Carlos Anderson: «Los inversionistas toman riesgos, pero no incertidumbre»

¿Cómo describe la economía peruana en este contexto de pandemia?

Hay que tomar conciencia que estamos ante un evento económico único. No olvidemos que durante los meses de cuarentena, por primera vez en la historia económica del Perú, se detuvieron de manera simultánea el consumo y la producción; es decir, se rompió el circuito económico que permite que camine la economía.

 

Además se produjo un “terremoto de grado 10” sobre los ingresos de las familias y se han perdido empleos en Lima y en el resto del país. La destrucción del empleo ha sido sin igual.

 

Como consecuencia de todo esto, los números que tenemos son un reflejo pálido de la realidad, la cual es mucho más dolorosa de lo que indican estas caídas estadísticas del Producto Bruto Interno (PBI).

 

Por otra parte, si bien vemos mucha acción de las autoridades, como los bonos o Reactiva, no nos dicen cómo todos esos elementos conforman un todo coherente que está destinado a obtener un resultado.

 

No sabemos exactamente qué estamos esperando o cuáles son los objetivos de todas estas medidas.

 

Quizá sean medidas aisladas y esa incertidumbre –que se manifiesta en las consultas de actores económicos y de la población– reflejan un nivel de inseguridad que paraliza y lo que necesitamos es que la gente pueda evaluar los riesgos. Los inversionistas toman riesgos, pero no incertidumbre.

 

Hay voces que indican que el Perú crecerá 8% en el 2021. ¿Lo ve posible?

Así como esas estadísticas no reflejan la magnitud del impacto de la pandemia, veo a personas entusiasmadas en que el otro año la economía crecerá 8%. No obstante, debemos ver con calma. Primero, este año se espera una caída del 15% al 20%, y sobre esa base –bastante disminuida– se espera que crezca 8%.

 

En términos absolutos vamos a estar muy lejos de donde estábamos cuando empezó la pandemia, y en realidad para que regresemos al estado de prepandemia, va a pasar mucho tiempo y se necesita hacer muchas cosas que no son parte del cómo se ha venido manejando la economía.

 

Seguir manejándola como se ha manejado hasta ahora, no va servir mucho porque esta no es una recesión cualquiera. Estamos frente a una verdadera depresión económica.

 

¿Qué cosas deben cambiar?

Para comenzar, tenemos que reinventar el presupuesto. La forma inercial de manejar el presupuesto ya no sirve ahora; porque ahora tenemos una emergencia complicada por la incertidumbre y porque la economía no va a poder funcionar de manera normal hasta que no desaparezca el virus o no se cuente con una vacuna.

 

Entonces, esto requiere un manejo distinto del presupuesto. Vengo proponiendo la idea de un presupuesto de base cero, donde no se tomaría en cuenta necesariamente lo que se gastó el año anterior y se determinaría qué se puede hacer en cada sector, casi como si no hubiera habido una historia.

 

Esto será importante porque, de una forma, vamos a romper la inercia que se ha tenido en el pasado y que ha conllevado a que las autoridades nos digan que el año pasado gastaron 100 y que este nuevo año gastarán 105 sin que importe si es que llegaron a gastar el presupuesto del año anterior.

 

Además, debemos darnos cuenta que tenemos y vamos a tener recursos más escasos porque la recaudación se ha caído. Se tiene que reasignar el presupuesto hacia cosas que son vitales.

 

¿Hacia la inversión pública, por ejemplo?

Necesitamos que la inversión pública sea generadora de empleos de la noche a la mañana. Entonces, no sé en qué medida seguir poniendo dinero a la Refinería de Talara en momentos que el precio del petróleo sigue deprimido.

 

Aparte que este tema siempre estuvo mal planteado; y a las corrientes que puedan nacer y defender bajo el argumento que ya se ha destinado bastantes recursos, yo considero que ahora se necesita destinar esos recursos a inversiones que generen bastante empleo.

 

Por ejemplo, tenemos 14 hospitales regionales que están en construccion con diferentes grados de avances, pero están paralizados por temas de denuncias o corrupción.

 

Frente a ello, propongo que estos hospitales asignados a los gobiernos regionales regresen al Estado Nacional y que éste compense a las regiones dándoles presupuesto equivalente a lo invertido en los hospitales para que hagan nuevas obras.

 

Que el Estado Nacional sea quien asuma los pasivos (entiéndase juicios) y que los gestione con el fin de que estos hospitales puedan ofrecerse al sector privado en un esquema de Obras Por Impuestos (OXI) para que los consorcios del sector privado sean los que pongan esos hospitales operativos y puedan atender a los pacientes.

 

¿Es esto convencional? Pues no lo es. Se requieren algunos cambios como, por ejemplo, en OXI se dice que no se puede invertir en proyectos que hayan sido iniciados (brownfield), sino en proyectos nuevos (greenfield), pero se puede cambiar la ley.

 

Lo que no se puede decir es que es complicado y que es preferible esperar que el arbitraje resuelva estos conflictos.

 

Necesitamos entender que estamos en una guerra y en una guerra no hay lugar para tanta inercia y sentido de complacencia.