadores. Previamente, se creó el Fondo de Apoyo Empresarial (FAE) de S/ 300 millones para garantizar créditos de capital de trabajo de las mypes y se liberó a las empresas de ciertas obligaciones inmediatas.

 

Todo esto suena bien. Sin embargo, la verdadera robustez del paquete se verá comprobando su efectividad. Lamentablemente, se aprecian algunos errores e inconsistencias en la concepción, la formulación y los procedimientos. Además de las evidentes desinteligencias entre entidades públicas.

 

¿Cuáles serían esos errores?

Primero, el programa no tiene un componente de reactivación productiva que incentive la demanda interna y externa y la producción especialmente de las mypes. Sin ese componente, aun asumiendo que hubiera éxito en evitar la ruptura de la cadena de pagos gracias a Reactiva Perú, las empresas no podrán retomar su actividad normal al término del confinamiento. Andarían muy agobiadas por la falta de demanda y un mayor endeudamiento. Podría precipitarse una ola de solicitudes de reestructuración y liquidación en Indecopi ante la falta de perspectivas de supervivencia.
Segundo, Reactiva Perú excluye a los emprendedores, muchos de los cuales son independientes que hacen negocios de manera informal y son clientes de las entidades financieras no bancarias. Son millones de emprendedores, la mayoría informales, que son los más afectados por ser los más vulnerables. Lo lógico sería crear una línea de financiamiento especial canalizada exclusivamente por empresas financieras, cajas y edpymes que tienen como clientes a los emprendedores. El FAE es muy chico y muy rígido como para tener efectividad en este frente. Está dirigido a Mypes formales y excluye a los independientes con negocio, que son muchos.

 

Tercero, muchas pequeñas y micro empresas afectadas por el Covid-19 no accederán a los beneficios del programa por no cumplir con formalidades excesivas para una situación de emergencia, mientras que, de otro lado, hay muchas empresas no afectadas o incluso favorecidas por la cuarentena, como las bodegas, las fábricas de alimentos, papel higiénico, desinfectantes, etc. etc. que tranquilamente pueden disfrutar de la fiesta por estar en condiciones de cumplir con esas formalidades, a pesar de no merecer ayuda.

 

¿Qué otros errores ha identificado?
Cuarto, en lugar de crear un mecanismo de acceso a liquidez inmediata garantizada al 100% por el Estado, a una tasa de interés cercana a cero con tope máximo, el MEF ha creado un fideicomiso costoso, donde cobra comisión desde el Tesoro Público hasta Cofide y luego cobran intereses los bancos. Al reducir la cobertura estatal en una cascada que va desde 98% para préstamos de montos hasta S/ 30.000, hasta 95%, 90% y 80% según el monto va creciendo, con un tope de S/ 10 millones, se ha generado un proceso pesado de evaluaciones que hará que el salvavidas llegue cuando los cadáveres de las empresas estén llegando a la playa.

 

Quinto, dada la amplitud temporal actual de la cuarentena, el monto de crédito no debería ser menor al equivalente a dos meses de ventas promedio anual de 2019. Son más de 350.000 empresas formales que han dejado de tener ingresos o han dejado de cobrar facturas del Estado y de otros clientes en una cuarentena que durará al menos alrededor de 2 meses. Por tanto, requieren mínimamente un monto equivalente a dos meses de ventas.

 

La excepción podrían ser las empresas comerciales que rotan su capital diariamente y cobran todo en efectivo, que podrían requerir alrededor de la cuarta parte.

 

Sexto, la política laboral del gobierno se ha mantenido inflexible, como si el país no estuviera atravesando una emergencia. La ministra del ramo todo lo quiere someter a diálogo del Consejo General del Trabajo y no se ha percatado que estamos en una economía de guerra.

 

El colmo es ver que Sunafil haya amenazado con sancionar hasta con 26,12 UIT (S/112.316) a las empresas que no paguen sueldos o los paguen incompletos, sabiendo que el salvavidas financiero del MEF está llegando super tarde y que más del 50% de la economía está paralizada.

 

¿Qué debió considerarse para evitar estas fallas?
Para ser un verdadero mecanismo de liquidez inmediata, la cobertura debe ser plena y la banca debe actuar como mero canal de distribución, debiéndose eximirse de exigir requisitos adicionales a los que especifica la norma, aunque esta también tiene que modificar sus requisitos, evitando castigar a las empresas con baja calificación de riesgo; salvo las empresas que ya estaban en pérdida. Si no lo que va a pasar es que la cadena de pagos se romperá por ahí y contagiará al resto.

 

Antes bien, las empresas grandes con calificación de riesgo normal en principio no deberían tener acceso a estos recursos subsidiados, dado que con facilidad pueden resolver cualquier necesidad financiera recurriendo al sistema incluso hasta sin garantías. Mientras que las empresas con calificación ‘Problema potencial’ también podrían acceder a créditos normales, aunque posiblemente con garantía suplementaria del Estado, pero por no más del 50%, porque ya disponen de otras garantías. El acceso a dinero barato debería concentrarse en las empresas de mayor riesgo, que son las medianas, pequeñas y micro empresas en cualquier calificación de riesgo, desde normal hasta deficiente y dudoso, así como en las empresas sin calificación. En principio, todas ellas necesitarían acceder a cobertura estatal hasta el 100%. El Banco de la Nación debería ser protagonista en la canalización de estos fondos a las mypes, dada su experiencia y su amplia red de oficinas en todo el Perú.

 

Si no se segmenta a los beneficiarios por tamaño, el sistema financiero va a concentrar la ayuda en las empresas de los grandes grupos económicos, que son las que menos la necesitan; salvo que estén con calificación deficiente o dudosa. Además, muchas de las empresas grandes y corporaciones están vinculadas a bancos y, al pertenecer a grandes grupos económicos, tienen grandes espaldas para resistir la tormenta. A río revuelto, no debería haber ganancia de pescadores, como ya pasó en la crisis del 2008.

 

Recientemente salió un circular del BCR mediante el cual limita a que los bancos no puedan cobrar una tasa de interés mayor que la que consiguen por los fondos del ente emisor. ¿Cree que eso corrige el esquema?
No creo. Habrá subasta para fijar una tasa tope, pero esto refuerza el mismo esquema, con enfoque de negocio y no de ayuda a las empresas más necesitadas de fondos. Además, no creo que la tasa llegue a 3% que es la tasa de inflación máxima esperada. Y los bancos siempre tienen manija para cobrar más. Una subasta en un sistema financiero tan concentrado no genera suficiente competencia.

 

No se conoce cómo será el reinicio de actividades económicas tras la cuarentena. ¿Qué sectores deberían empezar a funcionar?
Las medidas de aislamiento social deberían relajarse gradualmente, siempre que se masifiquen las pruebas (moleculares y serológicas) en la población susceptible de contraer la enfermedad, para permitir pasar de un control genérico a un control más focalizado a nivel personal y de grupos vulnerables.

 

Pero hay que ser conscientes que el proceso de normalización va a tomar no menos de 18 meses, con intervalos de confinamiento, según el modelo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Salvo que en el camino surja una vacuna. La más avanzada es la que viene preparando la Universidad de Oxford, que ya viene siendo probada con éxito en humanos y probablemente pueda ser lanzada en septiembre. La probabilidad de esta vacuna está en 80%, según la universidad. Hay que cruzar los dedos.

 

En este contexto, algunos sectores estratégicos como el industrial, el energético, el minero y servicios críticos para el funcionamiento de todos ellos, podrían ser los primeros en ir normalizando sus actividades, en la medida que cuenten con empresas con alta capacidad de aplicar protocolos estrictos de salubridad.

 

El transporte público también debería normalizarse rápido, aunque siguiendo un protocolo muy estricto para evitar aglomeraciones, además de extender los horarios de atención, para facilitar la implantación de horarios de trabajo diversos. En el sector construcción se podrían aplicar jornadas de tres turnos al día, para reducir al máximo la aglomeración de trabajadores. Las empresas de servicios profesionales que, por la naturaleza de sus actividades, sean pasibles de realizar gran parte de su labor de manera remota, deberían recibir un bono o compensación tributaria para facilitar la adaptación de su base tecnológica, sus procesos y cultura al teletrabajo.

 

Los restaurantes también requerirán ayuda para reconvertirse en negocios de delivery con protocolos estrictos de inmunización de los alimentos en todo el trayecto, con sentido ecológico y atención in situ, con bajo nivel de aforo y medidas de desinfección muy estrictas. Dado lo golpeados que deben estar en sus finanzas ante su cierre forzoso, es difícil que puedan realizar ese viraje sin ayuda financiera y asistencia estratégica.

 

La idea es ir logrando una normalización progresiva del funcionamiento de la economía, con posibilidad de generar un rebote de la oferta y la demanda agregadas, dando lugar a tasas de crecimiento positivas que compensen las tasas negativas de la etapa dura. Pero conjugando con los resultados sanitarios y los intervalos de confinamiento que sean necesarios.

 

Según la Encuesta de Expectativas Macroeconómicas, realizada por el Banco Central de Reserva (BCR), este año el Perú crecería 2,1%. ¿Cuál es la proyección de Maximixe?
En un escenario optimista el crecimiento sería de 0%. Maximixe plantea hasta nueve escenarios económicos posibles para la economía peruana, con distinta probabilidad de ocurrencia, derivados de sendas combinaciones de situaciones respecto a la efectividad de las políticas sanitaria y económica.

 

Dicho informe no plantea una única proyección de crecimiento del PBI para 2020-2021, debido a la singularmente alta incertidumbre externa e interna. En síntesis, muestra como rangos más probables de evolución del PBI para 2020 entre -2,6% y -6,7% y para 2021 entre 4,8% y 4,1%. También muestra que si el gobierno lograra una impecable ejecución del paquete de medidas económicas anti COVID-19, optimistamente la economía crecería 0% en el 2020, para reactivarse con potencia en el 2021 (5,5%), asumiendo que también logre alta efectividad en su política sanitaria. De no lograrse esto último, aun cuando el Gobierno ejecutara impecablemente su paquete económico, en el 2020 el PBI caería 4,5%, con un rebote de 7,2% en el 2021.

 

¿Cuál es su perspectiva para la economía mundial este año?
La incertidumbre es muy alta. Optimistamente la economía mundial podría contraerse 2,8% con el comercio mundial cayendo alrededor de 13%, siempre que la reactivación de las economías avanzadas arranque este año, lo cual es un acertijo, porque va a depender de la duración de la pandemia. En un escenario pesimista puede aguardarse una caída del PBI mundial de hasta 8%, acompañada de un retroceso del comercio del orden de 30%, lo que supondría una depresión del comercio de productos básicos.

 

China ha sido el primer país en levantar las medidas de confinamiento, por lo cual cabe esperar que sea la principal locomotora a corto plazo, aunque lenta, sin posibilidad de recuperar el ritmo previo a la crisis.

 

Superado el episodio de la pandemia, a mediano plazo China debe afianzar su posición de liderazgo en la economía mundial. Le ganó la guerra al COVID-19, pero, además, ganó liderazgo frente a un EE.UU. que no supo manejar un tema tan crucial para la salubridad y la economía de sus ciudadanos y el mundo entero.