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Guillermo Miranda: Integridad y lucha contra la corrupción, ¿de quién es la tarea?

Parece increíble, pero es muy difícil escoger un tema para escribir sobre la integridad y lucha contra la corrupción, pues hay mucho por decir. La explicación es sencilla, pero la solución es compleja. Se trata de una lacra social que ha invadido e inundado todos los estratos y actividades de la sociedad.

 

Brevemente haremos un repaso de las distintas situaciones de corrupción, muchas de las cuales ameritan un artículo en cada caso. Usualmente, se menciona la corrupción en actos en los que intervienen políticos y funcionarios públicos, como si entre privados no hubiera corrupción.

 

Es cierto que los más graves o notorios son entre funcionarios públicos y privados, pero también se dan sólo entre privados. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) indica que la palabra corrupto o corrupta es un derivado del latín corruptus y significa:

1. adj. Que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar. U.t.c.s.

Considero incompleto este concepto; para mí es corrupto tanto el que recibe una coima, como el que la paga. Para que haya corrupción se requiere que sea de los dos lados.

2. adj. desuso. Dañado, perverso, torcido.

Importantes adjetivos en desuso: El corrupto daña y es perverso, torcido.

 

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Factores Humanos

 

Hay factores humanos y estructurales que alimentan la corrupción. Entre ellos, tenemos los siguientes:

– La pérdida de principios y valores, los cuales son los cimientos de una persona, una familia, una sociedad, pueden ser fortalecidos, pero no debilitados, porque si no todo se derrumba. Por tanto, los valores y principios son innegociables, inmodificables, sólo perfectibles.

 

– Los criterios cuantitativos para medir el éxito, menospreciando los cualitativos. En el mundo de hoy, una persona, empresa o sociedad se considera más exitosa en tanto más bienes posea, no importando muchas veces si han sido logrados ilegal o ilícitamente. Los grupos sociales se forman por criterio económico por encima de otros criterios.

 

– La muy débil formación personal. Es mayor el interés por poseer que por desarrollarse como persona. Además, las débiles personalidad y autoestima conllevan a buscar exhibir éxitos para lograr reconocimiento de otras personas, en lugar de la satisfacción propia por el desarrollo personal. Esto le ocurre a los padres de familia y a los hijos.

 

– Ocultar ingresos o falsear información para pagar menos impuestos.

 

Factores estructurales

 

Entre los factores estructurales de la corrupción, tenemos a los siguientes:

– Negociaciones competitivas a nivel privado, en las que interesa cuánto gana uno y no cuánto pierde el otro. Es decir, aprovecharse del otro lo máximo posible. Esto lleva a que el otro busque, a su vez, lograr la “revancha” con una contraprestación poco seria.

 

– No hay consciencia para que la sociedad camine bien. Se requiere que en su conjunto marchen adecuadamente y en equipo el grande, el mediano y el pequeño. Un ejemplo que siempre pongo a mis alumnos es: ¿Qué es más importante en un vehículo? La respuesta usual es el motor, la caja de cambios, etc.

 

Mi respuesta es todo. Yo puedo tener el vehículo más grande y amplio, con un gran motor, excelente caja de cambios, etc., pero si me fallan los cuatro simples pernitos de una llanta, se me sale la llanta y el vehículo no podrá seguir andando.

 

– La creencia de que el Estado no está para facilitar la inversión privada, sino para suplantar las decisiones del sector privado o no público, y limitar a este la libre iniciativa y sobrerregular su funcionamiento. Este exceso de controles crea corrupción porque para salir adelante, el privado utiliza la corrupción.

 

– Ante un indebido aprovechamiento por un particular, presuponer que todos los ciudadanos o empresarios actúan de igual forma y poner candados que a su vez limitan las actividades y fomentan la corrupción.

 

– La presunción de que todo funcionario público es corrupto y sancionar el uso racional y fundamentado del criterio. Por ese motivo, se ponen también controles que favorecen la corrupción, o los funcionarios, por temor a tomar decisiones, traban al desarrollo de proyectos que beneficiarían a la sociedad.

 

– Llegar a ser funcionario no para servir sino para servirse. Entender la elección o designación como un poder y no como un mandato. Para luchar contra la corrupción, se requiere un cambio de actitud.

 

A nivel humano

 

– Creencia y práctica de valores y principios. Desde pequeños hacer prevalecer la moral y la ética, tanto en el hogar como, complementariamente, en el colegio, en el trabajo, el ejercicio de la profesión, etc. Enseñar con el ejemplo.

 

– Desarrollo de las llamadas “habilidades blandas” desde pequeño (no sé por qué se les llama así), tales como empatía (ponerse en el lugar del otro), capacidad de expresarse y escuchar (dialogar), solidaridad, trabajo en equipo, confianza en sí mismo (autoafirmación), orden, trabajo, disciplina, entre otros.

 

– La Integridad, que significa coherencia entre lo que se predica y se hace, a nivel privado y público; así como actuar moral y éticamente en todos los aspectos de la vida como son el hogar, el trabajo, la docencia, etc.

 

A nivel estructural

 

– Entre privados, buscar el beneficio mutuo.

– A nivel público y privado, establecer el Buen Gobierno Corporativo e institucionalizar el Compliance.

– En la contratación pública (como señala la ley respectiva), adquirir bienes o contratar servicios, el Estado, y proveer bienes y servicios, el privado, para beneficio del ciudadano, en las mejores condiciones de calidad, precio y oportunidad de entrega.

 

En ese sentido, es muy importante aplicar, tanto a contratantes como a proveedores, los siguientes principios:

  • Moralidad: Sin corruptelas.
  • Libre competencia: Que todos puedan competir o Imparcialidad: Que gane la mejor propuesta para la ciudadanía.
  • Eficiencia: Procesos ágiles y adecuados.
  • Economía: El mejor precio acorde con la mejor calidad y oportunidad de entrega.
  • Transparencia: Que no haya nada bajo la mesa. Publicación de los Términos de Referencia (TDR) antes del proceso, sobre todo en los procesos más grandes.
  • Vigencia tecnológica: Que lo que se solicita y ofrece sea lo que realmente se necesita y de la mejor calidad.
  • Que en las adquisiciones y contrataciones más grandes, los TDR sean evaluados previamente por algún órgano distinto o independiente de la institución adquirente o contratante.
  • Trato justo e igualitario: No discriminar en la calificación.

 

Como se ve, la integridad y lucha contra la corrupción es tarea de todos, a nivel público y privado. Es para mí muy grato integrar la Comisión de Integridad y Lucha contra la Corrupción de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), porque es una entidad comprometida no solo con los empresarios, sino –sobre todo– con el Perú; convencida que, con integridad y sin corrupción, será factible lograr un país que crezca y se desarrolle en paz, para beneficio de todos.