Peter Anders: Compromisos
El 80% del total de inversiones, nacionales y extranjeras, que se desarrolla en el Perú proviene del sector privado, es decir, que es producto de la decisión de empresarios y emprendedores que, a pesar de los riesgos y escenarios adversos, asumen el desafío y se la juegan por nuestro país, generando la gran mayoría de puestos de trabajo formales.
Somos también –los empresarios y emprendedores de todo tamaño y todo sector– quienes aportamos más al fisco a través del pago de impuestos y somos, además, responsables de traer la mayor parte de la transferencia tecnológica e innovación que llega al país.
Somos este grupo de peruanos, junto a los millones de trabajadores, los que construimos día a día nuestra gran nación y los que desde hace más de 200 años enfrentamos crisis políticas, económicas, desastres naturales, guerras externas, el azote de la delincuencia y hasta el accionar criminal del terrorismo. Lo hemos hecho superando cada uno de estos obstáculos con decisión, creatividad y mucho pero mucho trabajo.
Hacer empresa en el Perú, desde una gran industria hasta una pequeña bodega, puesto de venta de ropa, restaurante o negocio por internet, es una enorme tarea.
A pesar de los errores y, en algunos casos, excesos que somos los primeros en demandar que se corrijan, durante los últimos 30 años parecía que por fin habíamos encontrado la senda del desarrollo y el crecimiento, a los cuales accedía un cada vez mayor número de peruanos, aunque hay que reconocerlo, no a la velocidad que todos quisiéramos.
Sin embargo, hoy todo este esfuerzo de tres décadas parece no importarle al actual Gobierno del presidente Pedro Castillo, quien, desde que asumió el cargo, no muestra un solo objetivo claro de hacía dónde quiere conducir al país, dejando todo al azar, improvisando ante cada problema, optando por la opacidad, por huir de la transparencia y, peor aún, empeñado en desconocer todo lo bueno que todos los peruanos de bien hemos construido a lo largo de nuestra historia.
Ante a esta situación, lo que nos corresponde como empresarios, emprendedores, trabajadores y ciudadanía en general es proteger lo que conseguimos como fruto de nuestro esfuerzo, sacrificio y compromiso.
Debemos hacerlo, lo estamos haciendo, cuidando nuestra salud y la de nuestros trabajadores, clientes y proveedores, porque entendemos que la pandemia no se ha ido y es todavía una amenaza para nuestra vida.
Estamos comprometidos a seguir trabajando para reactivar la economía del Perú, pues solo de esta manera será posible que todos sin excepción recuperemos nuestra calidad de vida de una manera digna y permanente, sin depender de lo efímero e improductivo que resulta repartir bonos con fines proselitistas o de clientelismo político.
Nuestra meta el 2022 es esforzarnos para recuperar un crecimiento económico sostenido, pasando del rebote estadístico registrado el 2021 a un verdadero incremento del Producto Bruto Interno (PBI) que permita reducir la pobreza.
Para disminuir los índices de pobreza se requiere un crecimiento vigoroso de la inversión privada y el aumento del empleo formal. Son objetivos alcanzables sobre todo en un entorno internacional favorable por el crecimiento de nuestros principales socios comerciales y los elevados precios de los minerales.
Sin embargo, para el 2022 se proyecta que la inversión privada crecerá en apenas 0,6% y el consumo privado en 3,5%, precisamente porque el Perú se encuentra inmerso en la incertidumbre.
Aun con este escenario en contra, los empresarios y emprendedores seguiremos generando empleos formales, aunque no tantos como hubiéramos podido de haber tenido una economía en crecimiento y de haberse mantenido la estabilidad política, económica y jurídica que hubiera garantizado e impulsado cualquier tipo inversión privada, grande, mediana o pequeña.
Frente a este compromiso, demandamos también que el presidente Castillo se comprometa a enmendar el rumbo de este barco a la deriva en que ha convertido al Perú.
Ojalá sea posible esperar de su parte una definición sobre cuáles son sus planes para el Perú, saber a qué aspira, cómo visualiza que será el próximo año o cuáles son sus proyecciones. Por lo menos bastaría conocer si tiene una noción de qué es lo que va a hacer su gobierno con el Perú.
He perdido la cuenta de cuántas veces he manifestado al presidente Castillo la necesidad de enmendar sus errores, de entender que nunca es tarde para comenzar de nuevo. Dudo, quiero dudar que su idea de país sea seguir en la situación de inacción e incertidumbre a la que nos ha llevado en los últimos cinco meses.
Una gran oportunidad es el anunciado cambio de gabinete ministerial, pero un cambio de verdad, no como hasta ahora que los reemplazos de ministros han respondido más a cuestiones ideológicas y de pago de favores a amigos, camaradas o eventuales socios políticos.
Rodéese, presidente Castillo, de profesionales y técnicos calificados que le ayuden a gobernar, que sean capaces de contradecirlo cuando está cometiendo un error, que le enseñen lo que usted no sabe, de decirle qué es lo que le conviene al país. No necesita más de un grupo de personas interesadas solo en beneficiar a sus intereses políticos, a sus amigos o amigas y a los negocios turbios que tienen en ciernes.
«Un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él». Son palabras del expresidente de Estados Unidos, John F. Kennedy.
Téngalas en cuenta profesor Castillo y finalmente díganos ¿qué podemos esperar de usted el 2022?
Feliz año nuevo 2022 para todos. A no perder la fe. Los peruanos nunca nos rendimos.