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El otro virus: la corrupción

Mientras nuestro país continúa su dura lucha contra el coronavirus, en defensa de la vida y la salud de nuestros compatriotas, así como para lograr la recuperación de nuestra golpeada economía, tenemos aún pendiente una tarea impostergable: combatir y erradicar la corrupción.

 

No olvidemos nunca que mientras millones de peruanos luchan por su vida, pierden sus empleos, cierran sus negocios y familias enteras pasan hambre y vuelven a caer en la pobreza, existen malas autoridades, empresarios, profesionales y personas que, sin un ápice de empatía con sus semejantes, sin ningún tipo de conmiseración, no dudan en aprovecharse de la necesidad de los otros para enriquecerse o para quedarse con lo que no es suyo.

 

Porque corrupto no solo es el que roba millones o paga coimas, lo es también el que se queda con la canasta de víveres que debía entregar a una familia necesitada; el que se lleva las medicinas de un puesto de salud para traficar con ellas; o aquel que no duda en coludirse en compras y licitaciones amañadas.

 

Por eso es necesario que este tipo de actos no queden impunes y que todos los poderes públicos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) adopten medidas ejemplares y severas. Aquí no debe haber dudas, vacilación y mucho menos complicidad.

 

Frente a ello, el empresariado formal –el que apuesta y se juega siempre por el Perú- ratifica su compromiso de combatir la corrupción. Nosotros no hemos dejado de analizar, evaluar y proponer medidas para enfrentar esta otra epidemia que nos asola desde el nacimiento mismo de la república, y aún desde antes.

 

Es una tarea enorme y cuesta arriba, pero no por ello imposible. Debemos asumir un compromiso real, concreto y permanente en la lucha contra la corrupción.

 

Nuestro objetivo como empresarios no debe ser solo lograr el crecimiento económico del Perú, registrar frías cifras azules, sino sobretodo construir una sociedad íntegra, que nos permita educar a nuestros niños con el ejemplo de la decencia.

 

Nuestra experiencia en la Cámara de Comercio de Lima demuestra que es posible trabajar hacia ese objetivo. Somos una centenaria institución que ante todo defiende principios y, en ese sentido, defendemos y, por supuesto, promovemos la integridad y transparencia en cada una de nuestras actividades y en las de nuestros más de 15,000 asociados.

 

Pero también como institución comprometida con el Perú y su desarrollo, contribuimos con el establecimiento de políticas públicas que permitan luchar contra la corrupción y otros delitos, lo cual hacemos desde los diferentes campos de participación de nuestra actividad gremial.

 

Clint Eastwood, el gran actor, productor y director de cine estadounidense, sostiene que no debemos enfocarnos en dejar un mejor planeta para nuestros hijos, porque lo más importante es dejar mejores hijos para nuestro planeta. Podemos hacerlo, principalmente con educación y con nuestro ejemplo. Contribuyamos decididamente con el presente y futuro de nuestro país, pues –insisto- el crecimiento económico no es suficiente; lo trascendental es cimentar sólidas bases de progreso y desarrollo ciudadano que permitan construir una sociedad honesta, que asegure salud, educación, justicia y bienestar para todos.

 

No desmayemos ni perdamos de vista este objetivo, especialmente ahora en que algunas voces interesadas buscan minimizar la importancia de la actividad empresarial en la construcción de un Perú mejor. #TodosporelPerú.