Ineficiencia, indolencia e ideología
Si bien existen una serie de factores que explican los pobres resultados en la lucha contra la pandemia, hay tres que resaltan nítidamente: la ineficiencia burocrática, la indolencia frente a la delicada crisis actual y el factor ideológico. Y vamos a utilizar el ejemplo de la crisis por falta de oxígeno que sufrió Arequipa y la inexcusable demora en aceptar la donación de SPCC de 20.000 litros semanales de oxígeno para las regiones de Arequipa y Moquegua.
Ineficiencia burocrática
En primer lugar, hay que destacar la ausencia de planeamiento para obtener los insumos básicos para enfrentar la crisis sanitaria originada por la pandemia de la COVID-19. Sobre todo, si tuvimos antes las experiencias de los países asiáticos y europeos. No solo eso, sino que se permitió la exportación de insumos básicos que luego se tuvieron que adquirir a mayores precios.
Si bien todos conocemos la lentitud y demora de los trámites del sector público, se esperaba que, tratándose de una crisis en la que estaban en juego las vidas de los peruanos, la burocracia mostraría más diligencia en el desempeño de sus labores.
Para resumir el tema mencionaremos que desde que el 22 de mayo pasado, cuando la minera Southern Peru Copper Corporation ofreció la donación del oxígeno hasta que este llegó a sus puntos de destino transcurrieron 59 días, período en el cual el costo en términos de vidas y sufrimiento de los pacientes es invalorable.
Tomó 59 días enviar a Lima las muestras para que se efectuara las pruebas de control de calidad y se logren las aprobaciones del caso. Evidentemente ello resulta un tiempo claramente excesivo toda vez que se trata de un insumo vital y urgente para la lucha contra la pandemia de la COVID-19. Sobre todo si se tiene en cuenta que dos meses antes todo el país vivió un drama similar para el caso de Iquitos. Y fueron las colectas públicas y los aportes de la empresa privada, y no el sector público, los que solucionaron ese problema.
Dos meses después se vuelve a vivir el mismo drama en Arequipa, y el sector público no solo no soluciona el problema, sino que se demora excesivamente en aprobar la solución: ¡La donación de una empresa privada!
El tema de la ineficiencia burocrática es un problema estructural. Entre los años 2000 y el 2019, el gasto en la burocracia del sector público creció 10 veces (en términos constantes), el doble del crecimiento de la recaudación tributaria en esas dos décadas. Y el impresionante crecimiento del gasto burocrático representó mayor ineficiencia, tomando cada vez más recursos públicos, afectando de esta manera las inversiones en servicios públicos fundamentales.
Indolencia frente a la delicada crisis
Porque hay que tener insensibilidad al dolor humano para demorarse 59 días en aceptar una donación de un insumo vital para evitar las muertes y sufrimiento de los afectados por la COVID-19, un coronavirus que sabemos que ataca a las vías respiratorias, a los pulmones. Y todo el país vivió nuevamente la dolorosa experiencia por la que había pasado Iquitos hace dos meses.
De otro lado, el ex presidente del Consejo de Ministros, Vicente Zeballos, cree que salvó su responsabilidad en este delicado asunto afirmando que el corrió traslado de la donación de Southern Perú Copper Corporation y se la pasó al Ministerio de Salud (Minsa).
Error. El presidente del Consejo de Ministros no tiene cartera específica porque su labor principal es la coordinación entre las diferentes reparticiones del sector público. Además, la mínima solidaridad con el dolor ajeno obligaba a comprometerse con la acelerada aceptación de la donación y no descuidar el tema hasta que el oxígeno llegara a los puntos de destino.
¿Cómo es posible que el expremier Vicente Zeballos, sabiendo que existía el ofrecimiento de donación de oxígeno de la minera Southern Peru Copper Corporation siguiera con la idea de comprar oxígeno por el equivalente de S/ 2 millones de diarios? ¿Cómo es posible que el entonces ministro de Salud, Víctor Zamora, responsable directo, no acelerara la aprobación?
El factor ideológico
Es evidente que el ex presidente del Consejo de Ministros, Vicente Zeballos, tiene una ideología anti empresa privada. Hay que recordar que cuando era ministro de Justicia manifestó “no se le debe tener miedo al Estado empresario”, precisando que el Estado debería de participar en actividades estratégicas. Recordemos también que dicho término fue el utilizado desde el general Juan Velazco Alvarado hasta el ex presidente Ollanta Humala Tasso para justificar tanto las expropiaciones como elefantes blancos como la Nueva Refinería de Talara.
Asimismo, Vicente Zevallos detalló que el Estado debería incursionar en los negocios de la minería, hidrocarburos, puertos y hasta en el manejo de una línea aérea.
Luego como presidente del Consejo de Ministros, hace pocas semanas, declaró al programa Agenda Política (Canal N) que: “no se debe temer al Estado empresario”; reiterando que “el Estado debe tener injerencia en algunos servicios públicos”.
Y en el caso de Southern Peru Copper Corporation no hay que olvidar que en agosto del 2019 se filtró un audio de una reunión secreta entre el presidente Martin Vizcarra y el gobernador de Arequipa y algunos asesores sobre el proyecto Tía María, en la que Vizcarra mencionó : “Diré que vamos a analizar la posición presentada, pero ya ustedes saben cuál es mi posición, pero no puedo adelantarla públicamente. No podría ahorita salir y decir ‘voy a cancelar’ [la licencia], no. ¿Bajo qué argumento? Tengo que preparar el argumento”.
En una situación tan grave como la que estamos enfrentando, no se trata de izquierdas o derechas, gobierno o sector privado; sino que se requiere el concurso de todos: gobierno, sector privado, iglesias, sociedad civil, la ciudadanía toda. Y el premier Pedro Cateriano parece estar en esa línea de acción.