Gasoducto del Sur: “No hay capacidad para seguir adelante y determinar si es viable”

¿Qué pasa con el Gasoducto del Sur que hasta el momento no logra desarrollarse?

Hay varios temas profundos. Tal vez el más importante es que este proyecto necesitaba tener reservas probadas, y nació de la expectativa del lote 88 de Camisea. Entonces, el Lote 58 se convirtió en una esperanza, porque este proyecto era políticamente interesante, ya que representaba la esperanza de que todos los pueblos del sur del país tuvieran gas.

 

El Gasoducto del Sur era un proyecto de mucha inversión, y cuando Odebrecht lo obtuvo buscó el financiamiento, pues tenía que cumplir con la garantía de fiel cumplimiento que eran US$ 60 millones. Para financiarlo la empresa recurrió a la CAF – Banco de Desarrollo de América Latina, y la condición que esta entidad le puso para acceder al préstamo fue que las reservas de gas tenían que ser probadas a través de una empresa que certifique la existencia del gas.

 

Entonces, el proyecto quedó trunco tras la salida del consorcio liderado por Odebrecht (enero del 2017) por no cumplir con el cierre financiero. Es decir, no lograron obtener de los bancos internacionales los préstamos para financiar su construcción.

 

¿Qué hace el Estado entonces?

Decide licitar su propio gasoducto y ¿cuál es la diferencia entre el gasoducto privado y el gasoducto citado por el Estado? En el privado, el problema que se estaba dando era la de la certeza de la reserva que nunca se dio; y la del Estado, tiene que recorrer el mismo camino que es el de comprobar las reservas.

 

Esta licitación había sido programada para el segundo semestre de este año, ¿qué pasó?

Yo no puedo decirle a ciencia cierta porque no he visto los documentos. No se puede hacer una licitación si no se tiene varias cosas controladas. Primero las reservas, segundo los derechos y tercero el mercado. Entonces, no es cuestión de hacer la licitación por hacer, ya el mercado más importante que tiene el gas es la generación eléctrica. Entonces, para hacer el gasoducto tienen que ver los temas legales, los mercados, y tienen que ver cuál es la ruta que van a utilizar; y vuelvo a reiterar, la reserva.

 

Y  ¿el Estado ha comprobado la existencia de reservas de gas probadas para seguir con el proyecto?

Esto se supone que lo han encargado a una consultora inglesa. Se supone que hay un estudio que lo tiene el Ministerio de Energía y Minas, pero nunca lo he visto. No sé qué dice y no sé a qué conclusiones se ha llegado; pero hay un tema central, si no había reservas de gas por lo menos probadas para el proyecto privado que eran de 6 TCF y con un mínimo de 3 TCF que te permitía buscar o acudir a otras reservas para completar los 6 TCF; con el del Estado no se sabe.

 

El gasoducto de Camisea costó US$ 1.000 millones, este gasoducto costaba siete veces más, es decir unos US$ 7.000 millones. Hoy por la coyuntura inflacionaria en el mundo, de repente termine costando US$ 10.000 millones, es decir 10 veces más. A mí me pareció US$ 7.000 millones demasiado caro, pero este número no era solo de la inversión. La inversión era algo de US$ 4.000 y los US$ 3.000 millones eran los costos de operación y mantenimiento actualizados.

 

Entonces este proyecto se está encareciendo sin que salga a licitarse.

Mi impresión es que no hay capacidad para seguir adelante con esto y determinar si es o no viable.  Yo creo que el proyecto estuvo inflado y el Estado peruano sacó una cifra demasiado alta. Me contaron la historia de que tenía un margen de error de 30% a 40% y le aumentaron 40% a la cifra que recibieron, por eso la cifra tan grande del proyecto.

 

El proyecto no se puede desarrollar mientras no se rompa una serie de entrampamientos y para poder licitar deberíamos discutirlo porque finalmente lo vamos a pagar todos nosotros y si hablamos de un gasoducto de ese volumen y ese costo para una masificación del gas estamos perdiendo dinero.

 

Lo que se llama la masificación; es el propósito social, y es que el gas llegue a cada uno de los hogares, por eso se entiende la masificación del gas. Pero, el consumo residencial es mínimo con respecto al consumo total que se debería tener. Entonces, el consumidor fuerte es el que realmente paga el proyecto, como las industrias grandes y las exportaciones.

 

¿Finalmente este proyecto podría resultar no ser viable?

Podría ser no viable, podría ser que en el mundo de hoy (no le digo que tendría que ser así) de repente hay una solución más barata vía energía renovable, porque para nosotros usar un proyecto en base a electricidad es relativamente sencillo porque la infraestructura está construida y hay electricidad en el 95% de la población del país.

 

Lo que sí es cara es la electricidad, el gas es más barato, pero no tiene infraestructura y tendríamos que construir, y finalmente saldría más caro porque el único consumo sería el residencial. Hablamos del 2% al 5% del consumo total, y lo demás tendría que asumirlo el Estado y el costo no es pequeño, sino bien alto.

 

¿Qué recomienda, tal vez dejar de lado esta iniciativa e irse por otra vía?

No, básicamente más que decir eso, diría  que se tiene que entender como un todo y que tiene que manejarse de forma transparente y paralela. El tema de la reserva, y el trazo del ducto es muy importante. El consumo, la garantía del suministro y las reservas probadas no se pueden hacer como en el libro de proyectos del Ministerio de Energía y Minas que no tienen credibilidad, y haciendo declaraciones sin tener nada certificado.

 

¿Entonces en qué está este emblemático proyecto?

Ahorita no hay licitación, y los plazos que se tendrían que dar son muy largos. Teóricamente el proyecto de la licitación comenzó el 2012 e iba estar construido el 2019, son siete años entonces. Si hoy día usamos el mismo plazo, y arrancamos la licitación el 2023, porque  este año ya es imposible, para el 2030 estaría terminando en el mejor de los casos.